La Brunete medi¨¢tica
S¨®lo la buena suerte y la intuici¨®n personal para advertir el peligro libraron hace dos semanas a Carlos Herrera -presentador de un escuchado programa matutino de Radio Nacional- de morir v¨ªctima de la explosi¨®n de un paquete-bomba enviado por ETA como si fuese una caja de puros. Tras conocerse la noticia, muchos periodistas -entre otros el director del diario El Mundo- relacionaron de diversas maneras ese atentado frustrado con las graves denuncias lanzadas anteriormente desde las filas del nacionalismo vasco contra el destinatario. Ratificando una vez m¨¢s que el car¨¢cter es el destino, Xabier Arzalluz public¨® el pasado domingo en las p¨¢ginas de Deia un virulento art¨ªculo contra los periodistas que -como el "tristemente famoso" (sic) locutor de Radio Nacional- critican a los nacionalistas moderados o radicales; guiado por la sabidur¨ªa jur¨ªdica del belicoso magistrado Navarro Estevan ("el poder es siempre el gran delincuente impune"), el presidente del PNV descarga tambi¨¦n sobre Pedro J. Ram¨ªrez la responsabilidad penal de haberle acusado de un delito de inducci¨®n al asesinato.A fin de negar cualquier posible nexo entre las descalificaciones nacionalistas de algunos periodistas y los posteriores atentados criminales, Arzalluz aduce que ETA sabe muy bien "a qui¨¦n atacar, a qui¨¦n asesinar o a qui¨¦n secuestrar" sin necesidad de recibir informaci¨®n del PNV. Los dirigentes y portavoces del PNV, lejos de poner "en el punto de mira de ETA" a Carlos Herrera y a otros compa?eros de profesi¨®n, se limitan a "protestar contra la mentira, la manipulaci¨®n o el insulto" de los periodistas "sectarios o mercenarios" que pretenden amordarzarlos a las ¨®rdenes de unos misteriosos "directores de orquesta" que les surten "de material y de fondos". Si los cr¨ªticos de Arzalluz se parapetan tras la libertad de expresi¨®n para justificar sus demas¨ªas, los militantes del PNV -con su presidente a la cabeza- invocan el mismo sacrosanto principio para justificar su "autodefensa".
Porque no se trata -sostiene Arzalluz- de un debate ideol¨®gico o de una controversia pol¨ªtica entre nacionalistas y constitucionalistas, sino de una ofensiva "contra los vascos" en su totalidad desencadenada por la "Nueva Prensa del Movimiento" como batall¨®n propagand¨ªstico de la "Brunete medi¨¢tica" (delicada met¨¢fora acu?ada por Anasagasti en recuerdo del Estado Mayor de la Divisi¨®n Acorazada implicado en el golpe de Estado del 23-F). Las informaciones y las opiniones cr¨ªticas contra el PNV y los firmantes del Pacto de Estella son "un aut¨¦ntico 18 de julio sin ca?ones" organizado por los fascistas espa?oles contra los dem¨®cratas vascos. Arzalluz facilita los nombres de algunos periodistas de la Brunete medi¨¢tica, considerablemente alejados entre s¨ª por sus biograf¨ªas personales y adscripciones ideol¨®gicas; la pregunta sobre qu¨¦ pueda tener en com¨²n Patxo Unzueta (un veterano militante antifranquista vinculado al nacionalismo radical hasta finales de los 60) con los directores de Abc y El Mundo, Carlos D¨¢vila o Isabel San Sebasti¨¢n, tiene una sola respuesta: por numerosas y profundas que sean las diferencias que separen a esos periodistas entre s¨ª, su com¨²n denominador no es el esp¨ªritu corporativo, sino la lealtad constitucional y el rechazo a la violencia de ETA.
El debate sobre las fronteras que la libertad de expresi¨®n est¨¢ obligada a respetar cuando entra en colisi¨®n con otros derechos fundamentales descansa sobre algunos supuestos indiscutibles. El magistrado Oliver Wendell Holmes ilustr¨® con un ejemplo la doctrina de la Corte Suprema americana sobre el "riesgo claro y evidente" como uno de esos l¨ªmites: la libertad de expresi¨®n no tutela el grito de ?Fuego? lanzado gratuitamente por un insensato en un teatro atestado de p¨²blico; tampoco parece que las palabras proferidas por el jefe de un comando de ETA ("?Listos? ?Ya?") para ordenar la explosi¨®n de un coche bomba sean un uso ling¨¹¨ªstico merecedor de amparo constitucional. Sin duda, hay zonas grises entre lo evidentemente prohibido y lo claramente l¨ªcito: los conflictos leg¨ªtimos en torno a la libertad de expresi¨®n se sit¨²an precisamenrte en ese tramo de borrosas lindes. Sin embargo, ser¨ªa muy dificil de aceptar que la descalificaci¨®n de Herrera o Unzueta como "enemigos del pueblo vasco" decretada por los dirigentes del PNV sea aqu¨ª y ahora -en el contexto de la permanente amenaza terrorista de ETA- un mero ejercicio de la libertad de expresi¨®n y no una irresponsable llamada de atenci¨®n que s¨®lo atienden los asesinos.
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