La verdad lleg¨® en el sexto
Hasta la nueva plaza de Carabanchel fuimos de ma?ana a presenciar una novillada en la que se pudo ver a tres novilleros, cada cual de su corte y torer¨ªa, que dieron lo mejor que ten¨ªan sobre la arena -es de agradecer- y que aprovecharon de la novillada lo que su t¨¦cnica y coraz¨®n les dej¨® y dispuso. Pero la verdad lleg¨® en el sexto. Fue Javier Casta?o el que la puso en bandeja sobre el redondel de Vista Alegre.Hab¨ªa realizado Casta?o a su primer encastado novillo una faena de muleta de enjundia, aunque no bien medida, pues alarg¨® el trasteo demasiado. Faena sobre el pit¨®n derecho, en redondos bien rematados. Y una serie corta de naturales ligados que finaliz¨® con sucesivos pases cambiados por la espalda. Sali¨® rebotado al tirarse a matar en el primer intento, su taleguilla partida, lo que no le impidi¨® terminar con el novillo y continuar en la plaza.
Arranz / Serna, Castella, Casta?o Dos primeros novillos de Enrique Mart¨ªn Arranz y resto de Jos¨¦ Miguel Arroyo, terciados y de juego desigual
V¨ªctor de la Serna: estocada (vuelta); estocada (ovaci¨®n). Sebasti¨¢n Castella: dos pinchazos y estocada trasera (ovaci¨®n); tres pinchazos sin soltar y estocada (ovaci¨®n). Javier Casta?o: pinchazo, media estocada tendida y descabello (ovaci¨®n); estocada (oreja). Plaza de Vista Alegre, 16 de abril (por la ma?ana). 5? y ¨²ltima corrida de feria. Menos de media entrada.
En el sexto lleg¨® su faena verdadera. Hab¨ªa recibido al burel en el tercio, a base de una larga cambiada muy ce?ida. El novillo ten¨ªa casta, y el novillero tambi¨¦n. Fue un trasteo que empez¨® con pases por alto y que despu¨¦s plante¨®, primero, en la media distancia, y luego, entre los pitones del novillo, firme al pisar terrenos comprometidos. Surgi¨® el mando en tandas rematadas detr¨¢s de la cadera, en las que lleg¨® a rebozarse y sentir el toreo en sus mu?ecas. El estocanazo final result¨® fulminante.
V¨ªctor de la Serna manej¨® el percal en sus dos novillos de manera fluida y elegante. En su primero instrument¨® ver¨®nicas hacia los medios de saludo de bella factura, que cerr¨® a base de una media y revolera que los tendidos aplaudieron para hacer justicia. La faena de muleta fue desigual, basada en el pit¨®n potable del novillo, el derecho, en donde hubo muletazos de buen gusto. La espada no le fall¨®, y a la primera dej¨® en el morrillo un buen volapi¨¦. En su segundo se templ¨® ante el flojo colorao de capa y ojo de perdiz. Intent¨® faena desde el canon cl¨¢sico. Sin embargo, el claudicante y descastado novillo poco le dej¨® hacer. Volvi¨® a herir con el acero a la primera de ejemplar manera.
Sebasti¨¢n Castella se pas¨® de fanea en su primero. Un trasteo muleteril variado en el que se pudo observar un corte de finas hechuras, sin llegar a cuajar la obra. En su segundo calent¨® al p¨²blico al torear de rodillas por ver¨®nicas, y en un quite con el capote a la espalda que ciertas voces dec¨ªan eran saltilleras. En el ¨²ltimo tercio el comienzo fue luminoso, pero aquello fue perdiendo color y ritmo. Una pena.
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