Nacionalismos

Les ha costado a los cabecillas autorizados del Bloc desmarcarse de la envolvente de Zaplana al nacionalismo fastoeditorial (tan disparatado como inasequible al control del Palau de la Generalitat de aqu¨ª) y del linchamiento de su brujo y promotor esc¨¦nico, Eliseu Climent. Incluso han hecho fosfatina la teor¨ªa de que este partido siempre reacciona un d¨ªa despu¨¦s de haber publicado los peri¨®dicos las reacciones de todos los dem¨¢s partidos, puesto que tiempo ha que hab¨ªa vencido el plazo. No era necesario desnudar a Climent para guarnecer a Zaplana: hab¨ªa suficiente con equidistar. Sin embargo, pudo m¨¢s el sustrato freudopaterno en el que chapotearon de juveniles. Jugaron al beneficio del silencio administrativo para quedar al margen de las toneladas de basura que estaba vertiendo el PP sobre sus primos con tal de anular el poco cr¨¦dito que ha podido conservar en el gremio Climent, y eliminar as¨ª el peligro de que en un futuro electoral inmediato ejerciera de transfer entre esa especie de Banco Zaragozano (a efectos de activo de fusi¨®n) que es Valencians pel Canvi y el PSPV. Beneficio mutuo (PP-BNV), que es de lo que se trata, y no de reanimar el debate plasta sobre los Pa¨ªses Catalanes, aunque siempre quedar¨¢ alguien que entre al trapo y se saque, encima, unas pesetas. Quiz¨¢ por echar esa cuenta tan pedestre prefirieron la comodidad de la funda marsupial de Zaplana, cuya frondosidad les debe compensar el d¨¦ficit del alfombrado de las Cortes, hasta que la cochambre desbord¨® ambos c¨¢lculos y el mismo d¨ªa en que el PP refin¨® el discurso truculento por imperativo supremo tuvieron que salir y decir que se trataba de un desprop¨®sito. Tanto, que les estaba quitando suelo de debajo de los zapatos y abonando las contradiciones que provocan que el voto nacionalista, tan plural, se atasque en la trompa de Falopio de la urna o prefiera otros partidos no menos l¨ªcitos. Aunque tambi¨¦n siempre habr¨¢ alguien con ¨ªnfulas de Vicens Vives que confunda su propio fracaso pol¨ªtico con "l'agonia d'un poble". S¨®lo hay que salir a la calle para constatar que este pueblo est¨¢ tan vivo -o tan muerto- como siempre, pese al psicodrama de quienes no se resignan a que la realidad les estropee el an¨¢lisis.