Ni?os
Estoy harta de Eli¨¢n. Esto es, no de ese pobre ni?o traumatizado, sino de la insoportable chundarata medi¨¢tica. La verdad, no entiendo c¨®mo esa historia puede ocupar la primera l¨ªnea informativa mes tras mes, ni por qu¨¦ los diarios espa?oles le estamos dando al caso unas alucinantes dobles p¨¢ginas. En el mismo barrio de Miami en el que vive ahora Eli¨¢n hay otra cubana, Milagros Cruz Cano, de 32 a?os, ciega y exiliada; est¨¢ en huelga de hambre porque Castro no permite que su hija de nueve a?os se re¨²na con ella. He aqu¨ª otro ni?o separado de su familia, otra criatura traicionada en ese tan mentado sacrosanto derecho materno-filial; pero ya ven, de la hija de Milagros no habla nadie. Ni de todos los dem¨¢s ni?os maltratados, arrumbados y manipulados que sin duda hay tanto en Estados Unidos como en Cuba, por mencionar tan s¨®lo a los dos pa¨ªses en conflicto.Repugna o¨ªr cloquear a unos y otros del bienestar de Eli¨¢n, cuando en realidad est¨¢n hablando de sus propios intereses. Eli¨¢n es un ni?o herido para siempre; en primer lugar, por el espantoso trauma del naufragio; luego, por este vapuleo entre unos y otros; despu¨¦s, previsiblemente, por el uso que se va a hacer de ¨¦l en Cuba, cuando regrese. Me lo imagino de pionerito de la Revoluci¨®n, encumbrado como h¨¦roe y paseado triunfalmente por los colegios. Un ni?o cuya madre muri¨® de una muerte horrible justamente por escapar de esa dictadura a la que ahora el cr¨ªo va a regresar, convertido en mascota panfletaria. Es un destino tr¨¢gico.
Sin embargo, Eli¨¢n ha de volver a Cuba. Su lugar est¨¢ evidentemente con su padre, como, por otra parte, dijeron los jueces desde el principio. Si los medios de comunicaci¨®n no nos hubi¨¦ramos rendido a la manipulaci¨®n informativa orquestada sobre todo por Castro, es posible que los energ¨²menos de Miami no se hubieran subido tanto a la parra y que el chico estuviera ya en Cuba. ?De verdad hablamos tanto de Eli¨¢n porque nos preocupan los ni?os? Entonces, ?por qu¨¦ no dedicar todas esas p¨¢ginas a los cr¨ªos que se est¨¢n muriendo de hambre en Etiop¨ªa, a esos peque?os esqueletos vivientes que est¨¢n pagando, con su lenta agon¨ªa, la siempre tard¨ªa y escasa ayuda de Occidente?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.