M¨¢s de 3.300 mujeres y 4.000 ni?os lograron refugio para huir de los malos tratos en 1999 Las plazas de acogida, una por cada 17.000 habitantes, est¨¢n lejos de las demandas europeas
Al menos 3.389 mujeres se refugiaron el a?o pasado en los centros de acogida para evitar los malos tratos infligidos por sus parejas. Buena parte se cobij¨® con sus hijos: unos 4.000 ni?os vivieron (d¨ªas, semanas o meses) en alguno de los 196 recintos abiertos en Espa?a, seg¨²n los datos que recab¨® este peri¨®dico. La dotaci¨®n total de plazas de acogida en Espa?a, una plaza de acogida por cada 17.081 habitantes, est¨¢ muy lejos de las recomendaciones europeas. "Los refugios son una v¨ªa de escape imprescindible", asegura una usuaria que ha logrado poner fin a su pesadilla.
La violencia dom¨¦stica en Espa?a, adem¨¢s de un reguero de muertes (42 v¨ªctimas el a?o pasado), provoca un rosario de huidas para ponerse a salvo de las agresiones de los maridos o compa?eros.En 1999, al menos 3.389 mujeres lograron refugiarse en los centros de acogida que gestionan distintos servicios sociales y organizaciones. Muchas llegaron con sus hijos (4.085 ni?os atendidos). Los datos, elaborados por EL PA?S a partir de las cifras facilitadas por las administraciones auton¨®micas, no incluyen la Comunidad Valenciana, el Pa¨ªs Vasco y Canarias, ya que no se facilitaron (ver cuadro adjunto).
Sin embargo, el recurso al centro de acogida es minoritario. Se suele demandar cuando fallan otros apoyos, como la familia, o se carece de autonom¨ªa econ¨®mica. Es el caso de A., una madre de cuatro hijos que reside en una ciudad de tama?o medio. "Estuve 12 a?os casada, dedic¨¢ndome a la casa y a los ni?os. Sufr¨ªa las vejaciones de mi marido. Me obligaba a vestirme como ¨¦l quer¨ªa, me imped¨ªa hablar en p¨²blico... Poco a poco me fue anulando. Las cosas iban cada vez peor. Se le empez¨® a ir la mano. Intent¨¦ suicidarme dos veces. La situaci¨®n era insostenible", relata.
La puerta del colegio de sus hijos le abri¨® un rayo para la esperanza. Mientras aguardaba para recoger a los chavales trab¨® amistades. "Comprob¨¦ que yo no era una imb¨¦cil, que los dem¨¢s me valoraban". Con la autoestima recuperada, al menos parcialmente, A. tom¨® la decisi¨®n de separarse. El chantaje emocional, las amenazas y las palizas fueron la respuesta de su marido.
La mujer logr¨® trabajo, primero como asistenta y en la hosteler¨ªa despu¨¦s, pero un mal d¨ªa se qued¨® sin empleo... y con una depresi¨®n galopante.
A., con dos de sus hijos, se refugi¨® entonces en un centro de acogida. "Vi el cielo abierto. Por fin alguien me dec¨ªa 'no te preocupes, hay soluci¨®n". Durante los seis meses de permanencia recibi¨® apoyo psicol¨®gico. Tambi¨¦n logr¨® un nuevo trabajo, y ahorros para alquilar un piso. Cuatro a?os despu¨¦s de aquello, y con la vida rehecha, A. lo tiene claro: "Si no hubiera casas de acogida, yo me habr¨ªa tirado al r¨ªo".
Recurrir al hotel
Las mujeres como A. disponen de refugios en casi todas las provincias espa?olas. Teruel es una excepci¨®n, a la que tambi¨¦n se suman islas como Menorca, Fuerteventura, Hierro y La Palma.
Seg¨²n los datos obtenidos, en Espa?a hay al menos 196 recintos de acogida. Dependen de los gobiernos auton¨®micos, los ayuntamientos o las organizaciones privadas. La estancia suele tener l¨ªmite temporal. La tipolog¨ªa es variada: desde centros de emergencia (abiertos 24 horas) hasta casas de acogida, pasando por pisos-puente o tutelados.
Seg¨²n la presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, "s¨®lo una peque?a parte de los centros cuenta con expertos adscritos y programas terap¨¦uticos elaborados".
Los lugares de acogida han aumentado, en paralelo con la creciente sensibilizaci¨®n ante el problema. En total ofrecen 2.305 plazas. Pero no son las ¨²nicas: en Andaluc¨ªa, Arag¨®n o Ibiza se recurre a hoteles cuando los centros est¨¢n llenos. "Cumplimos el objetivo de no dejar desatendida a ninguna mujer que lo necesite", asegura la directora general del Instituto Andaluz de la Mujer, Rosa G¨®mez. Su hom¨®loga aragonesa, Ana de Salas, coincide.
