Las asignaturas pendientes de las mujeres del campo
Un estudio sobre las payesas revela el aumento de la infelicidad y del sometimiento
La mujer rural ha sufrido en los ¨²ltimos 25 a?os un proceso de deterioro de sus condiciones de vida que la ha abocado a la infelicidad, la infravaloraci¨®n y a sufrir un incremento de la violencia en el ¨¢mbito familiar y social. ?stas son las conclusiones de un estudio, sin falsas estad¨ªsticas de por medio, llevado a cabo durante siete a?os por la ge¨®grafa Esther Borrell en el Alt Empord¨¤.
A trav¨¦s de entrevistas a fondo con 16 mujeres de diversa edad y condici¨®n, Borrell traza en Presoneres del progr¨¦s, publicado por Pag¨¨s, una panor¨¢mica de los cambios originados en el ¨¢mbito rural ampurdan¨¦s que puede generalizarse a todo el territorio catal¨¢n. El m¨¦todo de an¨¢lisis mezcla con audacia las confesiones de las mujeres, de las que se repasan sus experiencias vitales, sus fracasos y sus esperanzas, con teor¨ªas provenientes de la geograf¨ªa, la econom¨ªa, la psicolog¨ªa, la antropolog¨ªa, la ecolog¨ªa y determinadas corrientes del feminismo. Es este ¨²ltimo movimiento el que alimenta una visi¨®n nada conciliadora con la actual situaci¨®n de las mujeres y unas perspectivas de futuro, cuando menos, sombr¨ªas.El trabajo constata que buena parte de las mujeres rurales han perdido durante el periodo de estudio -entre los a?os 1968 y 1993- el gran poder que otorga una conexi¨®n profunda entre madres e hijas, as¨ª como entre hermanas. La fragmentaci¨®n del mundo exterior e interior ha condicionado su felicidad. Las mujeres desconocen, debido a la incomunicaci¨®n, que sus problemas son compartidos. Los ¨¢mbitos de relaci¨®n femenina, como los efervescentes lavaderos de hace 30 a?os, han desaparecido, y los nuevos espacios alternativos utilizados posteriormente, como las peluquer¨ªas o las tiendas, no tienen el mismo poder aglutinador ni la misma fuerza en el seno de la comunidad.
Tiempo y gasolina
La autora sostiene que las barreras de incomunicaci¨®n que tiende la sociedad moderna afectan especialmente "a las mujeres que no disponen del dinero suficiente para comprar el tiempo y la gasolina que se necesita para trabajar fuera de casa y relacionarse". La infelicidad y el deterioro de la salud de la mujer rural vienen motivados por m¨²ltiples factores, entre ellos la insatisfacci¨®n derivada de la "invisibilidad" del trabajo de la ama de casa o de la agudizaci¨®n de la violencia que reciben en el ¨¢mbito familiar. La autora sostiene que "la manifestaci¨®n f¨ªsica de la falta de respeto que sufren las mujeres en la actualidad puede ir desde el silencio hasta los gritos de hijos y maridos, e incluso, a las violaciones de padres, hermanos, primos o forasteros". Algunas de las mujeres que explicaron sus experiencias a la ge¨®grafa coinciden en la percepci¨®n de que los hombres juegan con la sacralizaci¨®n de la maternidad para tenerlas controladas, aunque les resulta evidente que "viven en un mundo donde no se venera sinceramente a las madres". La mercantilizaci¨®n de la vida, que impone la traducci¨®n en dinero de toda actividad, ha supuesto, a juicio de Borrell, una conversi¨®n en objeto tanto de las mujeres como de su sexualidad.
Borrell, inscribi¨¦ndose en las corrientes ecol¨®gicas m¨¢s radicales, expone unas previsiones de futuro nada halag¨¹e?as. El desarrollo de la sociedad industrial y la revoluci¨®n de la informaci¨®n que se esperan durante el siglo XXI enmascaran un "fascismo tecnol¨®gico" que sufrir¨¢n principalmente las mujeres. La autora afirma que la culminaci¨®n de este proceso significar¨¢, si no se le pone remedio, "la esclavitud absoluta para las mujeres ampurdanesas y la implantaci¨®n de condiciones laborales todav¨ªa m¨¢s inaceptables que las actuales".
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