Cera santa
JES?S ARIASEn Semana Santa, quienes realmente lo pasa mal son los caballos. No los costaleros, ni los nazarenos, ni los penitentes, ni los turistas que de pronto se ven atrapados en el caos circulatorio m¨¢s impresionante que haya podido verse nunca. No. Los verdaderos sufridores de la Semana Santa son los caballos. Y las motos tambi¨¦n.
Eso pudo verse el lunes en Granada. La Polic¨ªa Local y la Polic¨ªa Nacional hab¨ªan decidido escoltar algunas procesiones para darles m¨¢s lustre . Y all¨ª estaban los caballos, debati¨¦ndose cuerpo a cuerpo con la cera de las velas derramada en el asfalto. Sagrada cera que todo lo resbala y que le ha abierto la cabeza a m¨¢s de un motorista. Cera de santo que convierte las calles granadinas en pistas de patinaje art¨ªstico para caballos. Para qu¨¦ queremos Sierra Nevada. No hace falta irse a esquiar a la estaci¨®n invernal. Basta subirse a lo alto de cualquier calle del Albaic¨ªn o de la Alhambra y dejarse caer. Pobres caballos patinantes, hermosos animales resbaladizos. ?A qui¨¦n se puede reclamar cuando alguien se estampa las narices en el asfalto por culpa de la cera de las procesiones? ?Cu¨¢ndo se inventar¨¢ la cera antideslizante? Toda tradici¨®n tiene su lacra. Y la de la Semana Santa es la cera.
La cara hermosa de la Semana Santa es la saeta. Magn¨ªfica flecha de m¨²sica que se lanza certeramente al paso de las im¨¢genes. En Granada, el gran saetero es Enrique Morente. Qu¨¦ saeta le lanz¨® el lunes a la Virgen de la Amargura en la procesi¨®n del Huerto de los Olivos. Se clav¨® directamente en el coraz¨®n de los presentes, rendidos al maestro. Como se hab¨ªan rendido ante su hija, Estrella Morente, minutos antes, en la misma procesi¨®n, cuando le cant¨® una saeta de su abuela a otro de los pasos. Dos cantaores de lujo para una Semana Santa que entra hoy en su fase fundamental con El Silencio.
Se trata de una de las procesiones m¨¢s impresionantes de Andaluc¨ªa. No hay m¨²sica, no hay banda, no hay clarines. S¨®lo hay silencio, un m¨ªnimo tambor con un ritmo inquietante y oscuridad. Oscuridad total. Se apagan las luces de las calles por donde pasa. S¨®lo se oye el ruido de las cadenas que arrastran los penitentes. Incluso se apaga la Alhambra. Impresionan los pies descalzos, ensangrentados. Imponen.
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