Resistiendo
Coincidiendo con las fechas de la formaci¨®n del actual Gobierno nacionalista, en la celebraci¨®n del cumplea?os de una persona muy conocida, alguien enton¨® en los postres el No nos mover¨¢n, y una tras otra fueron saliendo las canciones de resistencia frente al franquismo. Los all¨ª presentes empezaban a sospechar, o a temer, lo que les pod¨ªa venir encima y necesitaban darse ¨¢nimos mutuos.Ahora que ya hemos visto a librepensadores y viejos izquierdistas como v¨ªctimas propiciatorias y chivos expiatorios de los fracasos del Pacto de Lizarra y del Gobierno vasco, que no nos machaquen con el t¨®pico de la necesidad de unidad, que ya sabemos por otras ¨¦pocas que eso significaba sumisi¨®n. Es verdad que las cosas est¨¢n mal, y es necesario un tiempo muerto, reivindicaci¨®n que se deb¨ªa haber hecho meses atr¨¢s; pero cuando los de izquierdas nos volvemos a encontrar -evidentemente, con dem¨®cratas que no son de izquierdas tambi¨¦n- aunque sea velando el cad¨¢ver de un compa?ero, que no nos chafen tan pronto nuestra pac¨ªfica actitud de resistencia.
Porque la unidad era la consigna de manifestaciones para allanarles a los autoritarios las crisis que ellos mismos provocaban. Las dos ¨²ltimas, las de la Plaza de Oriente, las vimos muchos de nosotros por la tele de la c¨¢rcel. Nadie hizo llamamiento tan ecum¨¦nico, ni emiti¨® previsiones de prudencia, ante lo que pod¨ªa ocurrir con un Gobierno de exclusividad nacionalista tras 12 a?os de estabilidad por el acuerdo con los socialistas. Ni los muertos ni los nuevos Guerrilleros de Cristo Rey en la Facultad de Econ¨®micas de Sarriko se han dado por casualidad. Hemos tenido delante de nosotros la gestaci¨®n de lo que ahora est¨¢ ocurriendo. El tiempo muerto era necesario pedirlo entonces.
Entonces se empezaba a ver c¨®mo se deslizaba la pol¨ªtica, la legitimidad, y c¨®mo se otorgaba necesidad hist¨®rica a lo que es pura agresi¨®n. Porque los mismos que ejercen la violencia, por muy pol¨ªtica que sea, no son los que le otorgan su dimensi¨®n pol¨ªtica. La puede otorgar una desproporcionada reacci¨®n de los poderes del Estado, pero sobre todo suelen otorgar la politizaci¨®n -su legitimaci¨®n, su necesidad hist¨®rica- partidos pol¨ªticos que andan en el tema mariposeando. Por ejemplo, al reivindicar en com¨²n una territorialidad imposible, metiendo entre otros al Estado franc¨¦s, se hace necesaria la violencia para hacerlo cre¨ªble. Por el contrario, ah¨ª est¨¢ sin dimensi¨®n pol¨ªtica la ¨²ltima fechor¨ªa de los GRAPO. No hay socialista ni comunista que se le ocurra darle una explicaci¨®n, menos una justificaci¨®n, y mucho menos compartir una reivindicaci¨®n... a pesar del paro, de la explotaci¨®n Norte-Sur, de los inmigrantes ahogados, de la peque?a subida salarial que se prev¨¦ mientras otros se forran con las stock options. Por haber argumentaciones, las hay.
Los que creyeron conseguir la paz hablando de pol¨ªtica, incluso de reivindicaciones pol¨ªticas comunes, con los violentos, la chafaron. Hicieron lo que Chamberlain con Hitler: no s¨®lo no garantiz¨® la paz, sino que le convenci¨® de que el Reino Unido iba a resistirse a entrar en guerra. Le anim¨®. Es la l¨®gica de la violencia, es otra l¨®gica, la que somos capaces de observar en la lejan¨ªa, pero que la buena intenci¨®n o la perversa ingenuidad nubla en la inmediatez.
Ya dijo Marx que las ideas dominantes son las de la clase dominante, y todav¨ªa no ha habido soci¨®logo que lo haya revisado. Pues bien, una idea de la clase dominante en Euskadi es que la actitud de los partidos est¨¢ fracturando a la sociedad vasca. Me parece injusta la generalizaci¨®n. La no pertenencia a los dominantes permite la subversi¨®n: es todo lo contrario. Han sido los partidos pol¨ªticos los que han suavizado las tensiones sociales existentes. Fueron aquellos acuerdos de coalici¨®n gubernamental entre nacionalistas y no nacionalistas, cuando el PNV pierde la mayor¨ªa, y aquel esp¨ªritu del Arriaga tan necesario los que evitaron que la vocaci¨®n asimiladora-segregadora de la ideolog¨ªa dominante provocara la fractura que hoy escandaliza a muchos. El Estatuto soldaba; despreciado por el Gobierno vasco es cuando se produce la fractura social. Dejadnos que nos resistamos un poco.
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