Las elecciones marcan la erosi¨®n de la herencia de Chiang Kai-chek
Un partido gastado, minado por las disidencias, tambaleante por las divergencias sobre la relaci¨®n con China: ?ser¨¢n las elecciones presidenciales en la isla un traspi¨¦s para el Kuomintang (KMT), que ocupa el poder en Taiwan? A juzgar por una campa?a caracterizada por la fuerza cada vez mayor del candidato de la oposici¨®n, Chen Shuibian, una cat¨¢strofe semejante ya no es pura especulaci¨®n acad¨¦mica. Tanto si el KMT se derrumba como si se rehace en el ¨²ltimo instante, esta elecci¨®n del jefe del ejecutivo de Formosa por sufragio universal -la segunda en la historia de la joven democracia taiwanesa- va a se?alar, en cualquier caso, un momento hist¨®rico: la erosi¨®n del partido "nacionalista" heredero de Chiang Kai-chek, replegado en la isla tras su derrota de 1949 frente a los comunistas de Mao, ha alcanzado tal dimensi¨®n que la cuesti¨®n de la alternancia ya se plantea abiertamente.Esta perspectiva muestra el arraigo de la democracia en Formosa, una dimensi¨®n del caso de Taiwan que queda oculto, con demasiada frecuencia, por los clamores guerreros que resuenan en el estrecho a intervalos regulares. Ahora, con ocasi¨®n de esta justa electoral apasionada pero pac¨ªfica, en la que el debate tiende hacia los golpes bajos pero no llega a aflorar la violencia, tres candidatos se disputan los favores de la ciudadan¨ªa: Lien Chan, vicepresidente saliente y abanderado del Kuomintang (KMT), es decir, el candidato del "sistema"; James Sung, un disidente del KMT, nacido en el continente y que encarna el "silencio" en la afirmaci¨®n de la identidad de la isla, que sus partidarios consideran un separatismo larvado, y Chen Shuibian, portavoz de la oposici¨®n agrupada en torno al Partido Democr¨¢tico Progresista (DPP), un movimiento que incluye en su programa el objetivo de la independencia, por m¨¢s que durante la campa?a se haya restado importancia a este peliagudo asunto.
M¨¢s all¨¢ del simple acto electoral, habr¨¢ que evaluar la buena salud de la democracia taiwanesa por el rasero de un doble desaf¨ªo: la honradez de su conducta pol¨ªtico-econ¨®mica y la armon¨ªa inter¨¦tnica. Sobre estos dos asuntos, todo est¨¢ hipotecado todav¨ªa. El hecho de que la corrupci¨®n haya sido uno de los grandes retos de la campa?a no se debe m¨¢s que a un pim pam pum electoral convenido. La sociedad de la isla sufre un profundo malestar ante el incremento de las redes mafiosas, que cuentan con conexiones en las instancias m¨¢s altas del Estado. ?se es uno de los efectos perjudiciales de la democratizaci¨®n, en la medida en que ¨¦sta ha exacerbado el clientelismo entre los clanes locales que componen el entramado social. La pol¨ªtica del dinero negro, hasta ahora exclusiva de las esferas del KMT, se ha extendido al exterior. Los candidatos antigubernamentales, Chen Shuibian y James Sung, han convertido la exigencia del saneamiento de la vida p¨²blica en el centro de sus campa?as. El candidato del KMT se ha limitado a prometer una vaga "reforma pol¨ªtica".
La cohesi¨®n comunitaria es el otro gran reto de estas elecciones. Tambi¨¦n en este caso, la democratizaci¨®n ha tenido consecuencias ambiguas. Por un lado, ha permitido la rehabilitaci¨®n de los taiwaneses nativos (85% de la poblaci¨®n), que desde 1949 estaban reprimidos por los "continentales" desembarcados en la estela de la "Rep¨²blica de China" de Chiang Kai-chek tras su expulsi¨®n del continente. Esta restauraci¨®n de los derechos de los insulares aut¨®ctonos, inmigrantes chinos establecidos all¨ª desde hace siglos, es el gran logro hist¨®rico del presidente saliente, Lee Teng-hui -taiwan¨¦s de origen-, que tuvo que imponerlo con dificultades a los caciques del KMT, aferrados a la visi¨®n imperial de una sola China.
Pero esta promoci¨®n de la identidad pol¨ªtica de la isla ha causado nuevas fracturas: por un lado ha exasperado a Pek¨ªn, que equipara esta medida a un independentismo no confesado, y ha molestado a la minor¨ªa continental, que se siente v¨ªctima de una represalia de car¨¢cter ¨¦tnico. De ah¨ª la aparici¨®n de disidentes, un fen¨®meno que ha minado el KMT: primero, el Partido Nuevo, desde 1993, y luego, la secesi¨®n de James Sung en 1999; todos ellos proceden de familias continentales que se niegan a abandonar el objetivo de la reunificaci¨®n con Pek¨ªn, por muy a largo plazo que sea.
La campa?a ha desmentido la idea de que este desacuerdo ¨¦tnico es ya un hecho caduco en Taiwan y ha demostrado que sigue obsesionando a todo el mundo. La oposici¨®n del DPP (que agrupa, sobre todo, a taiwaneses nativos) utiliza un lenguaje en clave pero comprensible para todos cuando pone en tela de juicio la "lealtad" del continental James Sung respecto a la isla. Igualmente, el hecho de que el candidato del KMT, Lien Chan, se haya rodeado esencialmente de continentales suscita el resentimiento de numerosos nativos. Consideran que es un indicio de que la vieja guardia, nost¨¢lgica de la China unida, est¨¢ llevando a cabo su venganza en el KMT contra la corriente favorable a la taiwanizaci¨®n de la isla, que constitu¨ªa la base del presidente Lee Teng-hui.
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