"Al catal¨¢n le gusta que asimiles sus tradiciones, pero le cuesta aprender otras"
Mohamed Chair (Ksar el Kebir, Marruecos, 1969) vive en Barcelona desde 1990. Mediador social, estudia en el Institut Cat¨°lic d'Estudis Socials de Barcelona y es secretario de la Asociaci¨®n Sociocultural Ibn Batuta.Pregunta. ?Por qu¨¦ decidi¨® venir a esta ciudad?
Respuesta. Ten¨ªa familia. Estudiaba filolog¨ªa inglesa en Tetu¨¢n y quer¨ªa irme a Australia. Vine aqu¨ª de paso, a ganar algo de dinero. Algo te¨®ricamente f¨¢cil. No fue as¨ª. Tard¨¦ tres meses en encontrar trabajo. Para entonces hab¨ªa caducado mi visado tur¨ªstico y me qued¨¦ en una situaci¨®n ilegal. Eso coincidi¨® con la guerra del Golfo, cuando los controles de la polic¨ªa se intensificaron sobre la poblaci¨®n con aspecto ¨¢rabe. En 1991 me acog¨ª a la primera regulaci¨®n de inmigrantes. Trabaj¨¦ de todo. Mi primer trabajo fue como butanero. Entonces los butaneros eran marroqu¨ªes. Ahora son paquistan¨ªes.
P. ?En qu¨¦ consiste la cosmovisi¨®n del ilegal?
R. Prefiero el t¨¦rmino irregular antes que ilegal, uno no es ilegal. Consiste en un miedo y una alerta constante. Cualquier uniforme es una sospecha. Te pasas el d¨ªa buscando argumentos para convencer a la polic¨ªa, por si te paran. A m¨ª me pararon tres veces. No s¨¦ si les convenc¨ª, les di pena o simpatizaron. En la primera ocasi¨®n ense?¨¦ mis ¨²nicos papeles, documentos universitarios. Nunca ense?as el pasaporte. Te pueden poner un sello y no puedes entrar en Espa?a en 10 a?os. La segunda vez habl¨¦ en ingl¨¦s y la polic¨ªa me pidi¨® disculpas. La tercera vez, durante la guerra del Golfo, ense?¨¦ la tarjeta de una asociaci¨®n para la que estaba trabajando.
P. ?Qu¨¦ le llam¨® m¨¢s la atenci¨®n de esta sociedad?
R. La sensaci¨®n de que la gente primero te compadece, y luego, cuando vas progresando, se extra?an. Tienes que esforzarte mucho para convencer a alguien que puedes ser igual o mejor que ¨¦l. La gente no se da cuenta de que la inmigraci¨®n es muy variada, engloba a muchos sectores y ha cambiado mucho. En los noventa, por ejemplo, el perfil de la inmigraci¨®n marroqu¨ª ha cambiado mucho. Ya no son padres de familia de 40 a?os que vienen solos y env¨ªan el dinero. Ahora son j¨®venes universitarios y con la intenci¨®n de quedarse.
P. ?Advirti¨® aqu¨ª la presencia de un sustrato de inmigraci¨®n anterior?
R. En un primer momento, no. El espa?ol hace lo mismo con nosotros: nos ve a todos iguales. Luego, s¨ª. El catal¨¢n es m¨¢s orgulloso, le gusta que aprendas sus tradiciones, pero le cuesta aprender de los dem¨¢s. Eso se traduce en la pol¨ªtica de inmigraci¨®n de la Generalitat. En Par¨ªs, en una ocasi¨®n fui a la Casa de Catalu?a. Hab¨ªa hasta agua de Viladrau. Sin embargo, en Barcelona no podemos aprender ¨¢rabe en las escuelas.
P. ?Cree que el Estado debe dar clases de ¨¢rabe en las escuelas?
R. Por supuesto. El Estado cobra impuestos. La inmigraci¨®n en Catalu?a ha generado 73.000 millones de pesetas con un gasto de s¨®lo 8.000 millones. Ese dinero debe repercutir en la sociedad. Adem¨¢s, si un inmigrante encuentra que el ambiente le favorece, su nivel de integraci¨®n y de rendimiento es mayor.
P. ?Intuye un futuro conflicto ling¨¹¨ªstico entre lenguas europeas y no europeas?
R. Se est¨¢ planteando. Unos 7.000 estudiantes hablan ¨¢rabe. Me parece muy bien que se defienda el catal¨¢n, pero en un Estado de derecho una minor¨ªa tiene derecho a su lengua y a sus mezquitas.
P. Aqu¨ª ha costado, o incluso cuesta mucho, plantear un Estado laico; ?cree que el Estado debe subvencionar religiones?
R. El error est¨¢ en politizar las religiones. En Espa?a nunca podr¨¢ darse un integrismo religioso en la inmigraci¨®n. El inmigrante viene a trabajar o estudiar y es m¨¢s laico. Con una mezquita, el inmigrante se sentir¨¢ m¨¢s valorado. Ahora cuesta mucho conseguir permisos, no para mezquitas, sino para centros de oraci¨®n. En el 2004 se har¨¢ el Foro de las Culturas, y nosotros, que vivimos aqu¨ª, tenemos problemas para vivir la nuestra.
P. ?Esta sociedad est¨¢ preparada para una ola de inmigraci¨®n no europea?
R. No estoy de acuerdo en levantar las fronteras, pero s¨ª estoy a favor de una pol¨ªtica de inmigraci¨®n seria. Las declaraciones del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, o del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, en ese sentido encrespan la situaci¨®n, y el ciudadano puede ver al inmigrante como un enemigo. La Ley de Extranjer¨ªa, positiva, tiene un protagonista: el ciudadano, que ha presionado y se ha manifestado por ella. Ahora tenemos la ley, pero no la voluntad pol¨ªtica de aplicarla. Y s¨ª, se puede soportar un flujo de inmigrantes, pero con orden y organizaci¨®n. Aparte, se deber¨ªa invertir en los pa¨ªses de origen del fen¨®meno.
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