Blair sufre en las municipales la peor derrota desde su llegada al poder en 1997
El l¨ªder laborista, Tony Blair, contin¨²a siendo el primer ministro favorito de los brit¨¢nicos, pero la amplia derrota de su partido en las municipales en Inglaterra, donde ha perdido 573 concejales y 15 municipios, y la llegada del independiente Ken Livingstone a la alcald¨ªa de Londres, ha demostrado que ya no cuenta con la entrega del electorado. Hasta los liberal-dem¨®cratas, el discreto tercero del panorama pol¨ªtico nacional, han conseguido hacerse con un esca?o en Romsey, un distrito tory. A la vista de los hechos, ning¨²n laborista se atrev¨ªa a negar ayer que es hora de revisar la aplicaci¨®n de la tercera v¨ªa.
En las anteriores elecciones, las europeas, municipales y auton¨®micas de 1999, los conservadores volvieron a colocarse en el mapa pol¨ªtico, del que hab¨ªan quedado barridos en citas anteriores. Pero la p¨¦rdida para los laboristas no fue tan rotunda como ayer. En Escocia y Gales no lograron mayor¨ªas absolutas y tuvieron que formar gobiernos de coalici¨®n. Antes de llegar al poder, en 1997, el primer ministro brit¨¢nico prometi¨® devolver el poder a las regiones y a los ciudadanos. Aunque arriesgada, su triple reforma electoral contemplaba la esperada apertura de los Parlamentos aut¨®nomos de Escocia y Gales y la elecci¨®n de un alcalde para Londres. Los dos primeros foros son presididos ahora por candidatos poco gratos para el partido en el Gobierno. Son un liberal dem¨®crata escoc¨¦s, que sustituye al titular laborista, enfermo del coraz¨®n, y un laborista gal¨¦s rebelde y vetado hasta el final por Downing Street. El caso de la capital brit¨¢nica ha sido, no obstante, el m¨¢s llamativo.
A Tony Blair le irritaba de tal modo Ken Livingstone que hasta remiti¨® un mill¨®n de cartas con su firma a los londinenses pidiendo que no le votaran. Que ¨¦ste se haya proclamado al final victorioso con un 57,9% (tras el recuento de la segunda vuelta) de los sufragios supone un aut¨¦ntico mal trago para el l¨ªder laborista, poco amigo de las disidencias. Sobre todo porque ha visto c¨®mo Frank Dobson, el favorito oficial, quedaba relegado a un oscuro tercer puesto. Con un 13% de los votos y habiendo sido ministro de Sanidad, ¨¦ste s¨®lo ha conseguido despegarse por los pelos de Susan Kramer, una desconocida banquera liberal-dem¨®crata que ha arrastrado al 12% del electorado. El segundo puesto, logrado por el conservador Steven Norris con un 42% de las papeletas (tambi¨¦n tras la segunda vuelta), s¨®lo ha empeorado las cosas. S¨®lo Livingstone y Norris pasaron a una segunda vuelta, que ya constaba en la misma papeleta.
Norris obtuvo la candidatura despu¨¦s de que Jeffrey Archer, el preferido del l¨ªder conservador, William Hague, se viera forzado a abandonar la pugna por haber mentido en un caso de libelo. Norris se sum¨® a la carrera electoral en el ¨²ltimo minuto, es cierto, pero al menos no daba la sensaci¨®n de cumplir ¨®rdenes de su jefe supremo. Y eso precisamente, el deseo de Blair de controlar todos los detalles de la pol¨ªtica gubernamental y una cierta dificultad para delegar a tiempo, es lo que parece haber sellado la suerte del laborismo en estas elecciones londinenses.
La composici¨®n de la Greater London Assembly (Asamblea del Gran Londres), el gobierno municipal capitalino, refleja asimismo el descontento de unos ciudadanos que no quieren interferencias del Ejecutivo en las decisiones locales. Con nueve conservadores, nueve laboristas, cuatro liberal-dem¨®cratas y tres verdes, Blair est¨¢ obligado a esperar que el alcalde Livingstone honre su promesa de trabajar "con todos". De otro modo podr¨ªa verse obligado a recortar sus poderes cada vez que la asamblea tome decisiones ajenas a la l¨ªnea gubernamental. Una t¨¢ctica poco popular.
"Blair ha recibido un buen zarandeo. Es hora de que revise su pol¨ªtica y sus modos", dijo el nuevo alcalde poco antes de dar su primer discurso oficial.
Vista como el ensayo de las legislativas previstas para el a?o 2001, la derrota laborista en la otra parte de la misma consulta, es decir, la renovaci¨®n de 152 municipios y 3.300 cargos de concejal, ha sido a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de digerir para el Gobierno brit¨¢nico. Incluso aceptando las fluctuaciones de voto propias de una democracia bipartidista, los datos son abrumadores. Mientras los conservadores han conseguido 593 nuevos concejales y 17 municipios en el territorio de Inglaterra, los laboristas han perdido 573 representantes locales y 15 municipios.
La amplitud de la victoria conservadora le hizo sentirse reafirmado en su puesto a William Hague, jefe de la oposici¨®n.
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