La leyenda del beso EMPAR MOLINER
Perdonen que volvamos a ser nosotras, mis 50 mejores amigas y yo, pero es que tenemos una urgencia que contarles. Hemos esperado pacientemente a que alg¨²n comentarista cualificado se nos adelantara, pero, ?ay!, en vano. ?Es que nadie va escribir a fondo sobre lo del Bar?a-Valencia? ?Sobre lo de Kluivert y Guardiola ya est¨¢ todo dicho?Est¨¢bamos el domingo (las cincuenta y una) en el bar Cu?ados Rocaspana viendo el f¨²tbol; sufriendo como locas, atragantadas de pecaditos y de Mirinda, y haciendo la ola en las ocasiones de gol.
Nos gusta ir al Rocaspana si juega el Bar?a porque as¨ª nos hacemos la falsa ilusi¨®n de que ning¨²n hombre nos desea. Gracias al Bar?a, los del bar no nos ceden taburetes, no nos pagan copas, no cantan a nuestro paso, no nos -en fin- desnudan con la mirada. Sentirse una mujer corriente, por unas horas, es muy descansado y resulta una singular cura de humildad (?aunque duele pensar que algunas de ustedes sienten esa hiriente indiferencia cada d¨ªa...!). En ¨¦stas que Kluivert recibe un pase en profundidad de Guardiola. Un pase, de los que nosotras llamamos "al estilo Jos¨¦ Luis de Vilallonga" porque consiste en mirar a la derecha en plan despistado, para en realidad rematar a la izquierda.
Con un pase como el de Guardiola, ustedes, lectores, tal vez no habr¨ªan sabido qu¨¦ hacer, pero es que ustedes est¨¢n muy lejos de ser Kluivert. Nuestro Kluivert hizo algo sublime, m¨ªstico, devastador, llamado gol. Aleladas, empezamos a abrazarnos fraternalmente, con los ojos llenos de l¨¢grimas. El bar Rocaspana de pronto parec¨ªa un ?sepelio! S¨®lo les dir¨¦ que un cliente que entraba a tomar un sol y sombra pens¨® que nos acab¨¢bamos de apuntar a una secta y huy¨® despavorido, por si le quer¨ªamos captar.
"?Gracias, Guardiola!", dec¨ªamos todas. ?Y gracias, padre y madre de Guardiola por traerle a este mundo casual! ?Y gracias tambi¨¦n, padres de los padres de Guardiola! ?Y gracias vaca que diste la leche para que Guardiola tuviera calcio! ?Y gracias sol, que con tus rayos permites la fotos¨ªntesis de las verduras que ha ingerido Guardiola y que le ayudan a tener esta facilidad para los pases a lo Laudrup! ?Y gracias, Riu d'Or, afluente del Llobregat, que ba?as Santpedor y por extensi¨®n has apagado la sed de generaciones de Guardiolas!
Entonces nos dimos cuenta: ?Qu¨¦ extra?o gesto hac¨ªa nuestro h¨¦roe? Por qu¨¦ no se quitaba la camiseta sudada y se pon¨ªa a corretear por el c¨¦sped, al estilo Orzowey, como manda la tradici¨®n?
En lugar de eso, se tocaba la mejilla izquierda mientras el guapo Figo le agarraba por la cintura con el delirio de un profesor de lambada. S¨ª. Se?alaba su cara como lo har¨ªa una tierna abuela con su nieto antes de darle un caramelo. Quer¨ªa que Kluivert le diera un beso.
"?Que se besen, que se besen!", grit¨¢bamos las de la secta. Y ya puestas, a?ad¨ªamos: "?Que se estrujen... que se acurruquen...!".
Entonces Kluivert, en plan intuitivo, se acerc¨® y puso esa inmensa mano como una manopla en su nuca. Expectaci¨®n en el Rocaspana y m¨²sica hortera en nuestros corazones. Despu¨¦s, Kluivert lo hizo. Lo hizo.
?Saben? A m¨ª nunca me han besado as¨ª en la mejilla. Nunca me han puesto una manopla en la cabeza para luego, a lo bestia, succionarme la cara y gir¨¢rmela del rev¨¦s como un calcet¨ªn. Claro que tampoco le he pasado nunca una pelota a Kluivert, pero se supone que un beso en la mejilla tiene que ser apenas un roce sutil. Y eso no fue un roce sutil. Ese beso pronto estar¨¢ disponible en Internet y ser¨¢ de pago!
Cuando te besan en la mejilla y no en la boca, el beso es m¨¢s casto. Ya saben lo que dice la canci¨®n: "El beso, el beso, el beso (aqu¨ª en Holanda) se da si se quiere, con ¨¦l no se enga?a. Me puede usted besar en la mano... me puede dar un beso de hermano, pero un beso de amor, no se lo doy a cualquiera". Siendo evidente que lo de Kluivert no era un beso en la mano, ?era entonces un beso de hermano?
Por mi larga experiencia en temas de besuqueos, habr¨ªa tres tipos de beso, de menor a mayor: en tercer lugar tenemos los besos en la mano. Son besos muy caballerosos, demasiado, y a m¨ª siempre que me han dado uno, ha sido porque me estaban imponiendo una medalla al m¨¦rito o porque ten¨ªa una enfermedad contagiosa.
En la segunda categor¨ªa, tendr¨ªamos el casto beso en la mejilla. Un beso polivalente que tanto te sirve para saludar a una amiga ("hola chata, smuac") como para abandonar a un marido ("adi¨®s, que rehagas tu vida, smuac").
Y en la primera categor¨ªa, hasta ahora, estaba el beso minipimer o beso en la boca, llamado as¨ª por el estado en que quedan despu¨¦s las lenguas besadoras, m¨¢s parecidas a un bistec ruso que a la carne humana. Pues bien: ahora, el besuqueo de Kluivert a Guardiola ha conseguido que Joan Crawford y Clark Gable (que se pegaban el lote en Strange cargo) parezcan dos teletubies. Una podr¨ªa sentarse un rato en los labios de Kluivert o incluso echarse una siestecilla. Lo que quiero decir es que son unos labios demasiado grandes y carnosos para parecer inocentes, ?caramba!
Mis amigas y yo hemos creado una plataforma solidaria para con el beso de Kluivert y ustedes van a ayudarnos. De momento, cada vez que se despidan en las estaciones de tren, cuando vuelvan a casa por Navidad, o cuando le roben el marido a una amiga deben besarse al estilo Kluivert. Con sonrisa, boca abierta y mano en el gaznate. Si alguien les pregunta ?qu¨¦ hacen?, ustedes contestan: "Estoy haciendo un Kluivert". ?A que suena bien? "?Dame un Kluivert, anda!", rogaremos a nuestros novios. Si, por el contrario, trabajamos al aire libre, debemos pensar en las posibilidades de la frase siguiente: "?Nenaaa! ?Te voy a dar un cacho Kluivert que te vas a enterar!".
No s¨¦ c¨®mo termin¨® el partido ni me importa. Ese beso ha cambiado mi vida y la vida de los del bar Rocaspana.
Por el ¨²nico que sufro es por Van Gaal, la verdad. Seguro que sentado en el banquillo, debi¨® de quedarse algo pasmado. "Me cuesta tanto integrarme...", pens¨® en su neerland¨¦s materno: "Por otra parte, qu¨¦ raro es ese chico, el catal¨¢n. ?No? Si cuando yo digo que lee poes¨ªa...".
Y ahora les dejo. Voy a prepararme psicol¨®gicamente para cuando ganemos la Liga. Hasta luego, smuac, un Kluivert.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.