?De qu¨¦ pleno empleo hablamos?
En los ¨²ltimos tiempos parece haber reverdecido el inter¨¦s por el pleno empleo. No s¨®lo se lanzan mensajes desde altas esferas del poder (Cumbre de Lisboa), sino que los propios gobiernos auton¨®micos -concretamente el valenciano- e instancias empresariales empiezan a plantear que ciertos territorios de nuestro pa¨ªs ya han alcanzado esta id¨ªlica situaci¨®n.Que el pleno empleo se recupere como objetivo prioritario para los gobiernos es algo de lo que CC OO se alegra y de lo que puede enorgullecerse el movimiento sindical, que nunca lo ha abandonado, ni siquiera cuando los propios gobiernos y partidos opositores consideraban esta idea como algo trasnochado, imposible y proveniente de un anacr¨®nico keynesianismo.
Durante los ¨²ltimos veinte a?os, aunque el discurso pol¨ªtico haya planteado la reducci¨®n del desempleo como objetivo prioritario, la pr¨¢ctica de la pol¨ªtica econ¨®mica lo ha supeditado a otros objetivos que se han presentado como t¨¦cnicamente previos (inflaci¨®n, d¨¦ficit p¨²blico...) como condiciones necesarias (y suficientes, seg¨²n los t¨¦cnicos de la oferta y de la "nueva econom¨ªa") para la creaci¨®n de empleo. En nombre de la creaci¨®n de empleo se han justificado desde los gobiernos y asociaciones empresariales sucesivos ajustes econ¨®micos, retrocesos en derechos sociales y una fuerte precarizaci¨®n del mercado de trabajo.
No parece que esta orientaci¨®n predominante de la pol¨ªtica econ¨®mica vaya a cambiar. Pero m¨¢s all¨¢ de esta discusi¨®n, queremos calificar de falacia e irresponsabilidad el hecho de proclamar, como ha hecho alg¨²n estamento del poder valenciano, que se ha alcanzado el pleno empleo en algunas de las comarcas y localidades de nuestro pa¨ªs. Y para ello aportamos algunas razones.
En primer lugar, este discurso del pleno empleo se basa en el registro de parados que hace el Inem. No es ¨¦ste el lugar para reflexionar sobre las razones de la divergencia en la cuantificaci¨®n del desempleo entre la Encuesta de Poblaci¨®n Activa y el paro registrado, por ejemplo, sobre la excesiva depuraci¨®n del registro de parados que aplica el Inem a partir de criterios administrativos ad hoc. Pero s¨ª hay que decir que la llamada tasa de paro registrado que la Administraci¨®n arroja a la prensa se obtiene como cociente entre el desempleo registrado mensualmente por el Inem y la poblaci¨®n activa estimada por la EPA en el trimestre anterior. Esta agresi¨®n metodol¨®gica se agrava cuando se pretende descender a nivel municipal o comarcal, para lo que se mezclan arbitrariamente datos del Inem con datos de poblaci¨®n activa del censo o padr¨®n de poblaci¨®n de a?os anteriores.
Hay que se?alar en este sentido que la ¨²nica tasa de desempleo metodol¨®gicamente aceptable es la que proporciona la EPA y que ¨¦sta pueda desagregarse, como mucho, a nivel auton¨®mico y provincial. Y esta tasa de desempleo, que es la que reconoce la Uni¨®n Europea en sus estad¨ªsticas oficiales, fue en el ¨²ltimo trimestre de 1999 de un 13,4% en el Pa¨ªs Valenciano (14,6% en Alicante, 7,8% en Castell¨®n y 13,8% en Valencia). Cifras superiores a la media de los pa¨ªses de nuestro entorno y lejanas del pleno empleo. Cabe advertir, adem¨¢s, que el buen momento econ¨®mico, de crecimiento del empleo, no est¨¢ siendo homog¨¦neo para todos los colectivos. La tasa de paro para los m¨¢s j¨®venes triplica a la de la poblaci¨®n en edades centrales (35,4% frente 11,8%), y la tasa de paro de la mujer es algo m¨¢s del doble que la de los hombres (21% frente a 9,2%).
En segundo lugar, el an¨¢lisis del pleno empleo no puede atender s¨®lo a la tasa de desempleo y olvidar una variable b¨¢sica del mercado de trabajo como es la tasa de actividad, que indica el grado de participaci¨®n de la poblaci¨®n en el mercado de trabajo (como ocupados o parados. En el Pa¨ªs Valenciano, la tasa de actividad apenas ha variado en los ¨²ltimos veinte a?os y sigue estando muy por debajo de ella de los pa¨ªses europeos m¨¢s desarrollados (diez puntos porcentuales). Esto significa que un volumen muy importante de la poblaci¨®n valenciana en edad de trabajar (un 48%) no participa de ninguna manera en el mercado de trabajo. Si una modernizaci¨®n de las pautas de participaci¨®n laboral hiciera que la tasa de actividad de las mujeres se situase en valores semejantes al del colectivo masculino, el aparente pleno empleo saltar¨ªa en pedazos.
Es necesario recuperar en estos an¨¢lisis la tasa de empleo que se define como la relaci¨®n entre ocupados y poblaci¨®n en edad de trabajar. En 1977 de cada 100 personas en edad de trabajar, 49 estaban ocupadas mientras que en 1999 ¨²nicamente son 44, el mismo valor que se alcanz¨® en 1990.
Con estos datos se hace dif¨ªcil hablar de pleno empleo, aunque puedan existir ciertos d¨¦ficits de mano de obra muy limitados y localizados sectorial y territorialmente. Pero esta posible escasez de fuerza de trabajo no puede confundirse con una situaci¨®n de pleno empleo. Ofrecemos dos explicaciones alternativas: las penosas condiciones de trabajo y salarios de algunas actividades laborales (que explica porqu¨¦ se encuentran continuamente en los establecimientos de comida r¨¢pida carteles de ofertas de empleo) y la escasez de ciertas cualificaciones en el mercado de trabajo, de la que no hay que culpar s¨®lo al sistema educativo sino a la falta de una adecuada pol¨ªtica de formaci¨®n y contrataci¨®n estable por parte de las propias empresas, que dificulta la adquisici¨®n de una verdadera profesionalidad.
En tercer lugar, el objetivo del pleno empleo no puede resumirse en alcanzar una tasa de paro inferior a un determinado porcentaje. Hay que plantear tambi¨¦n la necesidad de un empleo de calidad, que permita una vida digna para el conjunto de los trabajadores, huyendo del argumento simple utilizado durante a?os por los gobiernos que han presentado la precariedad como un avance frente al desempleo y no como un signo real de fracaso social. M¨¢s a¨²n cuando abundan las evidencias sobre negativas consecuencias de la precariedad para los trabajadores, como la elevada siniestralidad y eventualidad laboral que nos caracteriza. Buscar un pleno empleo en base a empleos inestables, ingresos suficientes, falta de protecci¨®n social y vulnerabilidad frente a la discrecionalidad empresarial no es un objetivo socialmente progresista.
Por tanto, no debemos complacernos con los buenos datos de creaci¨®n de empleo y reducci¨®n de desempleo, sino que deber¨ªamos seguir luchando por aumentar la participaci¨®n laboral de todos los colectivos de trabajadores y conseguir niveles de calidad de empleo y de la vida superiores a los existentes en estos momentos.
Fernando Casado Carrasco pertenece a la Secretar¨ªa de Acci¨®n Sindical y Empleo de CC OO-PV y Vicente L¨®pez Mart¨ªnez al gabinete t¨¦cnico del mismo sindicato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.