Por la tercera izquierda.
Son numerosos los art¨ªculos y debates que sobre las crisis del PSOE y de IU se est¨¢n produciendo desde dentro y fuera de estas formaciones pol¨ªticas. Nuevas ideas y an¨¢lisis se van abriendo paso en nuestro pa¨ªs sobre lo que se ha llamado la "crisis de la izquierda". Primero, alrededor de la lectura pol¨ªtica que pod¨ªamos sacar sobre la abstenci¨®n y el voto en blanco en las pasadas elecciones del 12-M: nada m¨¢s y nada menos que tres millones y medio de electores. Y despu¨¦s, tambi¨¦n, sobre la capacidad -o la incapacidad- de la izquierda presente para atraer a los nuevos votantes: no hace falta ser un experto para certificar que la crisis de la izquierda es la crisis de los partidos de la izquierda actual, de sus propuestas, de c¨®mo se transmiten y de sus liderazgos.Recientemente, en las p¨¢ginas de EL PA?S hemos podido leer sugerentes art¨ªculos sobre c¨®mo construir pol¨ªticamente el espacio social que existe "entre, alrededor o al margen de" las dos izquierdas. Algunos de los mejores textos tienen titulares muy reveladores. En Volver a empezar (14 de marzo de 2000), Joaqu¨ªn Ara¨²jo nos recuerda desde su propia experiencia personal "que los que plantamos y cuidamos ¨¢rboles sabemos que, cuando ¨¦stos se agotan, cuando dejan de dar frutos, lo m¨¢s sensato es proceder a un injerto. Nada reverdece mejor que insertar, sobre un organismo viejo, una porci¨®n de la renovada sabidur¨ªa de las mejores savias. Ni que decir tiene que, para m¨ª, ¨¦sas son las que aporta el pensamiento ecol¨®gico".
En El malestar en la pol¨ªtica (15 de marzo de 2000), Ferm¨ªn Bouza nos confirma que una cultura pol¨ªtica distinta se propicia inexorablemente como la que "Internet representa y que se est¨¢ abriendo de forma lenta y firme un espacio nuevo de participaci¨®n". En La izquierda sin partidos (28 de marzo de 2000), Luis de Sebasti¨¢n reivindica que "la derrota de la izquierda en las pasadas elecciones no es una derrota de mis ideales, que en ning¨²n caso estaban sometidos al veredicto de la mayor¨ªa, de la moda o del mainstream. ?Qu¨¦ izquierda ha sido derrotada? La m¨ªa, no".
En La izquierda de la izquierda (7 de abril de 2000), Carlos Taibo nos invitaba a "desarrollar pol¨ªtica social de izquierda a trav¨¦s de redes de resistencia cr¨ªtica". Y, para finalizar, M. V¨¢zquez Montalb¨¢n identificaba en su art¨ªculo La mayor¨ªa natural que "la din¨¢mica de cambio no pasa hoy por los parlamentos, evidencia acentuada por la progresiva p¨¦rdida de autonom¨ªa del poder pol¨ªtico, sobre todo de las c¨¢maras de representaci¨®n. Sin ninguna utop¨ªa por bandera, simplemente con la lista de d¨¦ficit civilizatorio con la que hemos entrado en el siglo XXI, la presi¨®n social debe de intervenir sobre el juego institucional democr¨¢tico adocenado o paralizado, pero insustituible".
El injerto, la poda o incluso la replantaci¨®n de nuevas cepas, es evidente que representan estrategias y opciones aparentemente -y s¨®lo aparentemente- diferentes entre s¨ª. Lo que s¨ª representan todas es la voz de muchos progresistas que hemos dicho: ?Basta! Y que, con todo el respeto a la evoluci¨®n de los procesos regeneradores del PSOE y de IU, hay un hervor de nuevas expectativas pol¨ªticas que no podemos defraudar.
Recuperar las esperanzas perdidas pasa por revisar contenidos, propuestas, referentes, discursos, est¨¦ticas y formas de organizaci¨®n. Por abandonar nostalgias y prejuicios, por buscar lo que suma y no lo que divide, por aceptar que el futuro ya est¨¢ aqu¨ª y que nos interpela con retos pendientes, pero tambi¨¦n con retos nuevos. Pasa por entender que ya se acab¨® la transici¨®n y que las glorias pasadas no entusiasman m¨¢s que a los colgados de su propia historia mitificada. Pasa por reconocer los errores con sinceridad y en profundidad. Exige entender que vivimos la era de las comunicaciones y no la sociedad industrial. Que se acabaron las masas y las vanguardias, que las personas desean poder controlar su futuro, que hay una ansiedad de autonom¨ªa y de oportunidades, una ambici¨®n de felicidad y de expectativas que no se pueden defraudar con discursos tristes, moralistas, deprimentes, caducos. Que vivimos en plena globalizaci¨®n y que las respuestas deben darse a escala de los desaf¨ªos. M¨¢s participaci¨®n, reformas democr¨¢ticas, electorales, m¨¢s libertades.
