Las aguas bajan negras
Para bien y para mal, la sociedad espa?ola a¨²n no se ha sacudido todo el pelo de la dehesa del subdesarrollo. Subsisten entre nosotros rasgos comunitarios, trazas de gemeinschaft, aunque irremediablemente desva¨ªdas. Nada que celebrar. El camino m¨¢s recto a la rectitud no es el amor, es la justicia. ?sta, adem¨¢s de ser medio y fin en s¨ª misma, con cierta frecuencia segrega, como producto secundario, los amores m¨¢s sanos, m¨¢s limpios y duraderos. Y por supuesto es madre y padre del amor al amor, que es la clave de la convivencia.La justicia genera tambi¨¦n civismo, o al menos, comportamiento c¨ªvico. Lo que significa que, en ausencia de otras variables, si a Europa le falta el rabo por desollar, nosotros andamos por la mitad del toro. Y prueba de ello, si no la tuvi¨¦ramos ante las narices, ser¨ªan las constantes apelaciones que se nos lanzan desde los medios a la concienciaci¨®n. En un fax reciente se nos alecciona para que adquiramos conciencia colectiva ante el desastre ecol¨®gico que supone la destrucci¨®n del r¨ªo Segura. Y en una pirueta sard¨®nica se nos pide tambi¨¦n paciencia. Los m¨¢s directamente afectados por el "letal bele?o" -como dec¨ªa Nicasio Gallego- a¨²n estar¨¢n aquejados de dolores pectorales, como se hayan enterado del fax. ?Cu¨¢ntos a?os hace que el r¨ªo Segura entr¨® en estado preag¨®nico? Pues ahora les piden paciencia, o sea, un plazo de a?os para reinventar el r¨ªo.
El pueblo espa?ol en su conjunto s¨®lo ama la naturaleza en la olla, la parrilla, a las brasas y dem¨¢s variantes culinarias. Pero es que no habi¨¦ndola amado nunca -salvo en las artificiosas novelas pastoriles- tampoco ha aprendido a hacerle justicia. No es literatura. Siendo yo un joven obrero no cualificado en la demogr¨¢ficamente apretada Alemania la prensa amarilla de este pa¨ªs clamaba contra nosotros, los emigrantes del sur, porque al parecer nos carg¨¢bamos los faisanes que, en gran profusi¨®n, com¨ªan el cereal de los campos hasta los arrabales mismos de los n¨²cleos urbanos. Ciervos contemplaban el paso de los trenes de cercan¨ªas, a escasos metros de la v¨ªa. En Estados Unidos, matar un ejemplar de ¨¢guila real puede ser m¨¢s gravoso que despachar a un pr¨®jimo. Cuando unas ardillas fueron objeto de caza y malos tratos por parte de unos chavales se arm¨® un revuelo que aqu¨ª llamar¨ªamos "hist¨®rico", porque aqu¨ª es hist¨®rico todo lo suficientemente banal.
A falta de amor, los pol¨ªticos -que tampoco suelen sentirlo- quieren insuflarnos "conciencia colectiva". No nos den infartos si adem¨¢s nos piden paciencia; antes al contrario, reconozcamos sobriamente la sabidur¨ªa de estos hombres, puesto que la conciencia colectiva, en efecto, es cuesti¨®n de paciencia. Si de este fen¨®meno tuvi¨¦ramos que depender con urgencia, el ¨²ltimo en salir que apague la luz si por ventura pertenece al grupo de los concienciados. No lo estar¨¢ por obra y gracia de nuestros gobiernos, todos ellos ejemplos preclaros de lo que no se debe hacer en cuestiones que sufran el "vuelva usted ma?ana" sin deterioro de la fidelidad de las urnas.
