El ¨²ltimo brasile?o
Si Rivaldo es el futbolista brasile?o por naturaleza, Djalminha es demasiado brasile?o incluso en su pa¨ªs. Rivaldo se destap¨® en aquel gran Palmeiras de Edmundo, Zinho y Roberto Carlos. Luego, fich¨® por el Deportivo y posteriormente por el Bar?a. En los dos equipos su sitio fue ocupado por Djalminha, hijo de un excelente defensa internacional en el Brasil de finales de los 60 y principios de los a?os 70. No fue una ¨¦poca cualquiera. Djalma Dias coincidi¨® con Pel¨¦, Gerson, Tostao, Jairzinho, Clodoaldo y Rivelino, por citar unas cuantos inolvidables del f¨²tbol. No se sabe el efecto que tuvieron aquellos virtuosos sobre el padre de Djalminha, pero lo cierto es que nadie se aproxima m¨¢s que ¨¦l a la idea del f¨²tbol como felicidad.No son precisamente tiempos felices para el f¨²tbol. En una magn¨ªfica entrevista de Tom¨¢s Guasch a Iv¨¢n de la Pe?a en el diario As, el ex jugador del Bar?a habla del juego con una carga dram¨¢tica de lamento y nostalgia. De la Pe?a se siente decididamente ajeno al juego de hoy, como si no tuviera sitio en esta cultura de la represi¨®n y la t¨¢ctica. Rivaldo sobrevive porque resulta dif¨ªcil oponerse a su cuenta de goles. ?Y Djalminha? Su caso se aproxima decididamente al de Iv¨¢n de la Pe?a, con un factor que le beneficia en la comparaci¨®n. All¨ª donde De la Pe?a termina por rendirse a una especie de melancol¨ªa, Djalminha aparece como un artista arrogante, incapaz de condescender con aquellos que pretenden reprimirle.
Algo peligroso le sucede al juego cuando ni Brasil puede permitirse a Djalminha. No hay lugar en la selecci¨®n para un esp¨ªritu libre, para un futbolista que se niega a aceptar el juego como algo herm¨¦tico, sin alma ni brillo.La idea que se desliza por ah¨ª es que Djalminha representa al jugador estrictamente ornamental, cuya banalidad se festeja en los grader¨ªos, a cambio de representar un problema para la estabilidad del equipo en todos los ¨®rdenes. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Quiz¨¢ le falte la contundencia de Rivaldo, pero probablemente le supere en valor para asumir las exigencias del f¨²tbol. Despu¨¦s de su acreditada trayectoria en el Depor, pocos jugadores est¨¢n m¨¢s preparados que Djalminha para los partidos grandes, donde se mide de punta a cabo la fibra de los ganadores. Pocos tienen tanto coraje para asumir responsabilidades, para buscar la victoria a trav¨¦s de la creatividad, para sorprender a los rivales a trav¨¦s de registros inesperados, para ofrecer alternativas novedosas al pesad¨ªsimo f¨²tbol de hoy. El que se ha tragado a De la Pe?a. Con Djalminha no puede. Pocos jugadores reciben m¨¢s palos de la cr¨ªtica, de los rivales y de los ¨¢rbitros. Por fortuna, a ¨¦l le importa bien poco. Ha decidido ser fiel a s¨ª mismo y a lo que le gusta. Y resulta que lo que le gusta, tambi¨¦n le satisface a la gente. No s¨®lo eso. Adem¨¢s pone en cuesti¨®n la conducta represora que impide la aparici¨®n de m¨¢s Djalminhas. Lo hace limpiando rivales, ganando partidos -el Madrid puede atestiguarlo- y d¨¢ndose el gusto de ser m¨¢s brasile?o que nadie.
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