?Que viene el Tigre, que viene el Tigre! Tiger Woods hace la mejor ronda y acecha a los l¨ªderes el d¨ªa en que los vientos arrasan Augusta

Lleg¨® el mediod¨ªa y los cielos se abrieron. Un poco de lluvia y el viento. Se suspendi¨® el juego un par de horas. La lluvia ces¨®, pero el viento comenz¨® a soplar m¨¢s fuerte, m¨¢s fuerte, los ¨¢rboles gem¨ªan, todo en Augusta ten¨ªa el aire del fin de los tiempos. Y all¨ª, en una esquina, Tiger Woods sonre¨ªa.
Se preparaba el Tigre a pasar la tarde tranquilamente, viendo sufrir a sus rivales. ?l, beneficio debido a sus malas rondas anteriores, al +3 con que lleg¨® al s¨¢bado, hab¨ªa terminado su trabajo. Hab¨ªa hecho un buen trabajo, adem¨¢s. Hab¨ªa terminado la jornada, larga por la interrupci¨®n, en 68 golpes, un -4 que le deja en -1 global, all¨ª arriba, cerca de los l¨ªderes. Que viene el Tigre, que viene el Tigre, se oy¨® comentar en todos los corros. Y todo Augusta cambi¨®. El aire se llen¨® de tensi¨®n. El viento huracanado con que termin¨® el d¨ªa, convirtiendo en heroico el mero intento de hacer par, fue el decorado ideal. El Tigre, s¨ª, aquel jugador que sali¨® como favorito y sobre el que el viernes ya se ironizaba organizando b¨²squedas en la lista de personas desaparecidas, est¨¢ al acecho de la victoria. Al cierre de esta edici¨®n, mediada la tercera jornada, marchaba l¨ªder el jugador de Fiyi Vijay Singh, con -6 tras el hoyo 12?. Segundo, tras el 14?, marchaba Loren Roberts (-4). Terceros, Ernie Els y David Duval (-3 tras el 13? y el 12?, respectivamente) y quinto Phil Mickelson (-2 tras el 13?). Tiger Woods marchaba ya sexto, a cinco golpes, y Sergio Garc¨ªa, que luchaba denodadamente contra los elementos, era, tras el hoyo 15?, 12?, con +1 global (+3 para la jornada).
Cuando mira Tiger Woods de frente a alguien parece que no lo ve, parece que sus ojos, siempre grandes, siempre abiertos en expresi¨®n de perplejidad, miran hacia su interior. O sea, parece un tipo siempre calculador. Fr¨ªo. Sin emociones. Siempre analizando antes de actuar. Pero, al parecer, y seg¨²n confesi¨®n propia, su coraz¨®n es, efectivamente, un m¨²sculo y no un chip de ordenador. Por lo menos, dice, sabe enfadarse. "Vi la tele el viernes por la noche y me fastidi¨® que dijeran que yo ya no ten¨ªa ninguna posibilidad de ganar aqu¨ª". ?Y qu¨¦ hizo entonces, llegar al tee del primero sediento de venganza, de demostrar a los iletrados que pese a terminar a nueve del primero tras la segunda ronda a¨²n pod¨ªa ganar el Masters de Augusta? "No, eso habr¨ªa sido demasiado sencillo, habr¨ªa significado que me dejaba llevar por las emociones. Hoy, s¨¢bado, eso ya lo hab¨ªa dejado a un lado, pero el viernes s¨ª que me molest¨®". Se molest¨® porque es Tiger Woods, se supone, el n¨²mero uno del mundo, el jugador a quien ninguna haza?a le est¨¢ prohibida. Los libros de r¨¦cords del Masters dicen que la mayor desventaja que un jugador ha remontado tras los 36 primeros hoyos fueron los ocho golpes que Jack Burke super¨® en 1956. Hace 44 a?os, ya. Y encima Woods estaba a nueve. "Pero olvidan que en el Open Brit¨¢nico del 99 Paul Lawrie remont¨® 10 golpes en la ¨²ltima jornada". Ya, pero eso fue porque Van de Velde hizo un incre¨ªble triple bogey en el ¨²ltimo hoyo. "S¨ª, pero estoy convencido de que puedo ganar el Masters aun saliendo a ocho o 10 golpes del primero el domingo. Siempre, claro, que juegue una gran ronda de golf".
Seguramente, visto como marchaban sus rivales, peleando por el Amen Corner y otros terrenos peligrosos, Tiger Woods no necesitar¨¢ tama?a haza?a para ganar su segunda chaqueta verde. Pero s¨ª que necesitar¨¢ jugar muy bien. Tan bien como ayer, por lo menos. Cuando ¨¦l jug¨®, de los primeros del d¨ªa, apenas hac¨ªa viento. Una ventaja. Pero quiz¨¢s le habr¨ªa dado igual. Estaba ayer m¨ªstico el jugador estadounidense. Sent¨ªa esa fuerza interior, ese flujo que le hac¨ªa ejecutar todos sus movimientos a la perfecci¨®n. Entr¨® en un ciclo de perfecci¨®n. Grandes golpes de salida, grandes hierros hacia los greens, y grandes sensaciones a la hora de acariciar el acn¨¦ de la bola con el putter. Calent¨® el instrumento, lo afin¨® ligeramente tras un inesperado bogey en el tercero, y empez¨® a encadenar birdies.
Lleg¨® entonces el par¨®n por la tormenta. Un bocadillo en la casa club. Un poco de pr¨¢ctica para no enfriarse. Unas palabras con su gur¨², el siempre a su lado Butch Harmon. El mismo fluido, la misma fuerza interior. Peores resultados. Dos birdies en los dos pares 5 y un bogey. Final, menos uno. Y David Duval, su gran rival, sufriendo en -3 (doble bogey en el 13?), a s¨®lo dos golpes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
