Renovaciones y atajos
KOLDO UNCETA
El terremoto que ha sacudido al PSOE tras el 12 de marzo refleja algo m¨¢s que una derrota electoral, por mucho que ¨¦sta haya sido realmente abultada. Por el contrario, da la impresi¨®n de que un resultado satisfactorio en las pasadas elecciones era lo ¨²nico que pod¨ªa permitir aplazar lo inaplazable: el debate sobre el futuro del partido y, m¨¢s en general, la discusi¨®n sobre el futuro de la izquierda en Espa?a. Y as¨ª, la dimisi¨®n de Almunia no ser¨ªa tanto la reacci¨®n precipitada que algunos le han criticado, sino un gesto ya meditado con anterioridad, para la eventualidad de un desenlace electoral como el que se dio. S¨®lo un resultado digno pod¨ªa seguir manteni¨¦ndole al frente de un partido roto y sin ideas para encarar el futuro, al frente de una organizaci¨®n que le hab¨ªa rechazado en las primarias como candidato. Quienes critican como precipitada la dimisi¨®n de Almunia es porque, en el fondo, ven reflejado en la misma su propio destino.
El problema es que el replanteamiento, renovaci¨®n o refundaci¨®n del socialismo debe hacer frente al mismo tiempo a cuestiones de distinto tenor. Hay en primer lugar un problema de personas, de talantes, de m¨¦todos, de formas de abordar la pol¨ªtica, que la ciudadan¨ªa no digiere con facilidad. La arrogancia con que Felipe Gonz¨¢lez trataba a sus adversarios pudo, durante un tiempo, llegar a ser socialmente admitida en un l¨ªder carism¨¢tico como ¨¦l, aunque a la postre le acabara pasando la correspondiente factura, engrosada a¨²n m¨¢s por los reiterados casos de corrupci¨®n, o por el desprecio al Estado de Derecho en la concepci¨®n de la lucha antiterrorista. Pero las burdas imitaciones de Gonz¨¢lez que han querido encarnar tantos y tantos jefes de segunda fila, sus disputas por ocupar un lugar m¨¢s caliente bajo el sol de los ¨®rganos de direcci¨®n o de las listas electorales, su imagen de profesionales de la pol¨ªtica en el peor sentido de la palabra, han acabado por conducir al PSOE a una dif¨ªcil situaci¨®n.
Pero no todo, l¨®gicamente, es cuesti¨®n de talantes o de personas. Hay, por supuesto, un problema de ideas. El breve per¨ªodo en que Borrell fue candidato puso de manifiesto que el ansia de renovaci¨®n existente, expresada en el duro castigo sufrido por el aparato del partido, no tuvo su correspondencia en una renovaci¨®n de las ideas. La militancia hab¨ªa dado la espalda a unos talantes, unas formas, unas personas, pero ello, por s¨ª s¨®lo, no hab¨ªa logrado hacer florecer nuevas propuestas. Y aqu¨ª radica el, en mi opini¨®n, aut¨¦ntico nudo gordiano del problema. La renovaci¨®n no puede ser el resultado de sesiones de lluvia de ideas con asesores en marketing, para confeccionar atractivos programas electorales. Por el contrario, la renovaci¨®n de las ideas s¨®lo podr¨¢ venir del contacto permanente con los movimientos sociales, de la preocupaci¨®n por el debate intelectual, de la apertura a la sociedad.
El dilema que tiene ahora mismo planteado el PSOE no es si renovarse o refundarse. El papel lo aguanta todo y algunas palabras pueden adquirir cualquier significado que se les quiera dar. La cuesti¨®n a resolver es si se pretende dar con la varita m¨¢gica que permita ganar las pr¨®ximas elecciones o, por el contrario, emprender una reformulaci¨®n del propio discurso capaz de encarar los problemas del mundo actual. La llegada al gobierno del PSOE permiti¨® abordar algunas tareas pendientes, que tradicionalmente hab¨ªan sido patrimonio de la izquierda: universalizar las pensiones o la atenci¨®n sanitaria, mejorar la educaci¨®n o legislar sobre el aborto, cuestiones por otra parte resueltas mucho tiempo atr¨¢s en la mayor parte de Europa. Pero seguir levantando las mismas banderas y agitando los fantasmas de siempre, pensando que la ciudadan¨ªa iba a encomendar la gesti¨®n vitalicia de tales asuntos a la izquierda, no era sino mero voluntarismo, m¨¢xime tras la relativa eficacia y hasta el talante mostrados por algunos ministros del PP.
As¨ª las cosas, la obsesi¨®n por resolverlo todo en cuatro a?os podr¨ªa acabar llevando al PSOE a estar doce o m¨¢s en la oposici¨®n. La b¨²squeda desesperada de atajos aleja, muchas veces, el objetivo deseado. Prepararse para la traves¨ªa del desierto, puede ser, en estos momentos, la postura m¨¢s inteligente.
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