Educar para pensar

Las potencias y habilidades intelectuales, lo que llamamos pensar, tambi¨¦n puede reprimirse, reducirse al acto reflejo de etiquetar. Surge as¨ª lo que tal vez podr¨ªa denominarse la actitud de reprimido intelectual.Esto a veces nos hace instalarnos en la comodidad de la falsa seguridad intelectual, similar a la falsa tranquilidad de los cementerios casi. S¨®lo valen los argumentos de los nuestros, se descalifica lo que dice el otro y se le etiqueta para matarlo, que para eso est¨¢n etiquetas al uso tipo fascista y otras. "No me etiquetes que me matas", le¨ª en una publicaci¨®n feminista.

La educaci¨®n se marca un objetivo esencial: hacer pensar, que los educandos tengan criterio propio para valorar los datos. "La persona inteligente se diferencia de la que no lo es en que distingue los hechos de las opiniones", al decir del genio de la f¨ªsica Maxwell. Ignoro d¨®nde han aprendido esos que van por la vida etiquetando, encumbrando o hundiendo a los argumentos, las ideas, seg¨²n sea qui¨¦n las exprese. Esa actitud intelectual trato siempre de evitarla.

Me encantan las personas que escuchan, que analizan los argumentos y datos, y que en funci¨®n de ello fundamentan sus comentarios y decisiones. Respeto a los que practican le argumento ad hominen, pero me parecen pat¨¦ticos, y les har¨ªa bien ejercitar la tarea de pensar, que es sano. Educar para pensar es tarea prioritaria para un pa¨ªs que aspire a la innovaci¨®n, al progreso, a la libertad, a la solidaridad.

Educar para pensar es bien distinto que educar para formar ciudadanos s¨®lo capaces de repetir procedimientos previamente elaborados por otros. Tambi¨¦n es bien distinto de educar para etiquetar.-