EE UU: el presidente y Dios.
Kenneth L. Woodward ha hecho, en el semanario norteamericano Newsweek, unas pertinentes observaciones sobre la importancia que pueda tener en las pr¨®ximas elecciones presidenciales la relaci¨®n del futuro presidente con Dios.Y as¨ª, George Bush, obligado a tener en cuenta la derecha cristiana, ha hecho saber al mundo que su coraz¨®n pertenece a Jes¨²s Al Gore, despu¨¦s de haber dialogado con los m¨ªsticos de la New Age, habla de su fe, declarando p¨²blicamente que es "un hijo del Reino y una persona de fe firme".
El problema no es la doctrina religiosa.Lo que cuenta es lo que los candidatos han hecho de su religi¨®n -y lo que la religi¨®n ha hecho de ellos- y qu¨¦ puede aportar esta religi¨®n a su concepci¨®n de la presidencia y de la pol¨ªtica p¨²blica. La ret¨®rica religiosa de los candidatos no deber¨ªa tomarse como una plataforma pol¨ªtica: una mirada atenta a las afirmaciones p¨²blicas de los candidatos, y las entrevistas que Newsweek hace a cada uno sugieren que su fe individual arroja m¨¢s luz sobre su vida personal que sobre lo que har¨ªan en la Casa Blanca.
Ambos candidatos, que intentan hacer historia en este a?o, se han alejado de las tradiciones religiosas heredadas. Bush, cuyo padre es episcopaliano, ha ense?ado, cuando estaba soltero, en la Presbyterian Sunday School y se hizo metodista cuando se cas¨®. Cuando declara, como lo ha hecho en un debate televisivo, que Jes¨²s "ha cambiado mi coraz¨®n", Bush habla la lengua pietista de Wesley, que los baptistas de Tejas cogen al vuelo.
Gore ha sido un baptista del Sur toda su vida, pero no del tipo que reconocer¨ªa un fundamentalista. En un a?o de reflexi¨®n espiritual en la Divinity School de Vanderbilt, Gore estudi¨® religiones primitivas y la filosof¨ªa mente-cuerpo contempor¨¢nea, algo as¨ª como los profetas hebreos. A diferencia de muchos baptistas del Sur, Gore no ha vinculado su vida religiosa a una congregaci¨®n local.
Por el contrario, las meditaciones espirituales de su libro Tierra en equilibrio revelan un sentido global, cuasi m¨ªstico, de pertenencia religiosa. En una entrevista a Newsweek, Gore ha sido sincero, pero prudente, cuando, respondiendo a la pregunta por su fe, ha subrayado que los "cimientos" de Am¨¦rica son tolerancia, diversidad y libertad religiosa. "Con esto quiero decir", ha proseguido, "que soy un cristiano, un protestante, un baptista. Todas estas etiquetas son menos significativas para m¨ª que mi fe religiosa personal, que est¨¢ plasmada por la tradici¨®n, en la que he crecido, pero que se ha desarrollado tambi¨¦n en el exterior, en mi experiencia de vida".
Como vemos, esta relaci¨®n de los pol¨ªticos con su actitud religiosa presenta en Estados Unidos una perspectiva muy distinta de la que rige en los pa¨ªses de tradici¨®n cat¨®lica, sobre todo en Espa?a. Aqu¨ª, la religiosidad cristiana es, preferentemente, ¨ªmpetu prof¨¦tico, de fuerte tradici¨®n jud¨ªa y evang¨¦lica. A Jes¨²s lo eliminaron las jerarqu¨ªas teor¨¢ticas de Israel porque hablaba de Dios, no del "Dios" que ellos hab¨ªan logrado manipular para su provecho y que figuraba en el catecismo oficial. As¨ª se explica que la acusaci¨®n contra ¨¦l era la de blasfemo; y se comprende desde su punto de vista.
Por el contrario, una religiosidad intimista por una parte tranquiliza a los s¨²bditos, porque presuponen que se trata de un pol¨ªtico que no va a pretender que su fe se imponga desde la Casa Blanca. Y por otra, porque esa intimidad como que lo vacuna contra la tentaci¨®n de subordinar los intereses pol¨ªticos -tan frecuentemente sucios- a su conciencia creyente.
En la tradici¨®n cat¨®lica la profec¨ªa nunca muere a pesar de la corrupci¨®n en la que caen los m¨¢ximos jerarcas de la Iglesia. Los "profetas" han sido perseguidos, ya f¨ªsicamente por la Inquisici¨®n, ya ps¨ªquicamente por la imposici¨®n de un dogmatismo agobiante. Pero, a pesar de todo, un papa tenido por conservador como Juan Pablo II ha tenido el gesto, ¨²nico en la historia de las religiones y de las ideolog¨ªas, de pedir perd¨®n p¨²blicamente por las numerosas fechor¨ªas que la Iglesia ha cometido "aun en nombre de la fe".
Esta desvinculaci¨®n entre fe intimista y compromiso social y pol¨ªtico se revela sobre todo en la actuaci¨®n indirecta de Estados Unidos sobre el mundo latinoamericano. La Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n era el planteamiento contrario de ese cristianismo protestante norteamericano. A trav¨¦s de ella, los pueblos marginados y empobrecidos pudieron avivar su fe para animarse a luchar activamente contra la opresi¨®n, dejando atr¨¢s la resignaci¨®n como un grave pecado de omisi¨®n.
Por eso, Rockefeller cre¨® el Instituto para la Fe y la Democracia como ant¨ªdoto a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, y se procur¨® desde la Casa Blanca que diversos grupos protestantes se asentaran en aquellos pueblos para reducir su fe prof¨¦tica y combativa al intimismo religioso propio del mundo protestante.
Tambi¨¦n sabemos que los asesinatos de obispos y de profesores jesuitas comprometidos en esa lucha se han debido a la intervenci¨®n, m¨¢s o menos directa, de poderes emanados de Am¨¦rica del Norte.
He aqu¨ª dos tipos de cristianismo: uno, inocuo y tranquilizador, y otro, inc¨®modo y conflictivo.
Jos¨¦ M. Gonz¨¢lez Ruiz es te¨®logo.
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