"La plena ocupaci¨®n no es un fin en s¨ª mismo"
Joan Coscubiela, de 45 a?os, abogado laboralista y dirigente sindical, afronta el VII Congreso de CC OO tras cuatro a?os en los que ha consolidado la organizaci¨®n integrando a los disidentes de etapas anteriores. Coscubiela es un renovador del sindicalismo tradicional dispuesto a influir en el cambio en la organizaci¨®n del trabajo de la nueva econom¨ªa. Ayer, el congreso de CC OO aprob¨® su gesti¨®n por abrumadora mayor¨ªa.
Comisiones Obreras de Catalu?a celebra estos d¨ªas su VII Congreso en plena euforia de la nueva econom¨ªa y en un entorno de crisis de los tradicionales modelos sindicales. Joan Coscubiela, el secretario general, cuyo cargo deber¨¢ ser renovado, explica las respuestas del sindicalismo a los nuevos retos de una econom¨ªa m¨¢s globalizada.Pregunta. ?En la nueva econom¨ªa, hay espacio para los sindicatos?
Respuesta: S¨ª, si somos capaces de transformarnos con las nuevas formas de trabajo, los nuevos centros de trabajo y con la nueva tipolog¨ªa de los trabajadores.
P. La nueva econom¨ªa, es decir, las empresas americanas como por ejemplo Microsoft o Intel, que son cada vez m¨¢s empresas del conocimiento, han cambiado totalmente la estructura. Estas compa?¨ªas son cada vez menos jer¨¢rquicas y m¨¢s participativas. La propia estructura empresarial sustituye los sistemas cl¨¢sicos de representaci¨®n. ?Cu¨¢l ser¨¢ el papel de los sindicatos en estas empresas?
R. Esto ocurre en Microsoft, pero me temo que no ocurre en muchas otras empresas de este pa¨ªs. Esto que se denomina nueva econom¨ªa convive con las formas m¨¢s tradicionales de empresa, e incluso casi las utiliza. Para que exista este control de la producci¨®n no directo sino a trav¨¦s de los mercados, todas estas grandes empresas, lo que hacen es hacer girar a su alrededor una gran cantidad de otras empresas que podr¨ªamos denominar satelizadas que funcionan como una constelaci¨®n. Creo que es m¨¢s adecuada la expresi¨®n constelaci¨®n que red, porque gira en torno a una veintena, una cincuentena de empresas que juegan este papel.
P. ?Qu¨¦ tipo de empleo crea la nueva econom¨ªa?
R. No toda la ocupaci¨®n y las relaciones laborales que surgen al calor de esta nueva econom¨ªa tienen el tipo de relaciones laborales que id¨ªlicamente se describen. A nosotros nos gusta que el empresario tenga un concepto participativo e integrador, que valore la formaci¨®n y los conocimientos; precisamente uno de los elementos centrales de la reflexi¨®n que estamos haciendo en estos momentos es el tema de democratizar la empresa, es decir, que la empresa no sea una estructura jer¨¢rquica en la que el empresario se reserva en exclusiva la capacidad para organizar la producci¨®n de bienes y servicios, sino al contrario, que d¨¦ espacio, no s¨®lo a los trabajadores entendidos individualmente, sino tambi¨¦n a ¨¦stos colectivamente entendidos, para cooperar o para negociar todos los temas que afectan a la organizaci¨®n de la propia empresa.
P. ?Teme a la nueva organizaci¨®n del trabajo?
R. Lo que nos da miedo es la empresa muy jerarquizada, con poca implicaci¨®n de los propios trabajadores, en la que la competitividad se intenta conseguir por reducci¨®n de costes laborales y no por incremento de la productividad, en la que la formaci¨®n y la innovaci¨®n tecnol¨®gica no son el elemento central, sino la precariedad y la rotaci¨®n en los puestos de trabajo.
P. ?Qu¨¦ respuesta tiene al desaf¨ªo que supone la globalizaci¨®n?
R. La globalizaci¨®n tiene aspectos positivos... Es un proceso. Es una palabra que, pese a ser larga, es s¨®lo una palabra que expresa cosas muy diferentes. Como todos los procesos hist¨®ricos, tiene momentos de cambio brutal de las relaciones sociales y materiales anteriores. Creo que el debate sobre la globalizaci¨®n es qui¨¦n interviene, qui¨¦n determina y qui¨¦n participa en el gobierno de los cambios. Por ello nosotros planteamos que es necesario incidir en los cambios, ganar los cambios con la fuerza de la participaci¨®n de la gente.
P. En la cumbre de Lisboa se ha planteado como un objetivo posible la plena ocupaci¨®n. En Espa?a esto todav¨ªa nos cuesta mucho entenderlo, porque estamos en el mejor de los casos en el 15% de paro, y con una tasa de actividad y ocupaci¨®n muy baja.
