Las dos aceras
Con tanto viaje al centro, con tanta libertad de empresa y con tanto vicepresidente semioculto entre la caverna y la monta?a, los simpatizantes del PP es que ya no saben a qu¨¦ lado ponerse de la calle G¨¦nova. Ayer, pocos minutos despu¨¦s de cerrarse los colegios electorales, y en la acera de los pares, justo enfrente de la sede triunfal del PP, una se?ora mayor sujetaba el m¨®vil con la mano libre que le dejaba el bast¨®n y dec¨ªa:-Pues s¨ª, s¨ª, que aqu¨ª estoy con el Alejandro y la prima, y que parece que frisamos la mayor¨ªa absoluta, que digo yo que ser¨¢ para bien.
Pero en la acera de enfrente, un joven con el Pulligan ajustado a los anabolizantes y peinado con la misma marca de gomina que Roberto Alc¨¢zar y Pedr¨ªn daba pases de pecho a los coches con su bandera de la gaviota y bramaba: "?Esta vez los barremos del mapa!".
Seg¨²n se supo poco despu¨¦s, a Pedr¨ªn no le desasist¨ªa por completo la raz¨®n. Sin embargo, qu¨¦ feo est¨¢ eso de los mapas barridos. Algunos simpatizantes del centro-derecha ya se sabe que derrotan m¨¢s bien hacia el centro-derecha-derecha, y as¨ª no hay manera de hacer un debate, ni de dar una entrevista ni de acertar una porra ni nada de nada.
Cuando apenas eran las nueve, los simpatizantes ya quer¨ªan que se asomara Aznar al balc¨®n de la calle G¨¦nova. Pero hombre de Dios, ?c¨®mo iba Aznar a asomarse al balc¨®n a esas horas, sin saber todav¨ªa si el balc¨®n era un medio af¨ªn o si ten¨ªa concesi¨®n? Lo que les pasa a estos simpatizantes es que deben de ver la televisi¨®n p¨²blica y se creen que el presidente va por ah¨ª compareciendo a diestro y siniestro como si esto fuera Massachusetts. Pues de eso nada, troncos y troncas. De eso, cero.
Pero no patatero, toda vez que Aznar, solo o en compa?¨ªa de otros, acab¨® por asomarse al balc¨®n a las 23.35 y provoc¨® el frenes¨ª con el siguiente balance de la situaci¨®n:
-?Buenas noches!, dijo Aznar.
-?Bieeeeeen! ?Torero, torero!, clamaron los simpatizantes.
-?Mi primer pensamiento es para todos los espa?oles!, dijo Aznar.
-Por eso suena este refr¨¢n, ?que viva Espa?a!, cantaron los simpatizantes, pero en ese momento los servicios de megafon¨ªa pusieron Mamma mia let me go, y ya nada volvi¨® a ser lo mismo. Los simpatizantes iban a m¨¢s y coreaban "?o¨¦, o¨¦, o¨¦!" sin encomendarse a Dios ni al diablo ni entonar el mea culpa.
"Mira, mira ah¨ª, si es Esperanza Aguirre, ?o no es Esperanza Aguirre?", dudaba un se?or engominado al que Federico Trillo se imaginar¨ªa perfectamente como ministro de Econom¨ªa. Lo cierto es que s¨ª que era Esperanza Aguirre, pero el se?or hac¨ªa bien en dudar, ya que la calle G¨¦nova bull¨ªa de esperanzas reci¨¦n salidas de la peluquer¨ªa, llenas de mechas y de medias de perl¨¦ que ni eran demasiado feministas ni demasiado candeal ni demasiado de nada, y all¨ª cualquier simpatizante se hac¨ªa un l¨ªo muy gordo.
Toda la calle G¨¦nova ha viajado al centro y se ha pasado a la libre empresa. Los cinco o seis puestecillos que vend¨ªan la banderola, el mechero y la gorra para ponerse con la visera hacia atr¨¢s estaban infestados de gaviotas hasta el ga?ote, pero esta vez no se hab¨ªa colado ni una sola bandera con la gallina. Ni una.
A decir verdad, al principio de la noche tampoco se ve¨ªan banderas sin la gallina. S¨®lo empezaron a aparecer despu¨¦s de saberse que la mayor¨ªa era absoluta, y llevaban estampado el escudo constitucional. La gallina, seg¨²n parece, est¨¢ m¨¢s pasada de moda que el Tribunal de la Competencia, as¨ª que los puestecillos se han dejado de milongas y han optado por una simbolog¨ªa sobria, eficaz, corporativa.
De entre los dos millones largos de j¨®venes que accedieron al voto ayer por primera vez, dir¨ªase que la mitad estaban ayer en la calle G¨¦nova.
En algunas vallas de protecci¨®n luc¨ªa el s¨ªmbolo del PP. En otras se le¨ªa: "Ayuntamiento de Madrid. Protecci¨®n de la V¨ªa P¨²blica". Deb¨ªa tratarse de una confusi¨®n, porque el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, jam¨¢s hubiera mezclado esos dos conceptos de forma tan desconsiderada.
La dama de noche
J.S Madrid
Aznar, Rato, Rajoy, Arenas: s¨®lo una mujer form¨® parte ayer de los cinco magn¨ªficos que, al filo de la medianoche, se asomaron al balc¨®n de G¨¦nova para celebrar el mayor triunfo del centro derecha de la democracia, y para amortiguarlo con sus manos abiertas: Ana Botella, la dama vestida de noche.
Del quinteto, sin embargo, s¨®lo qued¨® la pareja en la pantalla que el PP hab¨ªa dispuesto en la fachada de su sede. Mientras Aznar arrancaba v¨ªtores, Botella sonre¨ªa a su lado con el gesto firme de quien nada hubiera perdido si las cosas hubieran sido de otro modo. Mientras Aznar tend¨ªa la mano abierta a los otros, a los que no s¨®lo no le hab¨ªan votado, sino que no le votar¨¢n, la dama alzaba su cuello para subrayar que los gestos pol¨ªticos ya no son m¨¢s que eso, gestos sin necesidad de pactos, ret¨®rica de cuello alto, blanco, bordado y distante seg¨²n las escalas de la tradici¨®n, de lo inamovible, de lo que encaja por fin en su lugar natural. As¨ª fue el balc¨®n.
A medida que lo abultado de la victoria popular se fue haciendo patente, los simpatizantes fueron acudiendo en masa y la cosa se transform¨® en una fiesta. A las diez y media, Rato se asom¨® al balc¨®n de G¨¦nova y dijo: "Gobernaremos para todos". La gente aplaudi¨®.
Por lo dem¨¢s, cuando desde una de las ventanas de la sede del PP se anunciaba la mayor¨ªa absoluta, los simpatizantes congregados en la calle corearon el c¨¦lebre "?Pujol, enano, habla castellano!". Y cuando se supo, tambi¨¦n por un cartel desde una ventana de G¨¦nova 13, que Almunia hab¨ªa dimitido, la proclama fue: "?Almunia, j¨®dete, Espa?a es del PP!".
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