La debilidad del centro
La situaci¨®n en Chile parece tan tranquila tras la transmisi¨®n del poder presidencial a Ricardo Lagos que corremos el riesgo de olvidar el significado general de la campa?a que acaba de desarrollarse, la posibilidad -durante un tiempo- de la victoria de Lav¨ªn y el contexto general en el que se sit¨²an estos acontecimientos locales.En Chile, como en otros pa¨ªses, hemos asisitido a un avance de un "populismo" que descansa en la profunda indiferencia de la poblaci¨®n -en especial de los j¨®venes- hacia los partidos y la pol¨ªtica en general. Un movimiento an¨¢logo se desarrolla hoy en M¨¦xico, donde no es tanto el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN) como la personalidad de Fox quien halla un apoyo inesperado en la campa?a presidencial. Si bien las diferencias entre Fujimori y Ch¨¢vez, Lav¨ªn y Bossi o Haider son fundamentales, en muchos pa¨ªses se est¨¢ produciendo una crisis de la democracia representativa. Lav¨ªn, como Fox, ha basado su campa?a en la idea del cambio necesario. En otros casos, ha sido sobre todo la xenofobia la que ha alentado estos movimientos. Vuelvo a decir que las diferencias entre estos movimientos pol¨ªticos son profundas; pero igual de profundas eran las diferencias entre el nazismo y el leninismo y ello no impide que el concepto de totalitarismo haya sido, y siga siendo siendo, necesario. ?Acaso no se debe hablar de un neopopulismo, definido como la crisis de las instituciones pol¨ªticas nacionales debilitadas por la incapacidad de los gobiernos de influir en la situaci¨®n social, de disminuir la exclusi¨®n, de elaborar proyectos de futuro, de, simplemente, afianzar la conciencia de pertenencia nacional?
Viene de inmediato a la mente el hecho de que la globalizaci¨®n ha sido considerada como la impotencia de los gobiernos nacionales y de las fuerzas sociales para intervenir en una situaci¨®n regida casi en su totalidad por la l¨®gica de los mercados mundiales. Pero es m¨¢s bien la relaci¨®n inversa la que se corresponde con la realidad. El estudio de cada crisis regional ha demostrado que la gesti¨®n nacional, econ¨®mica o financiera, desempe?a un papel central en la crisis y en sus consecuencias. ?Qui¨¦n sino el Gobierno ruso fue el principal responsable de la grave crisis del rublo en agosto de 1998? Sobre todo hoy, cuando se habla m¨¢s de nueva econom¨ªa y de Internet que de globalizaci¨®n, sabemos hasta qu¨¦ punto depende de cada pa¨ªs entrar o no en el mundo de la alta tecnolog¨ªa y situarse a un lado o a otro de eso que los estadounidenses llaman numerical divide. Hay, pues, que preguntarse por qu¨¦ los Estados y los sistemas pol¨ªticos dan la impresi¨®n de ser impotentes frente a unos problemas sobre los que en realidad tienen muchas posibilidades de intervenir. Partamos del caso chileno, por estar de actualidad, e intentemos extrapolar la lecci¨®n.
Chile ha decidido permanecer en una transici¨®n indefinida, incluso puede decirse que interminable. La raz¨®n principal es que, desde la vuelta de la democracia, est¨¢ gobernado por una concertaci¨®n en la que se mezclan elementos de centro-derecha y centro-izquierda, muy pr¨®ximos y, a la vez, muy alejados entre s¨ª. Durante largo tiempo, mientras estuvo gobernada por la alianza entre la democracia cristiana y los socialistas, Italia vivi¨® la misma situaci¨®n. ?Acaso no ha sido la incapacidad nacional de definir una pol¨ªtica de derechas y una pol¨ªtica de izquierdas y de elegir entre ellas lo que ha provocado la par¨¢lisis pol¨ªtica y el desarrollo de una corriente populista, autoritaria o no? Pero esta pregunta nos remite de inmediato a otra: ?de d¨®nde procede la victoria casi generalizada del centro, que es la definici¨®n que corresponde a la naturaleza del r¨¦gimen pol¨ªtico de Alemania y del Reino Unido? Lo que se manifiesta en todos los casos es, ante todo, la desaparici¨®n de la izquierda y de la derecha cl¨¢sicas, que reduce el espacio pol¨ªtico a unas relaciones de alianza y de contrapeso entre unos partidos pol¨ªticos incapaces de diferenciarse y luchar de forma clara.
Tanto en Europa como en Latinoam¨¦rica, la izquierda ha estado tan dominada por la idea revolucionaria y la defensa del papel del Estado como actor central de la sociedad y, sobre todo, de la econom¨ªa, que ha quedado gravemente debilitada por el desmoronamiento del modelo sovi¨¦tico. En la derecha, las antiguas oligarqu¨ªas est¨¢n en fuerte retroceso, y los nacionalistas se hallan debilitados por la internacionalizaci¨®n de la econom¨ªa.
La existencia de desigualdades crecientes y la exclusi¨®n de una parte importante de la poblaci¨®n de la econom¨ªa activa ha reducido la capacidad de integraci¨®n social de los sistemas pol¨ªticos. Ni los nuevos ricos ni los nuevos pobres se sienten representados y la vida pol¨ªtica se encuentra recluida en un centro, cada vez m¨¢s estrecho, que termina por definirse por su monopolio de la vida pol¨ªtica m¨¢s que por un programa de acci¨®n. Si la econom¨ªa va bien, como fue el caso de Chile durante mucho tiempo, este centrismo tiene muchas ventajas; pero cuando hay una crisis o un estancamiento, la coalici¨®n centrista est¨¢ sometida a grandes tensiones. En ocasiones, como en Venezuela, el sistema de partidos est¨¢ tan desacreditado y carcomido por la corrupci¨®n que se hunde. En Colombia, el sistema pol¨ªtico no consigue ya controlar el territorio nacional.
Imaginemos la victoria de Lav¨ªn en Chile coincidiendo con el regreso de Pinochet, que supuso una demostraci¨®n de fuerza del Ej¨¦rcito. ?Habr¨ªa resistido el pa¨ªs a la divisi¨®n? La victoria de Ricardo Lagos descart¨® esta inquietante hip¨®tesis. Pero tal vez sea s¨®lo de forma aparente, dado que la democracia cristiana est¨¢ debilitada y duda entre la derecha y el centro. Admitamos que la hip¨®tesis optimista sea cierta y que haya que descartar toda inquietud respecto a ese pa¨ªs. No es ese el caso de otros pa¨ªses, y el de Austria muestra a d¨®nde lleva el agotamiento de una coalici¨®n centrista. ?C¨®mo dejar de pensar que estas coaliciones deben ser pasajeras, como la gran alianza a la alemana o el sistema tripartito de la Francia de posguerra? Es urgente que la vida pol¨ªtica vuelva a polarizarse, que se enfrenten programas que representen alternativas reales, lo que no quiere decir que renazca el esp¨ªritu revolucionario. Tanto en Europa como en Latinoam¨¦rica se corre el gran peligro de que el deterioro o la desintegraci¨®n de los centros pol¨ªticos lleve a brotes populistas, mezcla de liberalismo econ¨®mico y de autoritarismo social, que amenacen la democracia.
Alain Touraine es soci¨®logo, director del Instituto de estudios Superiores de Par¨ªs.
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