A pesar del aumento de dotaciones, que permiten ofrecer una plaza de acogida por cada 17.081 habitantes, Espa?a est¨¢ a¨²n muy lejos de las pautas fijadas en el continente, que en 1986 recomendaban una plaza por cada 10.000 habitantes.
M¨¢s presupuesto
A¨²n se dista m¨¢s del planteamiento hecho por 300 juristas europeas reunidas a finales del pasado mes abril en Calvi¨¤ (Palma de Mallorca). Pidieron una plaza por cada 5.000 habitantes y el destino del 1% de los presupuestos generales de cada Estado para erradicar el problema en Europa. Esta cantidad supondr¨ªa dedicar unos 320.000 millones de pesetas al a?o en Espa?a para actuar contra la violencia dom¨¦stica (ver EL PA?S de 1 de mayo).
Las distintas responsables auton¨®micas consultadas reconocen que a¨²n se est¨¢ lejos de alcanzar semejante gasto. Y aunque acogen con inter¨¦s la demanda de las juristas, prefieren no marcar porcentajes. Aseguran que los servicios actuales suelen ajustarse a las necesidades.
"La petici¨®n no me parece desmesurada, pero hay que empezar por mejorar la gesti¨®n de los medios que ya existen", sostiene la directora general de la Mujer de Castilla y Le¨®n, Ana Parra. En parecidos t¨¦rminos se manifiestan otras responsables, como Txaro Arteaga, directora del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde). "M¨¢s que plantear un porcentaje concreto, hay que pedir que se cubran todas las necesidades y mejorar lo que se ofrece", dice.
Sin embargo, las necesidades a menudo quedan ocultas. Los expertos coinciden en que las cifras disponibles en la actualidad s¨®lo ilustran una peque?a parte del problema: buena parte de las mujeres no se atreven a denunciar los malos tratos, ni recurren a los servicios sociales.
Una macroencuesta del Instituto de la Mujer, publicada este a?o, considera que alrededor de 1.865.000 espa?olas (12,4% de las mayores de 18 a?os) sufren alguna forma de maltrato familiar. "Con que haya s¨®lo un caso de malos tratos a una mujer ya es un fracaso de la democracia", apunta la directora del Instituto Andaluz de la Mujer. A. lo corrobora: no olvida la pesadilla.
Sensibilidad creciente ante un viejo problema
"Llevamos muchos a?os trabajando contra los malos tratos a las mujeres. Nos llamaban exageradas hasta que se produjo un punto de inflexi¨®n: la muerte de Ana Orantes", dice la directora del Instituto Vasco de la Mujer, Txaro Arteaga. El fallecimiento de aquella granadina, quemada viva por su marido el 17 de diciembre de 1997, actu¨® como aldabonazo hasta para el Ministerio del Interior. A partir de entonces perfila mejor los datos de este viejo problema.
Desde ese momento ha habido otras iniciativas, como la implantaci¨®n, en 1998, de un fiscal dedicado a coordinar las denuncias por malos tratos en cada provincia. El pasado mes de abril, el Ministerio de Justicia y el Consejo General de la Abogac¨ªa ultimaron la puesta en marcha de un servicio de asistencia jur¨ªdica especializada a las v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica. Merced a ello habr¨¢ unos 5.000 abogados de oficio especializados en estas cuestiones. En paralelo, buena parte de los servicios sociales y organizaciones ofrecen tambi¨¦n asistencia jur¨ªdica a las agredidas.
"El problema de las mujeres maltratadas ha ganado relevancia, sobre todo gracias a los medios de comunicaci¨®n. Sin embargo, el Gobierno debe sentarse a negociar con las organizaciones que sabemos de esto a fin de hacer un plan de choque para atajar o erradicar esta violencia", sostiene Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, presidenta de la Federaci¨®n Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. Esta entidad despliega una actividad notable y gestiona un centro de acogida.
Menos miedo
"La ¨²nica mejor¨ªa conseguida es que el problema ya aflora. Pero s¨®lo se resolver¨¢ cuando cambien las relaciones de poder entre hombres y mujeres y se eviten la dominaci¨®n masculina y la sumisi¨®n femenina. Las pol¨ªticas de igualdad deben ayudar a ello. Mientras tanto, s¨®lo ponemos parches", sostiene la directora del Instituto Vasco de la Mujer. Su hom¨®loga aragonesa es algo m¨¢s optimista. "Las mujeres van perdiendo el miedo a denunciar porque se sienten m¨¢s apoyadas", sostiene. En su regi¨®n las denuncias han pasado de 323 en 1994 a 577 el a?o pasado. En cambio, la responsable del Instituto Asturiano de la Mujer, Bego?a Fern¨¢ndez, se muestra m¨¢s cauta: "A¨²n cuesta dar el paso de distanciarse del agresor", apunta.
"En Espa?a no hay m¨¢s violencia contra las mujeres que en otros pa¨ªses, lo que ocurre es que es un problema m¨¢s p¨²blico y se afronta desde las administraciones. Se ha mejorado mucho", concluye la directora general de la Mujer de Madrid, Asunci¨®n Miura.
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