"Leo cosas que nadie ha le¨ªdo en tres mil a?os"
Tiene los conocimientos, el aspecto y la modestia de un sabio arquet¨ªpico. Hasta fuma en pipa. El catal¨¢n Miguel Civil es una de esas personas asombrosas en las que la ciencia -y qu¨¦ ciencia la suya: la asiriolog¨ªa, el estudio de los textos de los pueblos de la antigua Mesopotamia- ha llegado a un nivel de excelencia tal que se destila en un discurso claro, hermoso y que contagia emoci¨®n. Nacido en Sabadell hace 74 a?os, Civil ha sido durante m¨¢s de 30 profesor en el Instituto Oriental de Chicago, meca de los estudios de orientalismo, en la que se ha consagrado como uno de los expertos mundiales en leer textos mesopot¨¢micos -esos extra?os signos cuneiformes trazados sobre tabletas de arcilla que sugieren el corretear de aves sobre un lecho de barro-, sobre todo sumerios. En el umbral de la jubilaci¨®n, Civil proyecta regresar definitivamente a Catalu?a y apoyar aqu¨ª el progresivo despegue de los incipientes estudios orientales. Ayer, fue el encargado de clausurar el I Congreso sobre Arqueolog¨ªa e Historia Antigua del Oriente Pr¨®ximo, que se ha desarrollado en Barcelona desde el pasado lunes, con una conferencia de bello t¨ªtulo, El arte de escuchar voces lejanas.Cuando se le pregunta por el encanto de su trabajo, Civil, que luce una corbata curiosa que reproduce el c¨¦lebre Estandarte de Ur, se lo piensa un momento. "Lees cosas que nadie ha le¨ªdo en tres mil a?os". ?Qu¨¦ cosas? "Todo un mundo, desde la contabilidad hasta la filosof¨ªa". ?Y le parece conocer a las personas que escribieron esos textos? "Se ve su mentalidad, al menos la de los escribas, los intelectuales de la ¨¦poca y, ?sabe?, las actitudes filos¨®ficas b¨¢sicas, las relaciones interpersonales, no son diferentes de las nuestras. No han cambiado en todo este tiempo, igual que no han cambiado nuestras manos y nuestros pies".
"De todos los textos, a m¨ª me han interesado mucho los de lexicolog¨ªa", prosigue, "los diccionarios biling¨¹es sumerio-acadio, listas de palabras en los dos idiomas, los diccionarios m¨¢s antiguos que existen. Otro tipo de textos que he trabajado son los di¨¢logos entre estudiantes, una f¨®rmula muy curiosa que se us¨® luego en Grecia y en la Edad Media, para aprender y perfeccionar la lengua, y en la que se emplea el insulto, lo cual es algo desconcertante al principio. Tambi¨¦n me he dedicado mucho a rastrear en las tablillas la historia de la tecnolog¨ªa; mi primera publicaci¨®n fue el recetario m¨¦dico m¨¢s antiguo que se conoce y una de las ¨²ltimas, un manual de agricultura del siglo XVIII antes de Cristo. Otra cosa que he hecho es sobre la historia de la cerveza; los sumerios no ten¨ªan l¨²pulo, ?sabe?, y no la pod¨ªan conservar mucho as¨ª que la fabricaban al d¨ªa. La beb¨ªan con ca?as, para filtrarla. Lo vemos en las im¨¢genes que hay en los cilindros de sellos mesopot¨¢micos". Una cosa curiosa que ha publicado Civil son canciones de taberna sumerias.
Muchas tablillas que se conservan, apunta Civil, son administrativas, la contabilidad anual de oficinas y talleres, recibos, pr¨¦stamos, documentos judiciales. ?Son m¨¢s bellas las de textos narrativos o po¨¦ticos? "Bueno, cada una tiene su encanto".
"De las tablillas", prosigue el estudioso, "una cosa cosa es incre¨ªble: duran para siempre; bien cocida, una tablilla de arcilla es de una permanencia casi geol¨®gica. Es curioso ver como el soporte de la escritura se ha ido haciendo cada vez m¨¢s perecedero, hasta llegar al moderno papel. Las tablillas, eso s¨ª, tienen el problema de que se rompen y, entonces, te puedes encontrar con que un fragmento est¨¢ en Estambul y otro en Berl¨ªn. A veces logras reconstruir un texto de un mont¨®n de trozos de arcilla y eso produce una gran satisfacci¨®n".
La inform¨¢tica, apunta Civil, ha sido una gran revoluci¨®n en su trabajo. "Los asiri¨®logos ¨¦ramos poco h¨¢biles con la tecnolog¨ªa, pero ahora nos facilita mucho las cosas, y nos hemos adaptado".
?C¨®mo llega uno a hacerse especialista en textos sumerios? "Pues mire, hubo algo de casualidad. En los a?os cincuenta me march¨¦ de aqu¨ª porque estaban muy mal las cosas, me fui a Par¨ªs para educarme y para escaparme, sin saber si me dedicar¨ªa a pintar o a escribir novelas. Yo hab¨ªa empezado como monje en Montserrat, aunque aquello no me dur¨® mucho, y en el museo del monasterio hab¨ªa visto las tablillas de escritura cuneiforme que se conservan ah¨ª. Era un campo que despertaba mi curiosidad y en Par¨ªs asist¨ª a algunas clases y acab¨¦ entreg¨¢ndome de lleno a los estudios mesopot¨¢micos. Cuando pensaba en regresar a Barcelona para dedicarme a ense?ar en un instituto o algo as¨ª, un profesor me recomend¨® a otro que result¨® ser de la Universidad de Filadelfia, donde est¨¢ una de las mejores colecciones de tablillas. Llegu¨¦ en 1958 y estuve cinco a?os. Luego pas¨¦ a Chicago, al Instituto Oriental, un lugar fant¨¢stico para trabajar, por la calidad y el n¨²mero de investigadores. He pasado ah¨ª 36 inviernos. No es f¨¢cil olvidar los inviernos en Chicago".
Cuando se le pregunta a Civil por el romanticismo de su trabajo parece algo desconcertado. "Bueno, a m¨ª me gusta ir al desierto", dice. "Creo que hace falta un esp¨ªritu m¨¢s bien contemplativo para esta profesi¨®n. Leer los viejos textos es como un viaje, un largo viaje en el tiempo".
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