La polic¨ªa ugandesa encuentra m¨¢s cad¨¢veres enterrados en la iglesia usada por la secta
Entre lo que queda de los muros de cemento de la iglesia que serv¨ªa de hogar a los miembros del Movimiento para la Restauraci¨®n de los Diez Mandamientos de Dios, la polic¨ªa ugandesa hizo ayer otro macabro descubrimiento. Rompiendo una fina capa de cemento fresco que cubr¨ªa las letrinas del edificio donde casi 500 personas se inmolaron en un incendio el pasado viernes, los agentes descubrieron al menos otros 20 cuerpos. M¨¢s cad¨¢veres han aparecido enterrados en el jard¨ªn y en el cuidado huerto de los miembros de la secta. La polic¨ªa sospecha que fueron asesinados.
"Encontramos cinco cad¨¢veres en la superficie, pero cuando encendimos la antorcha hab¨ªa m¨¢s debajo", se?alaba ayer Richard Opira, funcionario de salud p¨²blica. "No presentan heridas, as¨ª que creemos que fueron estrangulados o quiz¨¢s envenenados", a?adi¨® Opira. El inspector general de la polic¨ªa ugandesa, John Kisembo, tambi¨¦n se?al¨® que podr¨ªan haber sido asesinados.Otras cuatro letrinas permanec¨ªan ayer selladas y podr¨ªan contener m¨¢s cuerpos, seg¨²n la polic¨ªa, que esperaba la llegada del equipamiento adecuado para proseguir los desenterramientos.El balance de v¨ªctimas del incendio de la iglesia de Kanungu que registra la polic¨ªa ugandesa mediante el recuento de las calaveras encontradas llegaba ayer a las 330, de las cuales 78 son ni?os, seg¨²n inform¨® el ministro del Interior, Edward Rugamayo. Los funcionarios que trabajan en el lugar se?alaron que muchos cuerpos permanecen todav¨ªa entre las ruinas del edificio o han ardido de tal manera que han sido reducidos a cenizas, por lo que la cifra total podr¨ªa elevarse hasta los 500 muertos, seg¨²n asegur¨® el ministro.
Presos de una c¨¢rcel vecina comenzaron ayer la tarea de cavar una gran fosa com¨²n donde fueron enterrados los primeros cad¨¢veres. Cerca de cien familiares de las v¨ªctimas permanec¨ªan asomados a las ventanas de la iglesia para contemplar el mont¨®n de cuerpos apilados, algunos de ni?os peque?os que permanec¨ªan acurrucados o abrazados unos a otros. Algunos de los familiares sollozaban suavemente mientras sujetaban ramitos de romero para combatir el hedor, ya que la carne que quedaba en los restos comenzaba a pudrirse tras las lluvias ca¨ªdas durante la ma?ana. Un bulldozer acab¨® la tarea emprendida por los presos. Derrib¨® los restos de los muros de la iglesia y los empuj¨® junto al resto de los cad¨¢veres a una gran fosa abierta en la tierra.
La polic¨ªa ugandesa ha abierto una investigaci¨®n porque la presencia de ni?os entre las v¨ªctimas induce a pensar que muchas eran demasiado j¨®venes para ser consideradas participantes voluntarios en el suicidio colectivo. El descubrimiento ayer de nuevos cad¨¢veres ha hecho aumentar las sospechas de asesinato.
Puertas selladas
La polic¨ªa afirma que las puertas y las ventanas fueron selladas con clavos y que los miembros de la secta cantaron durante horas antes de que la iglesia ardiera. Aunque parece claro que los seguidores del Movimiento por la Restauraci¨®n de los Diez Mandamientos de Dios entraron voluntariamente en el edificio vistiendo sus mejores ropas, muchos de los vecinos de la zona aseguran que los l¨ªderes les enga?aron para que acudieran a realizar las plegarias cont¨¢ndoles que estaban a punto de ser salvados. Era en la iglesia donde iban a ser salvados mientras el resto del mundo era destruido por no seguir los Diez Mandamientos.
Son muchos los que creen que fueron asesinados y que las puertas y ventanas fueron selladas para evitar su huida. "Estaba planeado por sus l¨ªderes", afirma Ruenda Didas, un administrativo local. "No me creo que toda esa gente hubiera planeado morir".
Faustine Tirenderana, un anciano granjero que ayer se acerc¨® al lugar del incendio para saber qu¨¦ hab¨ªa sido de sus vecinos, cont¨® a Reuters c¨®mo la tranquila vida de ¨¦stos se hab¨ªa visto alterada en los ¨²ltimos meses. Los l¨ªderes, que s¨®lo dejaban a sus seguidores comunicarse por gestos, hab¨ªan vaticinado que el mundo se acabar¨ªa el pasado 31 de diciembre. Al no cumplirse su predicci¨®n, los fieles comenzaron a cuestionar a sus l¨ªderes, que inclu¨ªan a varias monjas y curas cat¨®licos excomulgados. Algunos comenzaron a demandar que les devolvieran el dinero y las propiedades que hab¨ªan entregado al entrar en la secta. Los l¨ªderes decidieron prorrogar la fecha del fin del mundo "y asegurarse de que llegaba", a?ade Tirenderana.
Una tragedia anunciada
El m¨¢ximo l¨ªder del Movimiento por la Restauraci¨®n de los Diez Mandamientos de Dios escribi¨® a su esposa para anunciarle el suicidio de los miembros de la secta un d¨ªa antes de que ¨¦ste se produjera, seg¨²n uno de sus hijos. Joseph Kibwetere, de 68 a?os, envi¨® a su esposa Teresa una maleta llena de libros y una carta -la primera en tres a?os- en la que le ped¨ªa que siguiera "con lo que hemos estado haciendo porque nosotros vamos a perecer". En declaraciones al diario ugandes New Vision, el hijo de Kibwetere asegura que su familia le cree muerto, aunque no hay confirmaci¨®n de que se encuentre entre las v¨ªctimas del incendio.
Kibwetere hab¨ªa sido un destacado miembro del Partido Democr¨¢tico, basado en las creencias cat¨®licas, durante las d¨¦cadas de los sesenta y setenta. Su carrera pol¨ªtica termin¨® abruptamente con el triunfo de su partido rival en las elecciones generales de 1980. Kibewetere, que era un rico granjero de pollos, tuvo que huir de su hogar y se refugi¨® en una ciudad cercana. Siete a?os despu¨¦s comenzaba su liderazgo religioso tras proclamar que hab¨ªa o¨ªdo una conversaci¨®n entre Jesucristo y la Virgen Mar¨ªa y que la ten¨ªa grabada en una cinta de casete.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.