El Madrid pasa con sufrimiento
La absurda expulsi¨®n de Guti complica un partido que Ra¨²l hab¨ªa puesto muy pronto en ventaja
El Madrid estuvo en Noruega contra la pared. As¨ª lo dej¨® Guti a los 53 minutos con una expulsi¨®n absurda. A partir de entonces, el Madrid lo pas¨® verdaderamente mal, con el Rosenborg apretando en busca del empate y el Dinamo prohibiendo desde Kiev otro resultado que no fuera la victoria. Pero finalmente, un poco por la suerte y otro poco por Casillas, sali¨® vivo del acoso rival de la segunda parte, supo hacer valer el mejor de los arranques -un gol a los tres minutos- y se meti¨® en cuartos.Hierro s¨®lo resisti¨® un tiempo sobre el helado suelo de Trondheim. Y buena parte del mismo, 35 minutos m¨¢s o menos, con una cojera evidente. Dio lo mismo, en realidad le bastaron los tres minutos para dejar constancia de su importancia en el Madrid. Tres minutos, exactamente los que necesit¨® para se?alarle a Ra¨²l un hueco profundo del campo, justo a la espalda de la disciplinada l¨ªnea defensiva del Rosenborg, y mandarle all¨ª en largo la pelota con una precisi¨®n extraordinaria. Luego, Ra¨²l, que nunca dimite, y menos si su equipo se encuentra en una situaci¨®n l¨ªmite, prolong¨® la jugada y mand¨® el bal¨®n a la red. Pero el gol que meti¨® al Madrid en los cuartos de final, el que le dio la tranquilidad para sobrevivir al fr¨ªo, a la tensi¨®n del momento y el dominio del Rosenborg, se lo invent¨® Hierro, un tipo que en plena cuesta abajo sigue resultando imprescindible.
A Hierro cada vez los golpes le duelen m¨¢s y los m¨²sculos le respetan menos. Y su indiscutible deterioro f¨ªsico ha mermado su potencial hasta convertirle en un riesgo defensivo para el Madrid. Porque le cuesta ejecutar con rapidez los movimientos imprevistos, porque anda lento para rectificar, porque se siente inseguro y siempre da un paso atr¨¢s muy nocivo para el equipo, porque mide peor y anticipa menos... Le queda oficio para disimular y poder a¨¦reo para competir con cualquiera, pero en general empieza a ser m¨¢s un problema que una soluci¨®n para las tareas destructivas. Pero Hierro sigue sin tener precio de cara a la porter¨ªa contraria. A d¨ªa de hoy sigue sin aparecer un jugador en Espa?a, y muy pocos en el planeta, que desplacen el bal¨®n con tanta profundidad y precisi¨®n. Hierro es oro puro para sacar el bal¨®n, insustituible casi en ese apartado ahora que todos los equipos presionan cada vez m¨¢s y m¨¢s arriba. Y por eso el Madrid, aun en su declive, le necesita. Bast¨® un pase de 50 metros a los tres minutos para dejarlo claro.
Porque, adem¨¢s, si Fernando Hierro empieza a ser un riesgo defensivo para el Madrid, m¨¢s lo es, por ejemplo, Roberto Carlos. Fue precisamente por el costado del brasile?o por donde el Rosenborg fabric¨® su peligro en la primera parte. Por all¨ª entr¨® Sorensen, que le gan¨® varias incursiones a Roberto Carlos, para descorchar sus centros. Centros a los que el Madrid le ten¨ªa pavor -se juntaban los problemas a¨¦reos del equipo con las virtudes por alto del rival- y que en esa fase fueron resueltos con cierta autoridad. Hierro, Iv¨¢n Campo -buen partido el suyo- y Casillas ganaron la mayor¨ªa de las batallas y s¨®lo en los rechaces, a los que Carew acudi¨® siempre m¨¢s presto que Hierro, el Rosenborg acert¨® a crear alguna ocasi¨®n. Dos o tres todo lo m¨¢s y siempre con la respuesta serena y providencial de Iker Casillas, imparable en su carrera por convertirse en un portero con may¨²sculas.
Tuvo m¨¢s la pelota el Rosenborg, pero nunca consigui¨® moverla con demasiado veneno. Por eso no le preocup¨® la cuesti¨®n al Madrid, que vivi¨® desde el minuto tres m¨¢s pendiente de manejar el resultado que de discutirle el dominio al adversario. Tir¨® alguna que otra contra, en una de las cuales pudo incluso ponerle un cerrojo al partido -un remate de McManaman al palo-, pero vivi¨® esa primera parte c¨®modamente desde atr¨¢s. Nada hac¨ªa presagiar problemas al Madrid en ese periodo inicial, pero la segunda parte cont¨® otra cosa.
Hierro se qued¨® en la caseta y su equipo lo pag¨®. Primero porque Karanka estuvo m¨¢s inseguro y, sobre todo, porque el Madrid perdi¨® salida del bal¨®n. El Rosenborg encontr¨® m¨¢s facilidad para llegar, y ya no s¨®lo por el flanco de Roberto Carlos, y Carew comenz¨® a sentirse m¨¢s a gusto en el ¨¢rea. Avis¨® con dos o tres remates francos, pero Casillas estuvo inspirado.
El panorama termin¨® de oscurec¨¦rsele al Madrid con la expulsi¨®n de Guti. Autoexpulsi¨®n, para ser m¨¢s exactos. Ya la primera amarilla que recibi¨® fue una estupidez: mandar la pelota fuera para perder tiempo en las mismas narices del colegiado. Y la segunda fue por una acci¨®n similar. Ya se intuy¨® que Guti no estaba ayer en sus cabales cuando con el fr¨ªo reinante apareci¨® sobre el c¨¦sped en manga corta, pero nada hac¨ªa sospechar que iba a atentar tanto contra su equipo. As¨ª fue: s¨®lo hab¨ªan pasado 53 minutos y el Madrid, por culpa de Guti, se quedaba en alarmente inferioridad.
El Rosenborg se estir¨® en sus llegadas, y los madrile?os se vieron forzados a replegarse m¨¢s de la cuenta. El Rosenborg acarici¨® el gol, pero, tal vez para compensar la inconsciencia de Guti y la lesi¨®n de Hierro, la suerte, y un Casillas espl¨¦ndido, salvaron al cuadro espa?ol. Y el Madrid, aunque con agon¨ªa, entr¨® en cuartos.
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