El triunfal retorno de Pl¨¢cido Domingo

El p¨²blico del Teatro del Liceo de Barcelona no hab¨ªa olvidado. Once a?os de ausencia no han conseguido borrar en el ¨¢nimo de los lice¨ªstas el recuerdo de un Pl¨¢cido Domingo que en ese escenario ha brindado interpretaciones mod¨¦licas y que tambi¨¦n fue uno de los pilares b¨¢sicos de sus temporadas l¨ªricas m¨¢s dif¨ªciles. La expectaci¨®n era m¨¢xima. Las localidades estaban agotadas desde hace mucho tiempo y antes de empezar el concierto se pudo ver una larga cola en las taquillas a la espera de la devoluci¨®n de alguna entrada. En la sala, p¨²blico popular, lice¨ªstas de toda la vida, p¨²blico selecto e invitados musicales; entre ellos, la soprano Mar¨ªa Bayo y los directores de orquesta Luis Antonio Garc¨ªa Navarro y Lawrence Foster, directores musicales, respectivamente, del Teatro Real y la Orquestra Simf¨°nica de Barcelona.La ovaci¨®n que recibi¨® Pl¨¢cido Domingo en su salida al escenario fue atronadora, comparable s¨®lo a la que los lice¨ªstas brindaron en 1992 a Victoria de los ?ngeles, otra gran artista ausente del escenario del coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s largo tiempo. Casi tres horas despu¨¦s, la velada se cerr¨® con 20 minutos de aplausos y bravos, con el p¨²blico puesto en pie y lanzando flores al escenario. Se segu¨ªan agradeciendo los m¨¦ritos y el militante lice¨ªsmo del tenor madrile?o, pero se premiaba tambi¨¦n una actuaci¨®n magistral, con un Pl¨¢cido Domingo que, despu¨¦s de mil y una batallas, todav¨ªa tiene capacidad para emocionarse visiblemente por el desbordado entusiasmo con que lo acogi¨® este p¨²blico del nuevo Liceo.

Pasi¨®n

Era la primera vez que el tenor cantaba Wagner en Barcelona, y lo hizo con sendos actos de dos ¨®peras que actualmente forman parte de sus caballos de batalla: La valquiria (acto primero) y Parsifal (acto segundo). Con la voz fresca, proyectada con maestr¨ªa, cant¨® con pasi¨®n, inteligencia, musicalidad y sabia dosificaci¨®n de acentos y efectos. Apenas alg¨²n pasaje interpretado con alguna reserva, en La valquiria, como dosificando el esfuerzo que requer¨ªa un cometido en conjunto extenuante. As¨ª pudo hacer un Siegmund muy vibrante y un Parsifal a cuyo final lleg¨® potente y brillante. Demostr¨®, adem¨¢s, que Wagner, como s¨®lo han conseguido algunos cantantes excepcionales, tambi¨¦n se puede interpretar con una voz hermosa y sin forzamientos. Una lecci¨®n a tener en cuenta.

El resto de los artistas pudieron y supieron estar a la altura de las circunstancias, comenzando por Bertrand de Billy, que consigui¨® su mejor direcci¨®n musical en el Liceo en casi todo el primer acto de La valquiria, con gran tensi¨®n final, y en un segundo acto de Parsifal absolutamente redondo. La orquesta tambi¨¦n se super¨® a s¨ª misma y el coro femenino, en sus breves intervenciones en Parsifal, cumpli¨® m¨¢s que dignamente.

Entre el resto de los solistas vocales, es preciso destacar que en La valquiria Nadine Secunde, aunque con la voz menos fresca que en su anterior Siglinda lice¨ªsta, cant¨® con clase, entrega y riqueza de acentos, y Matthias H?lle hizo un Hunding de voz rotunda y bien perfilado car¨¢cter. En Parsifal, Linda Watson, con voz fresca y potente, abord¨® con coraje la ardua tesitura de Kundry, y David Pittman-Jennings fue un Klingsor cantado y expresado con buenos medios y acentos oportunamente truculentos. En Parsifal resalt¨® la brillantez con que intervinieron las seis voces frescas y j¨®venes de las int¨¦rpretes de las muchachas flores: Elena de la Merced, Irmgard Vilsmaier, Bego?a Alberdi, Rosa Mateu, Itxaro Mentxaka y Francisca Beaumont.

El Liceo pudo al fin reencontrarse con uno de sus artistas predilectos. Y la celebraci¨®n no ha podido ser mejor porque el p¨²blico ha encontrado a un Pl¨¢cido Domingo en plena forma, que ha sabido escribir una p¨¢gina gloriosa m¨¢s en la historia de este teatro y, sin duda, la m¨¢s triunfal, de momento, de la primera temporada del nuevo teatro.