Lleg¨® un aroma
Hab¨ªa una vulgaridad, una espesa concepci¨®n de la tauromaquia, un menosprecio del arte.Mucho correr y bullir; mucho alarde para la galer¨ªa; mucho tir¨®n y mucho truco. Y, de repente, sobrevino un aroma...Los c¨¢lidos efluvios del arte invadieron el moderno coso. Y con ellos lleg¨® una brisa de frescura sin necesidad de levantar la cubierta ni nada. Se hizo presente Curro V¨¢zquez ante el cuarto toro marc¨¢ndole el ritmo de la ver¨®nica, y se trasmutaron el toreo, la fiesta, la plaza entera.
Como cosa de magia...
El arte de torear tiene estas metamorfosis cuando hay un torero en la arena. Curro V¨¢zquez, tocado por la inspiraci¨®n, plet¨®rico de arte, ci?¨® chicuelinas, breg¨® con gracia e instrument¨® una faena de muleta de altos vuelos.
Arjona / V¨¢zquez, Ponce, Cordob¨¦s Dos toros (1? y 5?) de S¨¢nchez Arjona (resto de la corrida rechazada en el reconocimiento); 2?, 4? y 6? de Hermanos Garc¨ªa Jim¨¦nez, y 3? de Los Guateles: en general aceptables de presencia, con trap¨ªo el ¨²ltimo, justos de fuerza, casi todos de una vara, nobles
Curro V¨¢zquez, que reaparec¨ªa en los ruedos: dos pinchazos bajos, media descaradamente baja y media estocada ca¨ªda (silencio); estocada corta baja (dos orejas); sali¨® a hombros. Enrique Ponce: pinchazo -aviso-, bajonazo y descabello (oreja); estocada (oreja); sali¨® a hombros. EL Cordob¨¦s: bajonazo trasero (oreja); dos pinchazos, otro perdiendo la muleta y estocada baja (ovaci¨®n y salida al tercio). Plaza de Vista Alegre, 13 de abril. 2? corrida de feria. Media entrada.
Apenas hab¨ªa tanteado al toro sac¨¢ndolo a los medios ya tomaba con la izquierda la pa?osa para recrear el toreo al natural en su versi¨®n m¨¢s pura. Lo recre¨® mediante tres tandas de categor¨ªa excelsa, en un palmo de terreno. No necesitaba perderlo a cada remate como es usual en la neotauromaquia utilitaria que se lleva. Ni quer¨ªa. Porque el toreo no se hace as¨ª. Se hace en base a los c¨¢nones de parar, templar y mandar, cargando la suerte.
Tres tandas, m¨¢gicas, desde la naturalidad, ejecut¨® Curro V¨¢zquez, abrochadas con los pases de pecho de cabeza a rabo. Y, sin soluci¨®n de continuidad, desgran¨® una deslumbrante teor¨ªa de trincherillas, tray¨¦ndose al toro embebido en el percal.
El toreo en la cumbre...
Curro V¨¢zquez puso el toreo en la cumbre, al p¨²blico en pie, y dej¨® al toro dominado, pidiendo ya la muerte. La estocada debi¨® producirse en aquel momento crucial. Prefiri¨® seguir, sin embargo, y a¨²n traz¨® unos redondos, pero aquello ya sobraba. Al toro le sobraba tambi¨¦n y se puso a gazapear. No obstante cobr¨® Curro V¨¢zquez el espadazo y pudo obtener las dos orejas que hab¨ªa ganado. Aunque daban igual las dos orejas. Con la satisfacci¨®n de la obra bien hecha y el regusto que hab¨ªa dejado en los paladares, el maestro y la afici¨®n iban sobrados.
Toreo veloz, efectista, desligado, interminable, practic¨® Enrique Ponce en sus dos faenas, m¨¢s vibrante la primera, premiosa la segunda, ambas aceptadas y a¨²n aclamadas por un p¨²blico que estaba a su favor y todo lo daba por bueno: lo mismo los pases templados que los fren¨¦ticos; los de reunidos que los despegados. Y consigui¨® sendas orejas, tanto del toro que mat¨® de bajonazo tras o¨ªr un aviso, como al que abati¨® de una estocada.
El triunfalismo daba por ¨¦pica cualquier acci¨®n. Incluso los medios pases tirados desde la mediocridad por El Cordob¨¦s, muletero populista y alborot¨®n.
Vista Alegre parec¨ªa una plaza de pueblo. Quiz¨¢ lo sea. Menos mal que, a diferencia del d¨ªa de la inauguraci¨®n, no soltaron cabras sino toros decorosos, alguno exhibiendo buen trap¨ªo; y aunque flojos -la suerte de varas se simul¨® en casi todos- no padec¨ªan invalideaz. Es buen camino. Los cosos miden su importancia por el toro y el rigor de la afici¨®n, no por el desbocado triunfalismo. He aqu¨ª un dato: en la inauguraci¨®n, Ponce sali¨® a hombros, volvi¨® al d¨ªa siguiente, y no llen¨® ni media plaza.
Los toreros dan tambi¨¦n la medida de su categor¨ªa no por muletear a destajo sino por su sentido del arte. He aqu¨ª otro datro: Curro V¨¢zquez, que ya hab¨ªa ofrecido destellos de torer¨ªa en un primer toro querencioso y huidizo, la derram¨® en el cuarto y embriag¨® de aromas a la afici¨®n. No huele igual cuando se torea que cuando se pegan pases.
Babelia
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