Versiones y mentiras
El espectacular despliegue informativo realizado por el diario Gara -¨®rgano period¨ªstico del nacionalismo radical- con los documentos suscritos y las propuestas intercambiadas a lo largo de 1998 y 1999 entre ETA y los dos partidos nacionalistas que forman el Gobierno vasco (con mando sobre una polic¨ªa auton¨®mica de m¨¢s de 7.000 miembros encargada de impedir los cr¨ªmenes de la banda terrorista y de perseguir a sus autores) no ha hecho sino corroborar la existencia y precisar los detalles de esos indignos tratos. Resultaba ya en si mismo asombroso que las direcciones del PNV y de EA hubieran negociado clandestinamente, a espaldas de los gobernantes electos del Estado de Derecho y de la opini¨®n p¨²blica, un acuerdo secreto con los jefes de una organizaci¨®n que ha cometido m¨¢s de 800 asesinatos; ahora, el jactancioso reconocimiento de ETA de que el alto el fuego de septiembre de 1998 fue una tregua-trampa echa definitivamente por tierra tanto las justificaciones defensivas de los nacionalistas moderados como sus virulentos ataques contra el inmovilismo del Gobierno -que no cay¨® en la celada- como causante del regreso de la violencia. En cualquier caso, el pacto de agosto de 1998 desbord¨® ampliamente el marco del sistema democr¨¢tico: el compromiso suscrito por ETA, PNV y EA para alcanzar la territorialidad y la soberan¨ªa de Euskal Herria (esto es, la unificaci¨®n irredentista del Pa¨ªs Vasco, Navarra y los territorios ultrapirenaicos y su constituci¨®n en un Estado independiente) implicar¨ªa la exclusi¨®n forzosa de -al menos- la mitad de la poblaci¨®n de Guip¨²zcoa y Vizcaya, la mayor¨ªa de los ciudadanos de ?lava, las cuatro quintas partes de los navarros y el 90% de los vasco-franceses.ETA hizo p¨²blico a finales de 1999 su acuerdo secreto con PNV y EA, descargando sobre sus socios la entera responsabilidad de la ruptura de la tregua: seg¨²n la banda terrorista, los nacionalistas moderados eran culpables de haber incumplido su compromiso de cortar todas las relaciones con el PP y el PSOE. El col¨¦rico desmentido realizado entonces por Arzalluz exterioriz¨® su humillaci¨®n ante el enga?o: habi¨¦ndose cre¨ªdo lo suficientemente listo como para jugar a dos barajas y ganar en ambas mesas (contra el Gobierno y contra ETA), la banda terrorista puso al descubierto sus planes. El portavoz del PNV en el Congreso volvi¨® a vivir el mismo sofoco en el reciente debate de investidura; la nueva difusi¨®n por Gara -esta vez con todo lujo de detalles- del texto firmado por ETA, PNV y EA en agosto de 1998 es seguramente la respuesta a los torpes intentos de Anasagasti de replicar con mentiras y medias verdades la razonable propuesta del presidente Aznar de que el nacionalismo vasco reconozca sus errores y regrese al consenso democr¨¢tico. El sufriente victimismo del PNV para justificar su incomprensible presencia en el Pacto de Estella resulta tan escasamente convincente como su tentativa de negar la evidencia de su acuerdo paralelo con ETA: si las fuerzas democr¨¢ticas se oponen a la exclusi¨®n y a la muerte civil de los votantes del PP y el PSOE en el Pa¨ªs Vasco que los nacionalistas pretenden, tambi¨¦n defienden los derechos constitucionales de los electores del PNV y de EA.
Los nacionalistas moderados utilizan los peores ep¨ªtetos imaginables para descalificar a los pol¨ªticos y a los periodistas que critican o simplemente mencionan el documento firmado en agosto de 1998 por ETA, PNV y EA. Aparentemente convencidos de la eficacia m¨¢gica de los conjuros verbales para suprimir las realidades molestas, sus portavoces combinan los desmentidos acerca de la firma del acuerdo con las alusiones a los anexos del PNV y EA que ETA no lleg¨® a endosar. En la detallada reconstrucci¨®n -magistral por todos los conceptos- del bochornoso tinglado policial, administrativo, judicial e informativo montado en Barcelona durante el verano de 1997 a cuenta de una inexistente red de prostituci¨®n infantil, Arcadi Espada (Raval. Del amor a los ni?os, Anagrama, 2000) subraya que "las presiones de los individuos y las instituciones poderosas para que se tenga en cuenta su versi¨®n de los hechos, es decir, su saco de mentiras, no tienen otro prop¨®sito que atenuar el impacto de la verdad, reducir su superficie f¨ªsica y moral". Algo parecido ocurre tambi¨¦n en este caso: aun siendo cierto que el PNV y EA intentaron sin ¨¦xito completar el cuerpo del acuerdo -escrito en el anverso- con unas notas interpretativas que deber¨ªan figurar en su reverso, el hecho es que el documento principal fue operativo para sus tres firmantes durante casi un a?o.
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