El Rayo Vallecano se consagra en la 'Catedral' apelando al raciocinio

Probablemente, el Rayo se salv¨® en San Mam¨¦s con un ejercicio de raciocinio y buena disposici¨®n. Probablemente, el Athletic volvi¨® al hotel de los l¨ªos por un ejercicio de testarudez, a mitad de camino entre las levitaciones de los entrenadores prestidigitadores y de su propio ejercicio de la libertad. Realmente, el Rayo gan¨® porque tuvo cordura, un buen porcentaje de sensatez y las dosis necesarias de suerte para capear el temporal. En la primera mitad, el Rayo lleg¨® tres veces a la porter¨ªa del Athletic y obtuvo dos goles y un tiro al poste (de Poschner) que no fue gol por las indescifrables teor¨ªas sobre el efecto del bal¨®n cuando golpea contra una masa compacta.El Athletic era una pantomima, un producto de la imaginaci¨®n de un Luis Fern¨¢ndez relajado, condenado a sus obsesiones (eso de repetir equipo y dem¨¢s zarandajas), con Guerrero y Urzaiz en el banquillo y cinco defensas en el campo. Para rizar el rizo de la imaginaci¨®n, el t¨¦cnico dimisionario del Athletic decidi¨® otorgar a Roberto R¨ªos, el discutido, dos papeles: uno marcar a Canabal, otro hacer de Julen Guerrero, cuando atacaba su equipo. La estrategia del patetismo. Un malabarismo.

Y mientras, el Rayo a lo suyo, a combinar con un cierto orden. Canabal se fue una vez de R¨ªos y fue gol de Michel. Canabal se fue otra vez de R¨ªos y el central rojiblanco estir¨® el brazo para atrapar el bal¨®n. Bien es cierto que el colegiado, a pocos metros, le endilg¨® la responsabilidad (a instancias de Lopetegi) al juez de l¨ªnea, a muchos metros. Pero la mano no permit¨ªa duda alguna. Luego lleg¨® el gol de Ezquerro. Una an¨¦cdota, fruto de la impotencia.