Fuegos f¨®siles en san Juan
Quien la v¨ªspera de San Juan pase junto a las canteras de Ma?aria para disfrutar de un d¨ªa de verano en el Parque de Urkiola se podr¨¢ encontrar con un espect¨¢culo ins¨®lito. No ser¨¢n ni?os los que salten sobre los rescoldos de una fogata, sino un se?or con bata de laboratorio y barba blanquecina. Tampoco ser¨¢n cartones viejos ni apuntes de matem¨¢ticas lo que arda, sino un ejemplar disecado de albatros errante de tres metros de envergadura, una de las mayores aves que se conocen, o una jacana -especie de colibr¨ª procedente de Suram¨¦rica- que ha pasado de estanter¨ªa en estanter¨ªa desde finales del siglo XIX, o podr¨ªan ser restos ¨®seos de los ¨²ltimos osos de Vizcaya hallados en las cuevas pr¨®ximas, o tal vez una colecci¨®n de 6.000 moluscos de los cinco continentes..."La quema de fondos es una especie de cr¨ªtica, un toque de atenci¨®n para que la gente reaccione". Quien as¨ª habla es Enrique Huerta, profesor de profesi¨®n y enamorado de las ciencias naturales desde que, hace 35 a?os, comenzara a recoger caracoles y conchas a la salida del colegio.
Este viajero incansable -ha pasado meses enteros navegando o remontando las aguas del Amazonas en busca de piezas para su colecci¨®n- se plante¨® un reto hace 18 a?os: abrir el primer museo de ciencias naturales del Pa¨ªs Vasco. Para ello estaba dispuesto a ceder todo el material de su colecci¨®n, compuesta por un total de 20.000 piezas que abarcan todas las ramas de las ciencias naturales, desde minerales y crust¨¢ceos hasta aves y peces tropicales, algunas de las cuales se pueden observar actualmente en el Aquarium de San Sebasti¨¢n.
Todo ello debidamente clasificado, identificado y, desde hace algunos a?os, tambi¨¦n informatizado. "Dir¨ªa que es la ¨²nica colecci¨®n de este tipo que est¨¢ ordenada y dispuesta para ser mostrada o utilizada por cualquier investigador", afirma con rotundidad.
Con su proyecto bajo el brazo acudi¨® primero al Ayuntamiento de Durango, la localidad en la que ejerce la docencia, que no atendi¨® su petici¨®n, pese a valorar la importancia de la colecci¨®n, debido a los altos costes del proyecto. Entonces Enrique Huerta decidi¨® montar su propia muestra en un caser¨®n propiedad de su familia situado junto a las canteras de Ma?aria.
Durante tres a?os y medio, de 1987 a 1990, luci¨® en su exterior el nombre de Museo de Ciencias Naturales del Duranguesado y funcion¨® como tal, a pesar de figurar oficialmente como colecci¨®n privada abierta al publico y no como museo, gracias al apoyo de las instituciones locales, recibiendo a escolares de 160 centros y un total de 6.000 visitantes, a la espera de una ubicaci¨®n definitiva y digna, algo que, asegura Huerta, le prometieron repetidas veces.
El Ayuntamiento de Ma?aria cedi¨® un edificio para el futuro museo. Sin embargo, los planes de hacerlo realidad se fueron al traste. ?se mismo a?o se anunci¨® que el Plan Nacional de Museos preve¨ªa la construcci¨®n en Bilbao del Museo de Ciencias Naturales de Euskadi, lo que invalidaba el proyecto de Enrique Huerta. A pesar de todo, a finales de la pasada legislatura este profesor logr¨® un "compromiso verbal" con la anterior corporaci¨®n duranguesa, acuerdo que, seg¨²n asegura, qued¨® en el olvido tras las elecciones.
"Me han tachado de pelma y de chantajista. Me da igual. Quemar¨¦ una parte de los fondos como protesta ante la falta de inter¨¦s cultural y cient¨ªfico, ya que este tema no le interesa a nadie", se queja Huerta. Para este enamorado de los animales y la naturaleza el fuego parece ser la ¨²nica salida a sus sue?os, si de aqu¨ª a la noche de san Juan, la m¨¢s corta del a?o, alguien no lo remedia.
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