Ozono
La gente se hace un l¨ªo con lo del ozono. Ese gas que los qu¨ªmicos definen como una mol¨¦cula formada por tres ¨¢tomos de ox¨ªgeno nos trae de cabeza a los profanos, que no acertamos a discernir qu¨¦ es peor: la carencia o el exceso de ozono en la atm¨®sfera. En los ¨²ltimos diez a?os nos han venido acongojando con la merma experimentada por la capa de ozono en los casquetes polares y con c¨®mo el terrible agujero iba ensanchando su di¨¢metro hasta alcanzar latitudes habitadas. La extensi¨®n del boquete supone, seg¨²n nos vienen advirtiendo, la desaparici¨®n del escudo natural que nos protege contra los temibles rayos ultravioleta, que, adem¨¢s de provocar irritaciones en los ojos y afecciones respiratorias, propician la aparici¨®n de c¨¢nceres de piel y otros procesos malignos. As¨ª que nos hemos metido en la mollera que hay que conservar el ozono como oro en pa?o porque, de lo contrario, terminar¨¢n d¨¢ndonos los siete males. Y, cuando ya ten¨ªamos eso asumido, empiezan a decirnos que hay zonas de Madrid donde los niveles de ozono son peligrosamente altos y que deben tomarse medidas urgentes si no queremos caer como moscas. Una aparente contradicci¨®n que obliga al pobre ciudadano ignorante a cursar estudios elementales de f¨ªsica y qu¨ªmica si quiere formarse una idea, siquiera aproximada, de cu¨¢les son sus posibilidades de supervivencia. S¨®lo as¨ª comprender¨¢ que hay un ozono "estratosf¨¦rico" de origen natural que es el que filtra las radiaciones solares, y otro ozono ambiental o "troposf¨¦rico" que se produce a partir de los ¨®xidos de nitr¨®geno que emiten fundamentalmente los veh¨ªculos motorizados.Con ese conocimiento elemental estamos ya en condiciones de valorar el fen¨®meno acaecido en la madrugada del s¨¢bado 29 de abril, cuando las estaciones de control de contaminaci¨®n de varios municipios metropolitanos de la regi¨®n registraron unos incrementos en los niveles de ozono que parec¨ªan apocal¨ªpticos. Primero fue en Coslada, poblaci¨®n que parad¨®jicamente albergar¨¢ el mes que viene unas jornadas europeas sobre calidad del aire; despu¨¦s, la mancha avanz¨® hacia Getafe, Alcorc¨®n, M¨®stoles, Legan¨¦s y especialmente a Fuenlabrada, donde las mediciones reflejaron ¨ªndices que cuadruplicaban los umbrales de alerta. Si atendemos a lo que marca la normativa, tan elevados registros exigen una inmediata informaci¨®n a los ciudadanos, informaci¨®n que seg¨²n los logros ecologistas no se produjo con la celeridad requerida. Una situaci¨®n as¨ª ha de advertirse cuanto antes, no para alarmar a la poblaci¨®n y provocar una estampida, sino para explicar bien la circunstancia y que la gente sepa que no es recomendable realizar actividades deportivas ni esfuerzos f¨ªsicos al aire libre. Cabe recordar que a las pocas horas de producirse la ins¨®lita concentraci¨®n hab¨ªa convocado en Madrid un marat¨®n popular en el que se dejaron el bofe unos 9.000 atletas. Si los responsables medioambientales fueron inoperantes, las organizaciones conservacionistas pecaron de todo lo contrario. Sin conocer el origen de tan extra?o fen¨®meno se lanzaron de inmediato a teorizar sobre las causas y responsabilidades de lo ocurrido, pidiendo dimisiones a troche y moche. Peor a¨²n fue la actitud de algunos alcaldes y concejales de municipios metropolitanos, acusando a Madrid de favorecer la formaci¨®n del ozono troposf¨¦rico que los vientos dominantes trasladan a sus poblaciones. Olvidan estos ediles que a la capital entran diariamente m¨¢s de setecientos mil coches procedentes de sus municipios y que carece de sentido alguno culpar a la actividad de la gran urbe porque de ella participa directa o indirectamente la inmensa mayor¨ªa de los vecinos de la regi¨®n. Por si fuera poco, las teor¨ªas m¨¢s avanzadas afirman que el ozono ambiental se desplaza en capas altas de la atm¨®sfera, por lo que una mancha contaminante puede provenir de cualquier zona del mundo y aterrizar circunstancialmente en Madrid. Lo del aire que respiramos es asunto serio que no admite ni imprudencias ni demagogias. Adem¨¢s de investigar las causas, habr¨¢ que avanzar en el intento de reducir al m¨ªnimo los episodios locales de contaminaci¨®n por el tr¨¢fico de autom¨®viles y aviones sobre todo en verano. Y todo desde la convicci¨®n de que para resolver tan importantes cuesti¨®n han de aplicarse soluciones planetarias. Grandes males, grandes remedios.
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