Nueva generaci¨®n de sensores de glucosa fiables
La pieza que debe complementar la bomba de insulina para constituir un aut¨¦ntico p¨¢ncreas artificial es un sensor que mida de forma constante y fiable los niveles de glucosa en sangre. Aunque todav¨ªa no existe un modelo perfecto, ya se est¨¢ desarrollando una nueva generaci¨®n de aparatitos de estas caracter¨ªsticas que se aproximan cada vez m¨¢s al ideal.Un ejemplo de esta nueva generaci¨®n de sensores de glucosa se parece a un reloj de pulsera. Desarrollado por los investigadores de la empresa californiana Cygnus, este sistema se lleva en la mu?eca y utiliza una m¨ªnima corriente el¨¦ctrica para extraer un poco de fluido a trav¨¦s de la piel, que lleva hasta unas almohadillas de gel que miden los niveles de glucosa tres veces por hora.
"La corriente es muy baja; lo que se siente al ponerse este mecanismo es una especie de leve hormigueo que pronto desaparece", afirma Russell O. Potts, vicepresidente de Cygnus, y autor de un trabajo sobre este peque?o monitor publicado recientemente en la revista JAMA.
La agencia estadounidense para el control de medicamentos y alimentos (FDA) ya ha aprobado otro sistema de control continuo de glucosa para uso m¨¦dico. Este sistema, de la firma Mini Med, incluye un sensor que el m¨¦dico inserta bajo la piel del abdomen. Un cable del sensor llega a un peque?o ordenador que se puede enganchar a la hebilla del cintur¨®n. El sistema lee los valores de glucosa cada cinco minutos durante
72 horas.
Al igual que el aparato de Cygnus, el sensor de Mini Med mide la glucosa del tejido en lugar del nivel en sangre, y despu¨¦s efect¨²a una extrapolaci¨®n de esta medida. "Esperamos a?adir alarmas de hipo e hiperglucemia al sistema a fin de que los pacientes sepan cu¨¢ndo sus niveles de az¨²car en sangre son demasiado altos o bajos", dice Robert Murtfeldt, de Mini Med. Se espera que la pr¨®xima versi¨®n de este sistema sea ya comercial y permita transmitir la lectura de los niveles de glucosa sin necesidad de cables.
Otros investigadores est¨¢n trabajando en la creaci¨®n de un sensor no invasivo. El sistema lanza un rayo de luz casi infrarroja a trav¨¦s de tejido plagado de peque?os vasos sangu¨ªneos, como el l¨®bulo de la oreja, la punta del dedo, el tejido de uni¨®n del dedo pulgar y el ¨ªndice, o incluso la lengua. Los cient¨ªficos efect¨²an una extrapolaci¨®n a partir de los datos que poseen para hallar la concentraci¨®n de glucosa en el tejido.
M¨¢s cerca de cerrar el c¨ªrculo
A. E. (NYT) Nueva York
Un p¨¢ncreas artificial que imite con ¨¦xito a uno natural tiene que combinar una medici¨®n continua en tiempo real de los niveles de glucosa, y debe tener un dep¨®sito de insulina que responda instant¨¢neamente a estas mediciones suministrando la cantidad exacta de insulina, como hace un p¨¢ncreas natural. "A¨²n no hemos cerrado el c¨ªrculo; no contamos con un sistema autom¨¢tico que detecte los niveles de az¨²car en sangre y que a la vez indique a la bomba la cantidad exacta de insulina que tiene que suministrar, pero nos estamos acercando".
El p¨¢ncreas hace otras cosas adem¨¢s de suministrar insulina, que es la hormona que mantiene en un nivel constante la cantidad de az¨²car disuelto en sangre. Pero la investigaci¨®n se ha centrado en esa funci¨®n por el elevado n¨²mero de personas que padece diabetes.
Los diab¨¦ticos que pueden mantener unos niveles normales o casi normales de az¨²car o glucosa en sangre reducen el riesgo de sufrir graves complicaciones, como amputaciones, ceguera, lesiones neurol¨®gicas, enfermedades coronarias o fallo renal. Un sensor continuo de glucosa, aunque a¨²n no est¨¦ conectado a un dispensador autom¨¢tico de insulina, podr¨ªa ayudar a reducir estos riesgos. Tambi¨¦n podr¨ªa ser una valiosa se?al de alarma cuando baja el nivel de az¨²car en sangre, lo que puede causar la p¨¦rdida de conocimiento.
Los m¨¦dicos que trabajan con diab¨¦ticos llevan tiempo siguiendo con creciente inter¨¦s los avances logrados para conseguir un p¨¢ncreas artificial. "Ahora estamos haciendo trasplantes de p¨¢ncreas con bastante ¨¦xito, pero nos gustar¨ªa sustituirlos por m¨¢quinas", afirma el endocrin¨®logo cl¨ªnico George L. Siegel. "La idea de un p¨¢ncreas artificial es maravillosa".
Siegel considera que la tecnolog¨ªa a¨²n tiene muchos retos que superar para alcanzar el p¨¢ncreas artificial. "Tenemos una parte de ¨¦l, la bomba de insulina", afirm¨®. "Cuando exista un sensor fiable y min¨²sculo para controlar constantemente la glucosa, el p¨¢ncreas artificial estar¨¢ mucho m¨¢s cerca de ser real".
Si el p¨¢ncreas artificial llega a ser una realidad, en parte lo ser¨¢ gracias a un inventor, Robert E. Fischell, que llev¨® a cabo el primer trabajo hace casi 20 a?os. En 1980, Fischell, que entonces trabajaba en el Laboratorio de F¨ªsica Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, invent¨® y supervis¨® el desarrollo de una bomba programable que pod¨ªa implantarse y que administraba un flujo estable de insulina a los pacientes d¨ªa y noche.
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