R. La cumbre de Lisboa no ha cubierto las expectativas que ten¨ªamos, y mucho menos el movimiento sindical. Tanto es as¨ª que en estos momentos la confederaci¨®n europea de sindicatos ya ha decidido, para la pr¨®xima cumbre de Oporto del mes de junio, convocar movilizaciones de todos los sindicatos europeos en el mismo momento de ¨¦sta. En relaci¨®n a Europa, yo creo que el crecimiento de la ocupaci¨®n no se puede separar de la calidad de ¨¦sta. Por ejemplo, hoy todo el mundo dice que la situaci¨®n en Catalu?a en algunas comarcas y en algunos sectores es de plena ocupaci¨®n, pero si a continuaci¨®n uno escucha las ofertas de las empresas, estamos hablando, como he o¨ªdo yo hoy, de que a trav¨¦s del propio Servei Catal¨¤ de Colocaci¨® se solicitaba un trabajador o trabajadora familiar para trabajar los fines de semana con jornada completa y se ofrec¨ªa 1,2 millones de pesetas brutas anuales. Esto es pr¨¢cticamente salario m¨ªnimo interprofesional.
P. ?La plena ocupaci¨®n supondr¨¢ aceptar el modelo americano de la econom¨ªa, con unas relaciones laborales muy flexibles y con menos derechos laborales?
R. Es que la plena ocupaci¨®n no es un fin en s¨ª mismo, es un instrumento como los de pol¨ªtica social para conseguir una sociedad cohesionada, en la que la gente tenga derechos. Por tanto, si la plena ocupaci¨®n ha de tener como contrapartida un nivel de desregularizaci¨®n del mercado de trabajo y de precarizaci¨®n de las condiciones de trabajo, ¨¦ste no es el modelo de plena ocupaci¨®n que nosotros queremos, ni la CES tampoco. Porque en Estados Unidos tambi¨¦n se habla de plena ocupaci¨®n. Y despu¨¦s todo el mundo sabe que cuando se analizan las estad¨ªsticas y los datos no es exactamente as¨ª, y que en todo caso... Claro, lo que no es posible es llegar a una situaci¨®n como la que se alcanz¨® hace unos a?os en Estados Unidos, en la que el ministro de Trabajo tuvo que aprobar medidas del propio gobierno federal para completar el salario de una parte de los trabajadores que no llegaban ni a lo que aqu¨ª se considerar¨ªa el salario m¨ªnimo. A esto le llaman plena ocupaci¨®n, pero no son plenos derechos de ciudadan¨ªa ni plenos derechos sociales.
P. A CC OO las palabra flexibilizaci¨®n parece que no le da miedo, al rev¨¦s, ustedes dicen: "Queremos controlar, pactar, intervenir en esto".
R. La flexibilidad pactada que nosotros proponemos es una flexibilidad que debe ser muy respetuosa con los derechos b¨¢sicos y con la seguridad de estos derechos. El reto de futuro es encontrar el equilibrio entre la flexibilidad y la seguridad.
P. Pero aqu¨ª tenemos el 28% de temporalidad y parece que es muy dif¨ªcil bajar de aqu¨ª.
R. No, en absoluto, porque cuando uno analiza los datos de d¨®nde est¨¢ concentrado este trabajo temporal, comprueba que el elemento determinante en d¨®nde hay m¨¢s o menos trabajo temporal, d¨®nde hay m¨¢s o menos presencia organizada. Es decir, nosotros hoy podemos decir claramente que hay sectores estrat¨¦gicos de la econom¨ªa que tienen un 15% o un 18% de temporalidad, que incluso podr¨ªa estar justificada por sus propias caracter¨ªsticas. Por ejemplo, los datos de Catalu?a de la ¨²ltima encuesta de poblaci¨®n activa del ¨²ltimo trimestre de 1999, analizados con rigor, dicen que mientras los j¨®venes de menos de 25 a?os tienen unos ¨ªndices de temporalidad del 69,5%, a partir de los 24 o 25 a?os, este nivel baja al 20%. Y cuando se analizan los datos de temporalidad en funci¨®n del g¨¦nero, se ve que las mujeres tienen un nivel de temporalidad seis puntos m¨¢s elevado que el de los hombres. Todo esto coincide con un tipo de sector empresarial muy diverso, pero que se caracteriza por utilizar mujeres j¨®venes y poco formadas, en general, como estrategia competitiva de la precariedad.
P. ?CC OO quiere gobernar el tr¨¢nsito hacia una mayor flexibilidad?
R. Hemos decidido que m¨¢s que quejarnos de los procesos y situarnos en posiciones defensivas intentaremos mantener un modelo de sindicalismo que corresponde a una etapa cuyas bases sociales y materiales han desaparecido. Se trata de construir este modelo de sindicalismo no aceptando estas reglas del juego pero s¨ª teni¨¦ndolas presentes. El conflicto social que da lugar al sindicalismo contin¨²a existiendo, pero le ocurre como a la energ¨ªa, que ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merecen las stock options?
R. Es muy complicado. Creo que deber¨ªamos distinguir. Aceptamos el hecho de que una empresa tenga un modelo salarial que diferencie entre una retribuci¨®n fija y otra parte del salario variable; y aceptamos que esta parte variable se fije en funci¨®n de la propia evoluci¨®n de los resultados de la empresa. Para nosotros no es ning¨²n problema, al contrario, lo situamos como una propuesta incluso para lo que nosotros llamamos diversificar y humanizar el salario, vincularlo m¨¢s. Venimos de una cultura sindical en la que el trabajador era homog¨¦neo, con las mismas condiciones de trabajo, el mismo salario, la misma jornada, el mismo lugar de trabajo y hasta a veces la misma vivienda o la misma localidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.