Bienaventurados
La escena, seg¨²n la escribe san Lucas, se desarrolla con suma precisi¨®n. Unos d¨ªas antes, un grupo de fieles fatigados y hambrientos "arrancaban espigas, y com¨ªan, restreg¨¢ndolas con las manos". Al percatarse de ello, los fariseos les acusan de no respetar la ley. Jes¨²s se indigna, pero guarda su respuesta hasta un s¨¢bado posterior, cuando, tras permanecer la noche entera recogido en el bosque, elige a doce seguidores. "Descendi¨® con ellos y se par¨® en un lugar llano", dice el narrador. Hab¨ªa all¨ª gran muchedumbre "de toda Judea y de la costa de Tiro y de Sid¨®n". Ese llano, que se encuentra en Galilea, cerca de la actual Korazin, ha salido estos d¨ªas en las telenoticias. Tambi¨¦n ahora se hab¨ªan juntado hasta cien mil seguidores de obediencia greco-melquita, maronita, caldea, siria, latina y bizantina, seg¨²n los diarios.En su versi¨®n de la escena, los cineastas y pintores suelen situar a Jes¨²s en lo alto de una colina, siguiendo la narraci¨®n del evangelista Mateo. Pero, por una vez, me parece m¨¢s convincente Lucas. Jes¨²s estaba en el llano, a la altura de la muchedumbre, porque quer¨ªa hablar a los humillados. Bendijo entonces a los pobres, a los hambrientos, a los que lloran, a los aborrecidos, a los perseguidos. Y no ocult¨® su ira contra los ricos, los satisfechos, los fariseos inquisidores. Concluy¨®, sin embargo, con el m¨¢s misterioso de los imperativos: "Amad a vuestros enemigos". Imagino a la muchedumbre at¨®nita, quiz¨¢s cabizbaja e incierta, porque aquella orden era incomprensible. Sigue siendo dif¨ªcil de entender.
All¨ª, frente al lago Tiber¨ªades, tambi¨¦n se ha sentado el Papa, pero no a la altura de la muchedumbre, como dice Lucas, sino elevado sobre una c¨¢tedra y a distancia, como dice Mateo. El anciano Wojtyla, muy abatido, quiso comentar el serm¨®n. "Las palabras de Jes¨²s", dijo, "son extra?as porque bendice a los que parecen ser perdedores". Pero Jes¨²s nunca habl¨® de los perdedores, sino de los humillados. En su tiempo, y hasta hace muy poco, nadie comparaba la vida con una competici¨®n deportiva.
La literatura sigue siendo un arte considerable. Dos mil a?os despu¨¦s de haber sido escrito, el relato de Lucas es m¨¢s veros¨ªmil y preciso que cualquier comentario. Por vertiginosa que sea la altura del comentarista.
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