J¨®venes
Sospechamos que los provocadores del p¨¢nico del Jueves Santo eran j¨®venes, tal como parecen ser los que alborotaron en la Feria y como con seguridad lo son casi todos los que forman parte de las movidas jaleosas. El p¨¢nico del Viernes Santo nos puso las orejas tiesas porque fue un verdadero peligro, pero es posible que sea un escal¨®n m¨¢s de lo que no sabemos o no queremos saber que va sucediendo poco a poco y desde hace tiempo.Lo digo porque se ha hablado mucho del problema de las movidas y no parece posible que quienes acuden a sus aglomeraciones no sean conscientes de lo que molestan, lo que ensucian y lo que destrozan; tambi¨¦n porque, si lo que digo es cierto, su empecinamiento llega a ser una provocaci¨®n y esa provocaci¨®n ha de tener forzosamente un significado. Puede ser que tanta energ¨ªa juvenil contenida genere locura, tal como imagin¨¢bamos que ocurr¨ªa con Atila y sus Hunos, aunque sin posibilidad de desfogar en batallas sino en plena ciudad, contra los vecinos y el mobiliario urbano. Otro motivo joven ser¨ªa el creerse due?os de la raz¨®n y del tiempo, motivo suficiente para destruir lo que otros construyeron y poder levantarlo todo nuevo. La tercera posibilidad que se me ocurre es la m¨¢s templada y la que mejor conocemos: la protesta. Lo que ocurre, si as¨ª fuera, es que no sabemos si protestan porque se aburren o porque no est¨¢n contentos con el paro, con el sistema, con ellos mismos... Yo, al menos, no lo s¨¦ y me gustar¨ªa saberlo. Deber¨ªa saberlo. Al fin y al cabo tienen lo que les hemos dado y son lo que hemos hecho de ellos.
?Qu¨¦ sabemos de los j¨®venes? Menos que de los marcianos. Lo ¨²nico que tenemos claro es que para sus progenitores son todos unos ¨¢ngeles, pero bien porque los ¨¢ngeles hablan poco o porque no ponemos atenci¨®n a lo que dicen, la realidad es que oscilamos entre los tres o cuatro prototipos que nos dan hechos, ya sean esp¨ªritus aislados en el mundo imaginario del ordenador, v¨ªctimas de la sociedad o gamberros. Y despu¨¦s nos asustamos cuando sube el nivel de agresi¨®n. Nosotros nos adaptamos a lo que nos llega aunque sea con mala conciencia, pero ellos act¨²an sin pens¨¢rselo dos veces.
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