Aznalc¨®llar y Do?ana. El socialista Chaves meti¨® en el ajo a la ministra Tocino y la hier¨¢tica se?ora blandi¨® sus armas con tanta contundencia como sol¨ªa hacerlo con sus colaboradores del ministerio. La verdad es que ni Chaves ni ella sab¨ªan siquiera qu¨¦ competencias pertenecen a qu¨¦ organismo y no metamos ya en esto las normas de la UE, porque ser¨ªa el disloque. As¨ª estamos. Y estar¨ªamos peor de no ser por el Seprona (Guardia Civil especializada en la vigilancia y protecci¨®n de la naturaleza), seg¨²n han reconocido, agradecidas, las ONG que colaboran con este organismo. Con todo, el caso es monumental, con 9.000 minuciosas normas en la danza. Aqu¨ª un empresario contamin¨® letalmente con cianuro y n¨ªquel la cuenca de un r¨ªo y una red de alcantarillado, le multaron, reincidi¨® y no le volvieron a multar porque no se puede castigar dos veces el mismo delito. Demencial.
En la Comunidad Valenciana las aguas bajan negras y no s¨®lo las del Segura. Refiri¨¦ndose a ¨¦ste, el consejero de Medio Ambiente de Murcia, dijo: "Huertanos, ganaderos e industriales tiran sus desechos al r¨ªo por tradici¨®n y esa situaci¨®n hay que corregirla". Conciencia colectiva. Pero, ?qu¨¦ se hace para crearla? ?Se predica con el ejemplo? ?No son acaso nuestros ayuntamientos los primeros infractores por acci¨®n o por omisi¨®n? Las palabras del consejero me suenan a quererse sacudirse la responsabilidad, un algo as¨ª como, en el caso de los accidentes laborales, poner el acento en la negligencia de los obreros. Seguro que esta negligencia es causa de algunas muertes, pero m¨¢s seguro es que, en el c¨®mputo global, factores ajenos a ¨¦se tienen una importancia mucho mayor. Volviendo a nuestros r¨ªos, la CHJ nos dice que algunos de ellos no son r¨ªos y que por los cauces s¨®lo discurren vertidos. Tal es el caso del Magro o del Vinalop¨®. Delirante.
Algo han hecho en los ¨²ltimos a?os los ayuntamientos, aunque no todos ellos. Ha disminuido la contaminaci¨®n por vertidos dom¨¦sticos, aunque al Segura van a parar anualmente 360.000 toneladas de residuos s¨®lidos urbanos. Pero los vertidos industriales han seguido una marcha ascendente, a causa de "la permisividad de algunos ayuntamientos a la hora de autorizar la conexi¨®n a su red de alcantarillado municipal... (los vertidos) de determinadas industrias". Recientemente ha salido a la luz el caso del r¨ªo Belcaire, de Vall d'Uix¨®, que seg¨²n los grupos ecologistas de Castell¨®n "se ha convertido en una cloaca". Seg¨²n el profesor Ignacio Morell, hidroge¨®logo de la Universidad de Castell¨®n, "el cauce del Belcaire ha tenido que sufrir vertidos industriales y urbanos constantes desde hace muchos a?os, suponiendo un peligro para los acu¨ªferos y la fauna y la flora" (Informa Miguel ?. Campos, EL PA?S, 15 de abril).
Pero esta lamentable palma se la lleva por derecho y tristeza propios el Segura y su cuenca, el sistema hidrol¨®gico espa?ol con mayor n¨²mero de acu¨ªferos contaminados, el 38%. No voy a aburrir al lector con cifras, aunque son escalofriantes. La marcha de alicantinos y murcianos sobre Madrid, el pasado a?o, ha surtido el efecto de siempre: palabras. Sobre todo teniendo en cuenta que hace a?os que en Orihuela la gente sufre vah¨ªdos al respirar. El Segura atraviesa la ciudad.
El Gobierno del PP no es el ¨²nico responsable de que lo m¨¢s urgente en este pa¨ªs, en relaci¨®n con el agua es "resucitar el Segura" (Araujo). En este sentido, ojal¨¢ lo fuera, pues depositar¨ªamos una esperanza humilde en el relevo. Tampoco los gobiernos anteriores se cubrieron de gloria, coartada que le brindamos al consejero de Medio Ambiente de Murcia, milite en el partido que milite, que no lo s¨¦. Podr¨ªa incluso ser del PSOE, donde est¨¢ de moda echarse los trastos a la cabeza.
Manuel Lloris es doctor en filosof¨ªa y letras.
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