El manzano de Sotillos
Cuando gan¨® por poco el Partido Popular las elecciones de 1996, que le permiti¨® gobernar gracias a la alianza con los nacionalistas, los que luego declararon que hab¨ªan participado de manera conspirativa en la campa?a electoral previa le recordaron al presidente del Gobierno cu¨¢l hab¨ªa sido su participaci¨®n y c¨®mo deb¨ªa arbitrarse su inevitable gratitud. Algunos de esos pla?ideros de entonces se vengaron despu¨¦s del silencio administrativo denunciando lo que hab¨ªa pasado entonces, antes de aquella primera victoria, antecedente del incuestionable y reciente triunfo arrollador.Si entonces algunos se quedaron defraudados, pues no consta que todos hubieran sido compensados como quer¨ªan a partir del entusiasmo con el que se manifestaron antes del reparto del poder, ahora los palmeros han sido a¨²n m¨¢s expl¨ªcitos. Por tierra, mar y aire, es decir, a trav¨¦s de la prensa y de la radio, lanzaron durante las noches y los d¨ªas adyacentes a aquel triunfo electoral del Partido Popular una recomendaci¨®n a las autoridades que hab¨ªan sido revalidadas por el veredicto de las urnas: ahora, les dec¨ªan, los abajofirmantes de toda laya que han surgido en este pa¨ªs pidiendo un voto distinto al mayoritario que se ha producido deben ser apeados de sus posibles privilegios. Dijeron, en pasquines an¨®nimos e incluso en intervenciones p¨²blicas, algunos nombres y apellidos, pero quer¨ªan ir a algunas cabezas concretas: las de profesionales de la radio, la televisi¨®n y la cultura que hubieran cometido el desliz civil de patrocinar con sus firmas la petici¨®n expl¨ªcita del voto para la formaci¨®n electoral de la izquierda.
Ha sido tal el clima que se ha instalado en los pasillos de las entidades p¨²blicas de la radiotelevisi¨®n que algunos profesionales, muchos de los cuales no hab¨ªan firmado el primer manifiesto ahora incriminado, se han precipitado a firmar otro en el que piden amparo a las autoridades de RTVE -que fue la entidad m¨¢s acosada por los palmeros- para que la actitud civil de los acusados no sea el certificado de su hostigamiento y de su marginaci¨®n. Que es precisamente lo que reclamaron los que en los micr¨®fonos y en los escritos hostigaron a los firmantes del manifiesto electoral...
En ese estado de cosas, con el recuerdo verdaderamente ins¨®lito de aquella reclamaci¨®n al poder para que se diera cuenta de d¨®nde proced¨ªan sus apoyos, la vida misma se ha puesto a reflexionar. Y, en medio de la reflexi¨®n, llega la noticia de que Eduardo Sotillos, antiguo profesional de RTVE, que durante muchos a?os ha dirigido el programa cultural El ojo cr¨ªtico, y que ahora codirige con Armas Marcelo el programa televisivo Los libros, precipita su jubilaci¨®n, la anuncia para junio y se despide de una profesi¨®n en la que ha hecho de todo en todos los tiempos y siempre con una dignidad que ha estado muy por encima de la media que podemos exhibir los profesionales del periodismo de este pa¨ªs.
Sotillos, notorio socialista, que fue incluso pol¨¦mico y activ¨ªsimo portavoz del Gobierno de su partido, es uno de los firmantes de aquel manifiesto sobre el que llovieron piedras despu¨¦s de la noche electoral. Tenemos derecho a vincular su marcha con la presi¨®n que los profesionales de este sector de la prensa p¨²blica han recibido despu¨¦s de aquella noche, claro que tenemos derecho. Sotillos ha hecho, en efecto, de todo en la radio, en la de antes y en la de ahora; su voz se ha familiarizado con todos los asuntos que tuvieran que ver con la creaci¨®n cultural; como empez¨® en la radio cuando ten¨ªa diecinueve a?os y tanta ilusi¨®n como inexperiencia, los que tenemos casi su edad lo recordamos como un veterano que ya estaba antes en todas partes, como el dinosaurio famoso de Augusto Monterroso.
Pero ni es un dinosaurio ni es un sectario ni es, adem¨¢s, un hombre cuyos talentos hayan sido utilizados a troche y moche para favorecer a los que son de su rengl¨®n. ?Por qu¨¦ se jubila, qu¨¦ le precipita a la tiniebla sin duda placentera pero melanc¨®lica del final del tiempo laboral? Claro, ¨¦l lo dir¨¢, pero el contexto suena tan pr¨®ximo a presi¨®n y a agobio que uno tiene el derecho, claro que tiene el derecho, a sospechar que ese clima que han propiciado los palmeros de la noche electoral habr¨¢ tenido mucho que ver con la cantidad de decepci¨®n que hay detr¨¢s de ese rumor que deja en todos sus oyentes, en nosotros mismos, su anunciado abandono.
Los amigos y compa?eros de su programa radiof¨®nico le han regalado a Sotillos un manzano, para que crezca en su jard¨ªn y le d¨¦ sombra a los libros que, tan abundantemente, lee y comenta. Los que le escuchamos cuando est¨¢bamos empezando a aprender sintaxis no s¨®lo le echamos de menos, sino que empezamos a echar de menos la sintaxis. La sintaxis de la modernidad; Cueto lo dec¨ªa esta semana en La Vanguardia: no somos modernos. Y hasta qu¨¦ punto.
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