La aventura del Quico ORIOL BOHIGAS
Me confieso lector insatisfecho de muchas de las novelas que han ca¨ªdo en mis manos durante los ¨²ltimos a?os como novedades prometedoras. Suelo perderme en el aburrimiento de unos argumentos insustanciales, sometidos a simples ejercicios literarios que no requer¨ªan las excusas de la narraci¨®n. Con escasas excepciones -como lector las agradezco y las admiro aunque se reduzcan a campos tem¨¢ticos muy trillados o a f¨®rmulas testimonialmente tradicionales- parece que la capacidad de seducir con un argumento bien explicado est¨¢ desapareciendo de nuestras actuales literaturas. Quiz¨¢ esta ausencia explica el ¨¦xito de otro tipo de narraciones que est¨¢ sustituyendo al antiguo atractivo popular de las novelas: las interpretaciones literarias de acontecimientos hist¨®ricos o de biograf¨ªas conspicuas que prestan una base argumental a menudo m¨¢s evidente que cualquier ficci¨®n.Uno de estos libros recientes es Quico Sabat¨¦, el ¨²ltimo guerrillero, de Pilar Eyre, una biograf¨ªa discretamente novelada de uno de los personajes m¨¢s tortuosos y m¨¢s dram¨¢ticos de la generaci¨®n de la guerra civil, un aventurero quiz¨¢ pol¨ªticamente secundario, aparentemente desligado de los aut¨¦nticos recursos del poder, pero extraordinariamente significativo de la algarab¨ªa ideol¨®gica y social de la ¨¦poca. El simple relato de la aventura es ya apasionante: la infancia en los tristes suburbios de L'Hospitalet, la incursi¨®n en los ¨¢mbitos anarquistas de Catalu?a y la adhesi¨®n al liderazgo de Durruti, Ascaso y Garc¨ªa Oliver; la participaci¨®n armada en las sucesivas minirrevoluciones desde la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa hasta la guerra, la serie de atracos a veces arbitrarios y salvajes, pero a veces promovidos para ayudar a los presos sindicalistas; la rebelde actitud contra los comunistas en mayo de 1937 y en el mismo frente republicano, donde se atreve a asesinar a su jefe militar; el exabrupto de su penitencia en una checa de Barcelona, el exilio y el campo de concentraci¨®n en Francia; las operaciones guerrilleras en Catalu?a con un escu¨¢lido grupo de colaboradores -alguno tan famoso como Facer¨ªas-, la muerte tr¨¢gica de sus dos hermanos -uno fusilado en el Camp de la Bota y otro en acci¨®n guerrillera-, su propia muerte tan escenogr¨¢fica en Sant Celoni en enero de 1960, al final de una fuga desde Banyoles, acorralado, desangr¨¢ndose, como en un filme truculento de Raoul Walsh. Para describir esa complej¨ªsima aventura, Pilar Eyre ha utilizado instrumentos t¨ªpicamente period¨ªsticos. Ha reunido los diversos documentos ya publicados sobre Sabat¨¦ y el anarquismo -especialmente la aportaci¨®n decisiva de Antonio T¨¦llez-, se ha sumergido en las hemerotecas y ha agotado las posibilidades de entrevistar a las personas que conocieron a los protagonistas de la aventura, entre ellos el propio somat¨¦n Abel Rocha, que mat¨® a Sabat¨¦ y que salv¨® casi milagrosamente su vida en el ¨²ltimo cuerpo a cuerpo del guerrillero gracias a una bomba de mano que llevaba en el bolsillo y que le sirvi¨® de escudo.
Pero adem¨¢s, con esa descripci¨®n period¨ªstica -con datos apuntados con cierta neutralidad-, Eyre dibuja certeramente el cuadro social y pol¨ªtico de los ¨²ltimos episodios del anarquismo y del ¨²ltimo impulso revolucionario en Catalu?a. Visto a trav¨¦s de una real aventura personal sorprenden todav¨ªa m¨¢s las profundas contradicciones que agitaron a todo un grupo de radicales fatalistas. Sabat¨¦ pasa de las ang¨¦licas ense?anzas de un maestro de la Escuela Moderna de Ferrer i Gu¨¤rdia en las playas de Gav¨¤ contemplando la geometr¨ªa de las constelaciones, a la ferocidad de las ejecuciones y las expropiaciones, de la ideolog¨ªa de la fidelidad y la fraternidad universales a unas acciones violentas que parecen dif¨ªciles de entender m¨¢s all¨¢ del asesinato vengativo o del bandolerismo. El programa de la revoluci¨®n no atend¨ªa ninguna de las premisas de una presunta pol¨ªtica democr¨¢tica. En todas las convocatorias electorales, desde la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa hasta 1936, los anarquistas radicales, siguiendo las ¨®rdenes de Garc¨ªa Oliver, boicotearon las elecciones porque cualquier resultado ten¨ªa que ser in¨²til: la revoluci¨®n era igualmente prioritaria si se ten¨ªa que levantar contra los mon¨¢rquicos o los republicanos, contra el frente de izquierdas o la CEDA. Nunca he visto tan bien retratada -tan dram¨¢ticamente vivida- esa m¨ªstica de la revoluci¨®n que anulaba cualquier formalidad democr¨¢tica como una simple mascarada de poderes similares. Los juicios sobre el aburguesamiento de Aza?a, Maci¨¤ o Companys, sobre la debilidad revolucionaria del Noi del Sucre o sobre la traici¨®n sovi¨¦tica, son en Sabat¨¦ y sus correligionarios tan c¨¢usticos como los que aluden a la derecha m¨¢s reaccionaria de la Monarqu¨ªa y el franquismo.
?ltimamente se han publicado muchos estudios cient¨ªficos sobre el anarquismo y su desmembraci¨®n durante la guerra y el exilio y, por tanto, de las escenas descritas en el libro de Eyre se conocen las reales raices econ¨®micas y sociales. Pero este reportaje permite vivirlas -o deducirlas con la vibraci¨®n period¨ªstica de la actualidad- en las experiencias personales m¨¢s directas. Para los que no piensan acudir a aquellos estudios, tienen ahora una divulgaci¨®n que les definir¨¢ muy bien un aspecto de las tragedias de aquellos a?os. Y les har¨¢ vivir sentimentalmente -y comprender, quiz¨¢- las oscuras contradicciones de una gente que seguramente extrapolaron sus ideales y acabaron perdi¨¦ndolos en el bandolerismo frente a las dur¨ªsimas represiones de antes y despu¨¦s de la guerra, ante la sorpresa y la incomprensi¨®n de una ciudadan¨ªa neutra y acomodaticia. A pesar de ello, hoy perduran en Sant Celoni los grafitos en homenaje al Quico y en su tumba aparece a menudo un emocionante tributo floral.
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