De Heidi a Vampirella EMPAR MOLIN?
Fui al Sal¨®n del C¨®mic y una vez m¨¢s recib¨ª un correctivo; aprend¨ª el significado de la frase "equivocarse de vi?eta". ?Saben lo que supone ser la ¨²nica persona, en un recinto de 1.000 metros cuadrados, que no va vestida en blanco y negro? Por culpa de las flores de mi pamela, todo el mundo notaba, en cuanto me ve¨ªa, que no s¨¦ distinguir al esquizofr¨¦nico Superman del ejecutivo S¨²per L¨®pez.Si no fuese porque me conozco, por un momento habr¨ªa pensado de m¨ª misma que iba bebida, porque tuve una visi¨®n: a mi lado paseaban montones de Santiagos Seguras repetidos, docenas de Juan-Manueles de Prada gemelos y centenares de Feles Mart¨ªnez (estos ¨²ltimos recien salidos de Tesis). Ya saben a qu¨¦ me refiero: todos los pantalones, camisetas, barbas y pelos que se destilaban hacia m¨ª estaban lavados a la piedra. Me alegra decirles que entre tantos mangas, los ¨²nicos que llevaban polos con mangas eran los de El Jueves, tan contentos en su chiringuito.
?Estoy siendo muy cl¨¢sica? Pues sepan que lo primero que hice fue acercarme a las casetas, para ver si los c¨®mics para adultos eran tan guarrindongos como se comenta. Me alegra decirles que s¨ª lo son. Lo segundo que hice, para no desentonar, fue sacar el libro de Txumari Alfaro, como si de repente me hubiese entrado el punto gore.
En cuanto a los amables se?ores que me informaron, llevaban un mismo modelo de gafas de concha negra, compradas en alguna ¨®ptica para existencialistas. Todos parec¨ªan clientes fijos de "Lentes y monturas La N¨¢usea de Jean-Paule", ya me entienden. Esas gafas me dijeron mucho de sus propietarios. Por ejemplo, que en su casa no tienen cortinas tipo Laura Ashley (de lo que me alegro, porque estoy segura de que el ni?o Chechu, en su cuarto, s¨ª las tiene).
Por suerte, las visitantes femeninas, de ning¨²n modo usaban taconazos, wonderbr¨¢s y l¨¢tigos de cuero como mis admiradas Vampirella y Elvira. Al contrario: luc¨ªan camisetas con estampados de los que se ponen las Az¨²car Moreno. Vamos, que una mujer moderna como yo, de repente se sinti¨® como si la hubiesen vestido de Helena Garc¨ªa-Melero para presentar el Telenot¨ªcies.
A mi lado hab¨ªa 50 periodistas que tambi¨¦n escrib¨ªan sus 50 art¨ªculos para sus 50 peri¨®dicos. Les confesar¨¦ que, ansiosos, nos empezamos a preguntar los unos a los otros: "?Oye! ?La canci¨®n de Sisa que habla de Carpanta y Pinocho, c¨®mo se llamaba? Es que voy a empezar la cr¨®nica as¨ª, en plan nuevo periodismo...".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.