El bailaor Grilo abre con brillantez la cita flamenca de Jerez
Comenz¨® el IV Festival Flamenco de Jerez y lo hizo a lo grande, con el teatro lleno a rebosar y el p¨²blico en pie ovacionando a Joaqu¨ªn Grilo y los suyos. Grilo es jerezano, y esto aqu¨ª siempre tiene importancia, porque la gente apoya con ejemplar entusiasmo todo lo propio. El joven bailaor hac¨ªa tiempo, adem¨¢s, que no presentaba espect¨¢culo de su cu?o y firma.Un espect¨¢culo titulado J¨¢cara, que es superior a cuanto ha hecho anteriormente. Pareciera que Grilo se ha puesto al trabajo con seriedad y, desde?ando el recurso a oportunismos no siempre bien entendidos y a efectismos producto de una cierta inmadurez, ha construido una obra equilibrada, muy en sinton¨ªa con su propia concepci¨®n del baile y, sobre todo, con sus capacidades personales como bailaor.
Bailaor. Como tal, Joaqu¨ªn Grilo es muy racial, muy fiel a los modos de Jerez. Y no es gitano. Quede esto claro, porque parece que cuando hablamos de lo racial en el Jerez flamenco siempre pensamos en los gitanos. Es cierto que lo jondo aqu¨ª est¨¢ muy marcado por lo gitano, pero no lo es menos que en Jerez las diferencias raciales se han difuminado m¨¢s que en ning¨²n otro lugar.
Espect¨¢culo payo
Curiosamente, el espect¨¢culo de Grilo podr¨ªa decirse que es esencialmente payo, porque payos son sus principales protagonistas: el propio Grilo, su hermana cantaora Carmen, el guitarrista autor de la m¨²sica Alfredo Lagos, la bailaora Rosario Toledo... Joaqu¨ªn Grilo es un bailaor que revela ya una considerable madurez. En J¨¢cara no hay pausas ni espacios vac¨ªos que rompan la unidad. Es cierto que coreogr¨¢ficamente no todo tiene la entidad deseable. Pienso en las alegr¨ªas que hizo el cuerpo de baile, por ejemplo, demasiado convencionales, o en los tangos de Rosario Toledo, con su gracia, aunque excesivamente largos. Pero cuando Grilo se hace presente en escena, su poderosa influencia sobre los dem¨¢s se traduce en una notable concentraci¨®n del inter¨¦s.
Grilo baila bien. Abandona antiguos tics y se entrega a un desarrollo serio y consciente de los temas. Las siguiriyas iniciales, sobrias, casi solemnes. La farruca. Baile de referencia en hombres desde los tiempos de Vicente Escudero, Grilo la dulcifica de alguna manera, con la guitarra de Lagos, y una bella introducci¨®n admirablemente cantada por su hermana Carmen, a quien hoy encontramos hecha una cantaora de cuerpo entero.
Y qu¨¦ vamos a decir de las buler¨ªas, donde el bailaor siempre ha dado lo mejor de s¨ª, con una versatilidad y un entendimiento del g¨¦nero que arrebatan. Espect¨¢culo de excelente factura, en definitiva, en que todo ha sido cuidado con mimo y buen gusto, desde el tratamiento de las luces por V¨ªctor Fern¨¢ndez hasta el m¨¢s nimio detalle. Para Joaqu¨ªn Grilo puede significar una importante proyecci¨®n en su carrera.
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