La literatura como territorio de libertad
(...) Los grandes autores se distinguen del resto en que, mediante sus obras, ampl¨ªan el mundo y conquistan nuevos territorios para la lengua y la literatura. (...) Miguel de Cervantes, con El Quijote, conquist¨® no s¨®lo nuevos territorios, hasta entonces in¨¦ditos e inexplorados, para su patria, que no es otra que su lengua y su literatura, sino que tambi¨¦n ampli¨® las fronteras para la libertad. Con El Quijote, como es sabido, la novela se hace moderna, pero tambi¨¦n se convierte en el territorio por excelencia de la libertad, de la libertad est¨¦tica y formal y de la libertad pol¨ªtica y moral.(...) Para Jorge Edwards, como para Cervantes, la literatura es un territorio de libertad, y la tarea fundamental del escritor es ensanchar los l¨ªmites de esa libertad, intentar derribar o, al menos, hacer retroceder lo m¨¢s posible los muros de su tiempo, (...) esos "muros de ladrillo s¨®lido, de piedra de canter¨ªa, de altura y anchura inexpugnables", como los describe el propio Edwards en su ¨²ltima novela, El sue?o de la historia.
Bastantes a?os antes de que cayera el muro de Berl¨ªn, que ha sido el muro por antonomasia del siglo XX, ese muro real y simb¨®lico que tanto protagonismo tiene en su novela El anfitri¨®n, Jorge Edwards ya hab¨ªa abierto algunas ventanas desde las que se podr¨ªa divisar un nuevo horizonte (...). Tan s¨®lo un a?o antes hab¨ªa ca¨ªdo el muro de una dictadura m¨¢s pr¨®xima para nuestro escritor, gracias, en este caso, a un plebiscito popular y gracias a los que, como ¨¦l, hab¨ªan hecho que circulara el aire de la libertad. Naturalmente, en ambos casos sufri¨® Edwards las consecuencias de luchar contra el muro -ese muro de silencio y vigilancia-, y experiment¨® en propia carne el hecho de que los escritores sigan siendo personas non gratas para los reg¨ªmenes autoritarios, sean del signo que sean.
De ah¨ª el t¨ªtulo de uno de sus libros m¨¢s conocidos, un libro que en su momento fue tachado de "inoportuno" e, incluso, prohibido, pero que hoy ya se ha convertido en un cl¨¢sico de la literatura contempor¨¢nea, (...) puesto que en ¨¦l acierta a plasmar muchas de las preocupaciones y contradicciones de su tiempo que, no lo olvidemos, es el nuestro.
(...) Nuestro galardonado ha ido conquistando para los que leemos su obra nuevos territorios para la literatura y para la libertad a partir de unos pocos grandes asuntos. De hecho, puede decirse que toda su obra se nos presenta como un conjunto de variaciones sobre unos pocos temas, que, a su vez, son variantes de un tema b¨¢sico.
Ese tema b¨¢sico u obsesi¨®n fundamental es el intento de escapar de un orden opresivo, bien sea el orden familiar o el impuesto por el Estado. Sobre esta doble dimensi¨®n, el propio Edwards ha llegado a decir que los autores chilenos de su generaci¨®n -conocida como generaci¨®n del 50- "tuvieron que poner en tela de juicio el mundo familiar y con ello el orden social entero".
Y de ah¨ª surge una peque?a constelaci¨®n de temas m¨¢s o menos asociados: el sentimiento de culpa y la mala conciencia burguesa, las contradicciones propias de los escritores, el tema del regreso, la vuelta al orden y el intento de recuperar el pasado, que tambi¨¦n tiene una doble dimensi¨®n, familiar y pol¨ªtica, puesto que se concreta en la vuelta del exilio y en el regreso del hijo pr¨®digo, y los problemas y contradicciones que esto acarrea: "El que sale ya no regresa", escribe Edwards. "El que regresa es otro. El que abandona su sitio por un tiempo largo ya no pertenece a ning¨²n sitio, no es de ninguna parte, se ha convertido en un inadaptado para siempre".
Por otra parte, se ha dicho con frecuencia que muchos de los protagonistas de sus libros son, en realidad, variaciones de un mismo personaje, al que vemos en diferentes etapas y vicisitudes y tras el que podemos adivinar, sin demasiado esfuerzo, algunas referencias autobiogr¨¢ficas. Y el propio autor ha reconocido alguna vez que sus personajes, esos "fantasmas de carne y hueso", como los denomina en el t¨ªtulo de uno de sus libros de relatos, tienen generalmente un referente real.
(...) Los personajes de Edwards siempre tienen m¨¢s importancia que la historia narrada, y la atm¨®sfera en la que ¨¦stos se mueven, mucho m¨¢s relieve que la an¨¦cdota o los hechos. Y es justamente esa atm¨®sfera la que nos transmite un cierto lirismo en muchos de sus textos, un lirismo que, por otro lado, se aviene muy bien con esa sobriedad, esa precisi¨®n y ese sentido del humor tan caracter¨ªsticos de su estilo. "El humorismo", ha dicho el autor, "es el mejor ant¨ªdoto contra el integrismo". Y sus relatos son la mejor prueba de ello.Pero tambi¨¦n la iron¨ªa es un ingrediente fundamental cuando se quiere permanecer alejado de todo dogmatismo, practicar la autocr¨ªtica y asumir las inevitables contradicciones ideol¨®gicas y los dilemas morales. (...)
Porque, para Edwards, conviene decirlo ya, tan importante como la libertad de expresi¨®n es la libertad de conciencia, esto es, atreverse a pensar por uno mismo, e incluso contra uno mismo, si es necesario. Testigo, participante y cronista de las grandes crisis ideol¨®gicas vividas en el ¨²ltimo tercio del siglo XX, sobre todo en Chile, su pa¨ªs, pero tambi¨¦n en Cuba y en Europa, Jorge Edwards encarna, tanto en su vida como en su obra, el eterno conflicto entre la raz¨®n po¨¦tica y la raz¨®n de Estado, entre la voluntad opresiva y la libertad de conciencia y de expresi¨®n.
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