Esta tarea es de todos los progresistas sin exclusiones: bien desde la generosidad y la visi¨®n estrat¨¦gica para compartir un espacio que reclama nuevos protagonismos complementarios, bien desde los que queremos contribuir con ideas y propuestas para engrandecer dicho espacio, debemos avanzar juntos hacia un proceso que haga madurar como propuesta pol¨ªtica lo que algunos llamamos la tercera izquierda. En Francia este debate es promovido por, entre otros, Daniel Cohn-Bendit. Con ¨¦l he escrito un libro de reciente publicaci¨®n y con el que queremos aportar ideas para una nueva matriz de pensamiento feminista y ecologista en la izquierda.
Algunas cosas deben de quedar meridianamente claras. Citar anteriormente a los amigos y respetados autores no ha sido gratuito, ni un gesto de elegancia demasiado poco habitual en nuestra prensa escrita. Todo lo contrario, la tercera izquierda debe de articular los liderazgos desde una nueva l¨®gica. No aspiramos, como otros, al liderazgo unipersonal de redentores o carism¨¢ticos. Tampoco de elitistas o medi¨¢ticos. Nuestro modelo debe ser otro porque nuestra organizaci¨®n debe ser otra. Un liderazgo plural, compartido, horizontal, de refererentes m¨²ltiples, es posible y necesario si no queremos estrangular el proyecto a base de desconfianzas y personalismos que, de reojo, se niegan los unos a los otros. No sobra nadie para construir lo imprescindible. La tercera izquierda no tiene copyright, y reconocernos mutuamente como parte del proyecto no es simplemente un ejercicio de modestia est¨¦tica. Es la convicci¨®n de que los retos a los que nos enfrentamos necesitan de muchas ideas, de muchas personas y de muchas organizaciones capaces de articularse pol¨ªticamente haciendo de la pluralidad virtud..., aunque no sean un partido pol¨ªtico.
Y de eso se trata. Los partidos pol¨ªticos con su estructura actual son anacr¨®nicos. El marxismo ha sido superado o renunciado, pero el leninismo sigue anidando en las estructuras de los partidos. El modelo de partido de la izquierda es caduco y algunas de sus pr¨¢cticas son perversamente antidemocr¨¢ticas a pesar de sus apariencias. Y pueden quedar superados como organizaciones modernas capaces de generar ideas y propuestas. Un modelo que garantiza antes el control que la libertad de pensamiento o de acci¨®n no nos interesa. Y no postulo, en absoluto, el asamblearismo na?f; pero ejercer, dominar o conquis tar el control del partido como objetivo no es la garant¨ªa de una mejor organizaci¨®n. Ni, evidentemente, de una mejor pol¨ªtica orientada hacia los ciudadanos. De eso saben mucho las nuevas empresas capaces de basar su competitividad en la creatividad de sus recursos humanos.
Hay un hambre de nuevas ideas y propuestas que se combina con el hartazgo de lo ya conocido y sabido. Hay una nueva generaci¨®n de j¨®venes magn¨ªficos que pasan, con raz¨®n, de una determinada visi¨®n de la pol¨ªtica, pero que se preocupan y asocian por los temas que deber¨ªa tratar una nueva pol¨ªtica. Hay una sociedad optimista que rechaza el pesimismo enfermizo y las actitudes negativas de una izquierda incompetente para generar ilusiones y sue?os, que se presenta como gestora alternativa de lo mismo. Lograr una nueva mayor¨ªa progresista requiere algo m¨¢s que aritm¨¦ticas y cansancio del contrincante. Requiere ser capaces de generar una alternativa diferente y ganar para ella a los desencantados y a los confundidos, a los que se hartaron y a los que esperan, a millones de personas que se merecen poder optar por algo diferente, convincente y con futuro.
Veamos qu¨¦ pasa en los pr¨®ximos meses. Lamentablemente, pareciera que tenemos demasiado tiempo. Pero hagamos el esfuerzo de reencontrarnos sin obsesiones, pero con objetivos. Aparquemos la formulaci¨®n electoral para otra ocasi¨®n, cuando la haya. Pero discutamos a fondo c¨®mo contaminar y condicionar en positivo a las fuerzas instaladas en la izquierda con nuevas energ¨ªas emergentes que piden m¨¢s. Y no me refiero a m¨¢s de lo mismo, sino radicalmente diferente. M¨¢s coraje para enfrentar lo necesario aunque duela o deje a algunos -quiz¨¢s muchos- en el camino. Y, tambi¨¦n, avancemos en nuevas formas de relaci¨®n entre los progresistas para empujarles y empujarnos. ?Qu¨¦ tal en diciembre, despu¨¦s de todos los congresos posibles?
Jos¨¦ Mar¨ªa Mendiluce es eurodiputado.
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