El baile de las fusiones
Abordar un asunto tan amplio y complejo como el que sugiere el t¨ªtulo de este art¨ªculo conlleva, al menos, el riesgo de la inmodestia, o, el de aportar poco a lo mucho (bueno y malo) que ya se ha dicho (m¨¢s que escrito). No obstante, y basado en m¨¢s de 10 a?os de experiencia analizando el sector energ¨¦tico, tanto en Espa?a como fuera, espero poder introducir alguna reflexi¨®n, al menos novedosa, en el espacio que permite un art¨ªculo de prensa.No vamos a incidir sobre hechos sobradamente conocidos por un lector de prensa: estamos asistiendo a un imparable baile de fusiones, adquisiciones y acuerdos de cooperaci¨®n en casi todo el mundo, unos que llegan a puerto, y otros que no. El ¨²ltimo hito en Espa?a ha sido el reciente acuerdo entre el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y Telefonica, al que (imagino) no tardar¨¢ en responder el BSCH.
Hay un constante baile, en el caso espa?ol, entre bancos, empresas energ¨¦ticas, de comunicaciones, de contenidos medi¨¢ticos... Cambio que se acelera por momentos.
Para intentar llegar a entender algo hay, primero, que caracterizar estos movimientos en el caso espa?ol, y por tanto llegar a ver en qu¨¦ se parecen y en qu¨¦ se diferencian con lo que ocurre en otras latitudes. En segundo lugar, hay que ver hasta qu¨¦ punto son aut¨®nomos del poder pol¨ªtico, en la medida en que el Gobierno es el primer ejecutivo de nuestra estrategia como pa¨ªs. Y en tercer lugar, hay que tratar de intuir la senda por la que nos conducen estos hechos y qu¨¦ riesgos y oportunidades se vislumbran.
En el mundo, estos movimientos se caracterizan porque las empresas buscan tomar una posici¨®n ante un entorno de profundos cambios tanto por el lado de la oferta como de la demanda que venimos en llamar globalizaci¨®n. Las formas de producir, vender y comprar (parece) que van a cambiar profundamente y esto tendr¨¢, si no est¨¢ ya teniendo, importantes consecuencias en cuanto a la divisi¨®n internacional del trabajo y al reparto de la renta, tanto entre pa¨ªses como en el interior de los mismos. Estamos siendo testigos de c¨®mo la teor¨ªa de Darwin es v¨¢lida tambi¨¦n en econom¨ªa: s¨®lo aquellas empresas que demuestren mayor capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones, al margen de que sean ahora grandes o peque?as, nacionales o extranjeros, sobrevivir¨¢n.
Los movimientos empresariales a veces son proactivos (por ejemplo cuando una empresa tradicional entra en los nuevos negocios electr¨®nicos, caso de General Electric en Estados Unidos o Abengoa en Espa?a), y a veces defensivos (normalmente cuando se busca ganar tama?o para generar econom¨ªas de escala y porque no, para limitar el alcance tanto de la competencia como de ser adquiridos por otros competidores)
Uno tiene la impresi¨®n de que ahora los movimientos entre las grandes empresas espa?olas son defensivos, y que hemos cerrado un periodo previo proactivo: de expansi¨®n inversora en Am¨¦rica Latina.
Efectivamente, la mayor parte de los movimientos empresariales que estamos conociendo son en clave nacional, y no sabemos si vamos hacia uno o dos macrogrupos espa?oles. Y los ¨®rganos encargados de velar por la competencia parecen estar perdidos o desbordados por los acontecimientos.
Por otro lado, es ya un t¨®pico decir que los movimientos econ¨®micos se est¨¢n haciendo cada vez m¨¢s aut¨®nomos del poder pol¨ªtico, pero extra?a que (de momento) no recibamos mensajes claros tanto por parte del Gobierno (espa?ol y europeo) como de las autoridades de la competencia, acerca de si este proceso es deseable o no, y hacia d¨®nde nos conduce y si existe alg¨²n tipo de estrategia como naci¨®n al respecto.
Hay grandes preguntas sin contestar tales como si el Gobierno est¨¢ siendo un agente activo en este proceso o si s¨®lo es un espectador... Todo parece indicar lo primero, aunque sea por las p¨²blicas y notorias vinculaciones entre los grandes patronos de estas empresas y el Gobierno.
En cualquier caso, una estrategia defensiva puede basarse en alianzas internacionales o en el territorio espa?ol. Esto ¨²ltimo conlleva grandes riesgos, porque fortificar posiciones en un mercado interior tan peque?o puede, casi con seguridad, ser a costa del consumidor y (parcialmente) de la competitividad de ciertas industrias, y porque, si un d¨ªa llega a caer la fortaleza en manos extranjeras, esto ocurrir¨¢ de golpe y ser¨¢ traum¨¢tico para el orgullo nacional.
Ahora m¨¢s que nunca hay que perder el miedo a las alianzas internacionales porque, como dice Robert Reich, de la Universidad de Harvard: "Estamos pasando por una transformaci¨®n que modificar¨¢ el sentido de la pol¨ªtica y de la econom¨ªa en el siglo venidero. No existir¨¢n productos ni tecnolog¨ªas nacionales, ni siquiera industrias nacionales. Ya no habr¨¢ econom¨ªas nacionales, al menos tal como concebimos hoy d¨ªa la idea. Lo ¨²nico que persistir¨¢ dentro de las fronteras nacionales ser¨¢ la poblaci¨®n que compone un pa¨ªs. Los bienes fundamentales de una naci¨®n ser¨¢n la capacidad y la destreza de sus ciudadanos...".
Javier de Quinto es profesor de la Universidad de San Pablo-CEU
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