Alimentos funcionales para alargar la vida
Ciencia e industria explotan un nuevo concepto de la nutrici¨®n con comestibles enriquecidos
Mientras las tres cuartas partes del planeta exhiben su hambre, la sociedad opulenta da una vuelta de tuerca a su forma de nutrirse. Una vez saciado su apetito busca en el alimento el elixir de la vida eterna. Desde que se empezaron a relacionar los ¨¢cidos grasos del pescado, la fibra o las vitaminas antioxidantes con un descenso de las enfermedades cardiovasculares y el c¨¢ncer, la industria se apresta a incluir estos elementos en comestibles que tradicionalmente no los llevan. Naturales o de dise?o, los nuevos nutrientes se han bautizado como alimentos funcionales y florecen en los supermercados. Los anglosajones los llaman "nutrac¨¦uticos" (parafraseando farmac¨¦uticos) por su potencial de reproducir el efecto de ciertos medicamentos.
Imagine el lector una margarina que contenga fibra, las vitaminas que aportan las frutas, los ¨¢cidos grasos del pescado y los beneficios del ¨¢cido f¨®lico, y que, adem¨¢s, siga sabiendo a margarina. Ah, y que no engorde. En ello anda la industria alimentaria, a veces muy por delante de las investigaciones que certifican el supuesto beneficio para el organismo.Este producto es un alimento funcional de dise?o (al consumidor le sonar¨¢ m¨¢s el concepto de alimento enriquecido). Consiste en introducir en su composici¨®n micronutrientes ajenos pero que, al menos epidemiol¨®gicamente, se han relacionado con un menor riesgo de padecer ciertas enfermedades. Tambi¨¦n puede ser funcional por defecto, si se le extraen elementos poco saludables como el exceso de grasas o de calor¨ªas. En este momento hay en el mercado espa?ol leches desnatadas enriquecidas con vitaminas, minerales, incluso con fibra; leches enteras con ¨¢cidos Omega-3, de demostrada eficacia para la protecci¨®n cardiovascular; margarinas sin calor¨ªas, pero con vitaminas y fibra; cereales que contienen ¨¢cido f¨®lico, esencial para el desarrollo embrionario. Y lo que vendr¨¢. Estados Unidos y los pa¨ªses n¨®rdicos marcan la pauta.
La Comisi¨®n Europea ha intentado dar cuerpo cient¨ªfico a esta nueva forma de alimentarnos que ya no busca la supervivencia o saciar el apetito, sino prevenir la enfermedad y alargar la vida. ?sa es su nueva funci¨®n. Por ello cre¨® en 1995 el programa Ciencia de la Alimentaci¨®n Funcional en Europa (FUFOSE), con el objetivo de promover investigaciones sobre los efectos de la dieta en el sistema digestivo, el cardiovascular, el endocrino y el comportamiento. Los primeros trabajos aparecieron en el British Journal of Nutricion en agosto de 1998.
La CE, como los expertos en nutrici¨®n, incluyen tambi¨¦n a los productos naturales, y en especial aquellos de la dieta mediterr¨¢nea, en la categor¨ªa de funcionales. No en vano son estos, en ¨²ltima instancia, los que proveen del elixir m¨¢gico: el tomate contiene licopeno, un micronutriente protector contra el c¨¢ncer de pr¨®stata; las legumbres contienen esteroles anticolesterol que hoy consumen masivamente los finlandeses en su margarina; el pescado y la soja surten de ¨¢cidos Omega-3 a l¨¢cteos, galletas y ali?os para ensaladas; el aceite de oliva virgen riega el coraz¨®n con su ¨¢cido oleico y sus antioxidantes; los frutos secos se han revelado como una fuente complet¨ªsima de fibra, minerales, vitamina E, ¨¢cido f¨®lico y Omega-3.
Con esta bater¨ªa tan completa de productos naturales cabe preguntarse qu¨¦ necesidad tienen los pa¨ªses mediterr¨¢neos de incorporar a su dieta otros enriquecidos. ?No ser¨ªa el alimento funcional mejor del mundo una lata de sardinas en aceite de oliva y adem¨¢s en bocadillo? "Es una pregunta que, evidentemente, hay que plantearse, pero yo dir¨ªa que depende", contesta Emilio Ros, jefe de la secci¨®n de l¨ªpidos del hospital Cl¨ªnico de Barcelona y uno de los expertos que m¨¢s han estudiado este tema en Espa?a. "Hasta ahora las dosis diarias de nutrientes recomendadas oficialmente son las m¨ªnimas para evitar deficiencias y no caer enfermo, pero nadie a¨²n se atreve a decir qu¨¦ cantidad de micronutrientes beneficiosos ser¨ªa necesario ingerir para evitar un problema de coraz¨®n, por ejemplo", plantea Ros. "Adem¨¢s, hay que pensar que no s¨®lo hablamos de la poblaci¨®n general. Estos suplementos pueden tener sentido en grupos de riesgo o en ancianos. Lo que est¨¢ claro es que cuando avancen las investigaciones sobre los alimentos funcionales, subir¨¢ el l¨ªmite de lo que hoy creemos que necesitamos".
Ros hace mucho hincapi¨¦ en la necesidad de una confirmaci¨®n cient¨ªfica de las propiedades de los alimentos. "La respuesta final s¨®lo nos la dar¨¢n ensayos cl¨ªnicos con los alimentos, como se hace con los f¨¢rmacos. Y esto es de lo que actualmente se carece, excepto en el caso del pescado", afirma. En su opini¨®n, ¨¦sta es una tarea que compete a la sanidad p¨²blica, "porque tendr¨ªamos m¨¢s salud y gastar¨ªamos menos en medicamentos".
La ciencia es joven y el mercado est¨¢ revuelto a falta de regulaciones. A diferencia de Europa, en Estados Unidos ya se ha empezado a legislar, entre otras cosas, la cantidad de ¨¢cido f¨®lico que se puede incorporar a los cereales: no m¨¢s de 140 microgramos por cada 100 gramos de cereal. Aunque est¨¢ claro que el ¨¢cido f¨®lico es fundamental durante el embarazo, esta misma semana un art¨ªculo cuestiona en The New England Journal of Medicine si estas dosis son adecuadas o excesivas para el resto de la poblaci¨®n.
En Espa?a se publicita hasta at¨²n bio. Ros lo encontr¨® en la ¨²ltima feria alimentaria de Barcelona y, al comprobar que s¨®lo se trataba de una lata de at¨²n con fibra agregada en el agua, pens¨®: "Esto es una locura", recuerda hoy entre risas. "Hay que ponerse a legislar", insiste. Los alimentos funcionales pueden ser, a la larga, la gran baza de ahorro en medicinas si se confirma que, adem¨¢s de prevenir enfermedades, pueden hacer el mismo papel que un medicamento. La potente industria farmac¨¦utica no querr¨¢ ni o¨ªrlo, pero Ros recuerda que un estudio realizado en Ly¨®n y publicado el a?o pasado en la revista Circulation mostr¨® que una dieta enriquecida con aceites de pescado fue capaz de reducir la incidencia de episodios cardiovasculares el doble de lo que se consigue con conocidos f¨¢rmacos.
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