Un bosque de donantes
No hab¨ªa pisado jam¨¢s una universidad, pero decidi¨® entregarle su cuerpo. "No soy una persona con carrera, pero le sigo dando preferencia a la ciencia frente a los gusanos", le dijo al catedr¨¢tico de Anatom¨ªa Francisco Do?ate un ama de casa. Decenas de estudiantes de Medicina descubren cada rinc¨®n del cuerpo humano gracias a donantes como ella.Mar¨ªa del Carmen Vil¨¢ y Germ¨¢n Zambrana estaban hurgando en Internet cuando una peculiar convocatoria les llam¨® la atenci¨®n. La Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) buscaba qui¨¦n dise?ara un monumento para albergar de manera definitiva las cenizas de quienes han donado su cuerpo a la Facultad de Medicina.
Las cenizas est¨¢n en 50 urnas almacenadas en el despacho del catedr¨¢tico de Anatom¨ªa Francisco Do?ate porque la universidad no se pod¨ªa permitir comprar nichos ni dispon¨ªa de un lugar concreto donde enterrarlas. Algunas est¨¢n repartidas por las baldas, al lado de los libros acad¨¦micos, y otras, guardadas en armarios.
Para formar estudiantes
A Do?ate le parec¨ªa "horrible" que estas personas que en vida decidieron donar su cuerpo a la ciencia acabaran sus d¨ªas en una fosa com¨²n. Estaba empe?ado en que la universidad creara un lugar de descanso y homenaje a quienes han venido contribuyendo -y quienes lo har¨¢n en el futuro- a formar a los estudiantes de Medicina y Odontolog¨ªa.
Conseguir que la universidad aceptase crear un lugar espec¨ªfico donde enterrar los restos humanos ha sido una tarea de varios a?os. Antes hubo que conseguir un horno crematorio donde incinerar los cad¨¢veres. Deb¨ªa ser un horno pirol¨ªtico que incinerara tambi¨¦n los gases de formol, que son t¨®xicos. Nueve a?os pasaron desde que empez¨® a reclamarlo hasta que la universidad lo compr¨®, en 1989. Los cad¨¢veres de aquellos a?os de espera aguardaron en la facultad la llegada del horno. Con tiempo y paciencia, Do?ate los fue incinerando, coloc¨¢ndolos en urnas (cada una con su nombre) que trasladaba a su despacho a falta de un lugar mejor.
Una vez convertidos en cenizas, Do?ate se puso en contacto con las familias. Hubo quien quiso que sus cenizas fueran aventadas, y as¨ª se hizo; quien quer¨ªa conservarlas, y en no pocos casos quer¨ªan que quedaran para siempre en la universidad en un lugar espec¨ªfico. Hace diez a?os empez¨® Do?ate a pedir un lugar similar al que s¨®lo existe, que ¨¦l sepa, en la Universidad brit¨¢nica de Cambridge. Los donantes vivos superaban las 800 personas.
Vil¨¢ y Zambrana, o lo que es lo mismo, el estudio de arquitectura Zade Vil¨¢ Asociados, se sintieron inmediatamente seducidos por un concurso que les pareci¨® "muy atractivo y diferente". No les gusta, explica Vil¨¢, la denominaci¨®n de pante¨®n, ni monumento funerario, ni mausoleo. Prefieren llamarlo "lugar". A secas. Lo importante era que estuviese "abierto al cielo". Hace un a?o largo, la junta de gobierno aprob¨® gastarse unos 20 millones en la obra. Tremenda sorpresa la que se llev¨® el catedr¨¢tico, quien ped¨ªa un mill¨®n. Convoc¨® un concurso de ideas.
El lugar se asemejar¨¢ a un bosque al aire libre. Unos 20 troncos de acero muy altos, de hasta 20 metros (como seis pisos), albergar¨¢n las urnas. Unas placas con los nombres de cada donante indicar¨¢n exactamente su lugar de descanso definitivo. Visto desde el aire, el conjunto dibujar¨¢ unas manos. Vil¨¢ explica que a ellos les hubiera encantado que el lugar tuviera vistas al mar. Pero no ha podido ser. El campus de Leioa est¨¢ tierra adentro, en las afueras de Bilbao. A¨²n est¨¢ por decir d¨®nde exactamente se levantar¨¢ este bosque de ¨¢nimas, pero el catedr¨¢tico Do?ate y los arquitectos ya le han echado el ojo a un enorme solar justo al lado de Medicina.
Su proyecto fue el elegido entre los 42 presentados. Una concurrencia que ni los m¨¢s optimistas de la universidad p¨²blica vasca esperaban. El premio era de un mill¨®n de pesetas.
Tampoco esperaba el profesor Do?ate que hubiese tanto altruista. Nunca han faltado donantes. Al fondo del despacho de este catedr¨¢tico, un ajado p¨®ster plastificado del cuadro Lecci¨®n de anatom¨ªa, de Rembrant, recuerda al visitante que sin cad¨¢veres con los que practicar jam¨¢s habr¨ªa m¨¦dicos.
Voluntarios de toda condici¨®n
N. G Bilbao
En la facultad se utilizan unos seis o siete cad¨¢veres cada curso, uno por cada ocho alumnos. Los voluntarios que donan su cuerpo son de toda condici¨®n. Religiosos, navegantes, alg¨²n ama de casa, profesionales, oficinistas, incluso familias enteras. De todo hay entre los donantes. Los cuerpos para las pr¨¢cticas ya no son de indigentes, eso era hace d¨¦cadas. Son hombres y mujeres, de todas las edades, aunque ciertamente predominan los ancianos. No tienen por qu¨¦ estar sanos, aunque s¨ª es requisito no padecer ninguna enfermedad infecciosa.
Cada donante suscribe una escritura privada con la UPV. Los ¨²nicos requisitos son aceptar donar los ¨®rganos -"por si pueden dar vida a otra persona"- y aceptar que su cuerpo sea incinerado. Esto ¨²ltimo es imprescindible, porque, para poder practicar, los cuerpos deben estar embalsamados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.