?Cuanto peor, mejor?
Creo que era ¨¦sta una receta de Lenin, pero no me parece tan ilustre personaje el m¨¢s deseable "ma?tre ¨¤ penser" de nuestra democracia. Y, sin embargo, la coincidencia de posiciones, que no de intereses, entre diferentes fuerzas del Pa¨ªs Vasco puede llevar a ensayar la supuesta m¨¢xima leninista.El Partido Popular es ya alternativa de Gobierno en Euskadi y puede llegar a gobernar en coalici¨®n con el PSOE como ya lo hace en la Diputaci¨®n Foral de ?lava. Unas elecciones anticipadas en momentos de desconcierto nacionalista, desvar¨ªo socialista y auge popular pudieran dar una mayor¨ªa de esca?os PP, PSOE, Unidad Alavesa, ateniendo no s¨®lo a las tendencias del electorado, manifiestas ya en el voto urbano, sino a la igualdad de representaci¨®n entre los tres Territorios Hist¨®ricos que penaliza la mayor¨ªa nacionalista en Vizcaya y potencia la no nacionalista en ?lava. Desbancar al se?or Ibarretxe y al PNV del Gobierno de Vitoria es una aspiraci¨®n no s¨®lo leg¨ªtima sino tambi¨¦n posible. ?Es, adem¨¢s, oportuna?
Sin duda, la alternancia pol¨ªtica es s¨ªntoma de normalidad y as¨ª deber¨ªa interpretarse que el PP gobernase en el Pa¨ªs Vasco, como ya lo hace en Madrid, o que lo hiciese en coalici¨®n a trav¨¦s de un lehendakari del PSOE. Pero tambi¨¦n es claro que la situaci¨®n vasca es profundamente anormal y nada puede ser m¨¢s contraproducente que el actuar "como si" las situaciones patol¨®gicas fueran saludables. Una dieta normal es san¨ªsima, pero puede resultar letal al enfermo necesitado de una especial alimentaci¨®n adecuada a su estado.
Es claro que el acoso al Gobierno Ibarretxe desde el PP y el PSOE, por una parte, y, de otra -coincidencia que deber¨ªa hacer meditar a los espa?olistas-, desde Euskal Herritarrok puede provocar ya su ca¨ªda, ya, m¨¢s probablemente, unas elecciones anticipadas. ?Cu¨¢les ser¨ªan las consecuencias de ¨¦stas? Por de pronto, una nueva y mayor radicalizaci¨®n y bipolarizaci¨®n del clima pol¨ªtico vasco, si ello fuera posible, y siempre es posible empeorar; despu¨¦s, uno de estos dos resultados: la victoria nacionalista o la victoria del antinacionalismo.
El triunfo nacionalista ahora, cualesquiera que fueran las formaciones que lo representaran, equivaldr¨ªa a un refer¨¦ndum antiespa?ol. No porque todos los electores ni los elegidos lo fueran, sino porque as¨ª se habr¨ªa planteado, especialmente por los antinacionalistas, durante la campa?a y, l¨®gicamente, as¨ª ser¨ªa interpretado por los sectores m¨¢s radicales del nacionalismo. Se dar¨ªa la paradoja de que quienes su escandalizan ante el t¨¦rmino de autodeterminaci¨®n contribuyeran, decisivamente, a ponerla en marcha.
Pero no es menos posible una victoria del frente antinacionalista al que los hados parecen arrastrar al PP, el PSOE y Unidad Alavesa. El Gobierno resultante ser¨ªa plenamente leg¨ªtimo en t¨¦rminos legal-democr¨¢ticos, pero tendr¨ªa, cuando menos, tres efectos. Por una parte, radicalizar¨ªa al nacionalismo vasco. De las dos almas que siempre han anidado en el PNV, los herederos de Luis Arana predominar¨ªan sobre los de ra¨ªz euskalerriaca. Esto es, los maximalistas sobre los posibilistas. De otra, deslegitimar¨ªa, en t¨¦rminos hist¨®rico-pol¨ªticos, las instituciones auton¨®micas ante la comunidad nacionalista, que, m¨¢s o menos, es la mitad de la poblaci¨®n vasca, y cabe preguntarse cu¨¢l es el futuro pol¨ªtico de Euskadi una vez deslegitimadas las instituciones auton¨®micas que se dice querer tutelar. La paradoja consistir¨ªa en este caso en que los partidarios del statu quo estatutario enterrar¨ªan definitivamente el Estatuto de la mano de quienes siempre lo han desechado. Por ¨²ltimo, en otras latitudes -Catalu?a hoy y, tal vez, ma?ana Galicia- se plantear¨ªa la sospecha de si el acoso al nacionalismo no es la v¨ªa para desmontar la nacionalidad y el autogobierno que a cada una corresponde.
Quienes creemos que Espa?a es lo ¨²nico importante pensamos que el integrar debe primar sobre el mandar.
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