Sobre el nu?ismo JOSEP RAMONEDA
Veintid¨®s a?os ha tardado la derecha espa?ola (la progres¨ªa sigue sin enterarse) en comprender lo que N¨²?ez ya intuy¨® en 1978: el Bar?a -como la Generalitat- no tiene por qu¨¦ ser patrimonio del nacionalismo catal¨¢n. Sobre esta intuici¨®n fund¨® su asalto a la presidencia del F¨²tbol Club Barcelona. Y la gan¨®, aunque no debe olvidarse que para ello utiliz¨® muchos medios y ning¨²n escr¨²pulo en la destrucci¨®n de adversarios. Las circunstancias han hecho que N¨²?ez anuncie su dimisi¨®n -con Hacienda pis¨¢ndole los talones, esta vez dicen que se va de verdad- cuando el PP empieza a recoger los frutos de su pol¨ªtica sin complejos con los nacionalistas. N¨²?ez, en este sentido, puede decir que ha sido un adelantado.Cuando el constructor consigui¨® la presidencia del Bar?a con la ayuda debidamente retribuida de Cruyff y de Casaus, se dijo que ven¨ªa "a desnaturalizar al Bar?a", a despojarle de los signos y las complicidades que durante el franquismo hab¨ªan consagrado la mitolog¨ªa del "m¨¢s que un club". Esta primera sospecha puede considerarse verificada al final del mandato: del "m¨¢s que un club" se ha pasado a un gran club deportivo. La presidencia de N¨²?ez ha respondido a tres valores: el dinero, el autoritarismo y la insolencia. En el momento en que ha sentado en el banquillo a un holand¨¦s que representaba la quintaesencia de estos mismos valores en cada uno de sus gestos y de sus palabras, la fractura se ha hecho irreversible. Cuando Van Gaal hablaba, la gente sent¨ªa el esp¨ªritu de N¨²?ez; los dos personajes se han hecho indisociables. Y el aficionado ha reaccionado contra los dos indistintamente. Van Gaal ha arrastrado a N¨²?ez, al que esta guerra ha pillado ya en la decadencia y en el agotamiento.
El nu?ismo ha vivido entre dos crisis. Desde el primer encuentro del presidente con los aficionados en la plaza de Sant Jaume qued¨® claro que nunca ser¨ªa un presidente querido. Los primeros a?os de su mandato en nada cambiaron el curso deportivo de la historia del club. Los t¨ªtulos siguieron llegando con cuentagotas y se sigui¨® optando por el victimismo para ocultar la impotencia en los despachos. Este episodio culmin¨® con el mot¨ªn del Hesperia y la llegada de Cruyff. El que despu¨¦s ser¨ªa el gran enemigo salv¨® a N¨²?ez por segunda vez. Con Cruyff el club cambi¨® su historia de perdedor y v¨ªctima por la de triunfador y seductor. Es verdad que cost¨® que llegaran los primeros ¨¦xitos y que al final estuvo dos a?os de vac¨ªo, pero la capacidad medi¨¢tica de Cruyff es extraordinaria. Y el mito del dream team tuvo efectos contagiosos que provocaron admiraciones a veces por encima de la realidad objetiva. Cruyff era una autoridad en el mundo del f¨²tbol y el Bar?a creci¨® en poder. N¨²?ez entendi¨® que el talonario no era suficiente si no se acompa?aba de una pol¨ªtica de despachos eficaz y empez¨® a ganar peso en las federaciones y los ¨®rganos deportivos. La cantera -h¨¢bilmente utilizada por Cruyff- fue el amortiguador permanente de los conflictos entre el barcelonismo melanc¨®lico y sentimental y el nu?ismo. Los ¨¦xitos en baloncesto, balonmano y otros deportes -previa expoliaci¨®n, todo hay que decirlo, de los equipos catalanes con tradici¨®n- completaron la conversi¨®n del "m¨¢s que un club" en un gran club. Parec¨ªa que la fortaleza nu?ista era inexpugnable cuando lleg¨® Van Gaal. Pero la sombra de Cruyff es alargada y en la ¨²ltima crisis del nu?ismo vuelve a estar presente, aunque s¨®lo sea como nostalgia. La insolencia de Van Gaal no pudo nunca con el fantasma del otro holand¨¦s, el icono al que el barcelonismo se ha agarrado ante la evidencia de que la desnaturalizaci¨®n anunciada se estaba cumpliendo. El entorno de N¨²?ez -el comando period¨ªstico militarizado de La Masia- ha tratado de destruir a Cruyff para dejar al antinu?ismo sin memoria. In¨²til empe?o: los secretos del coraz¨®n no se destruyen con palabras.
N¨²?ez deja un gran club: con fama de rico y con un historial deportivo que sale netamente vencedor de cualquier comparaci¨®n con historias pasadas del club. El proceso que el Bar?a ha seguido bajo el mandato de N¨²?ez no es muy distinto a los procesos generales que vive la sociedad, en que el dinero es el ¨²nico criterio, la eficiencia el gran valor y todo lo dem¨¢s, empezando por la memoria, es tratado con el desprecio que se otorga a lo in¨²til. N¨²?ez ha hecho un club mucho m¨¢s a la medida de lo que son los grandes clubes en el mundo: empresas en manos de ciudadanos a menudo susceptibles de toda sospecha que pavonean su insolencia a costa de la buena fe de los aficionados que siguen aportando toneladas de irracionalidad a un deporte muy profesionalizado y p¨¦simamente organizado donde corre mucho dinero y hay escaso control. El autoritarismo y la insolencia de N¨²?ez han hecho que le fuera imposible conquistar el afecto de los socios y que acabe y¨¦ndose por la puerta de atr¨¢s, entre pa?uelos y broncas. Pero ?el esp¨ªritu del Bar?a anterior a N¨²?ez ser¨ªa competitivo en el mundo del f¨²tbol actual?
Ante N¨²?ez han ido apareciendo grupos opositores que se presentan como guardianes de las esencias barcelonistas y que apelan a la recomposici¨®n de la unidad social. Pero a estas alturas de la historia del f¨²tbol y de la sociedad, ?el Bar?a es todav¨ªa pensable como m¨¢s que un club? ?O es un simple recuerdo nost¨¢lgico que ya nunca volver¨¢? ?El sentimentalismo tr¨¢gico azulgrana es compatible con el tinglado econ¨®mico del f¨²tbol actual? El Manchester es el equipo m¨¢s rico del mundo y uno de los m¨¢s competitivos. Su p¨²blico, cuando pierde, canta. Como cuando gana. Quiz¨¢ esta actitud esc¨¦ptica y festiva tenga m¨¢s futuro que el trascendentalismo azulgrana en un deporte tan supermercantilizado. La retirada de N¨²?ez es una buena noticia desde el punto de vista de mejora del paisaje social. Aunque siempre puede haber un peor: por ejemplo, este personaje de c¨®mic malo que es el hincha directivo Joan Gaspart. N¨²?ez cogi¨® m¨¢s que un club y 22 a?os m¨¢s tarde deja s¨®lo un gran club. Quiz¨¢ ¨¦sta sea la parte m¨¢s positiva de su herencia: Catalu?a ya puede ser m¨¢s que un club.
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