La soledad de Santi
Nadie le dio una sola palmada de ¨¢nimo. Nadie le dijo, "venga, arriba". Nadie disculp¨® a Santi, el personaje al que el Atl¨¦tico decidi¨® convertir en contrah¨¦roe de la final. Santi no encontr¨® el est¨ªmulo de los compa?eros, con alguno de los cuales ya cruz¨® duras palabras sobre el c¨¦sped de Mestalla tras su expulsi¨®n -Kiko le reproch¨® su gesto tanto que, por la sensaci¨®n que dio, a punto estuvieron de llegar a las manos; otros compa?eros le sacaron del campo casi a empujones-.Tampoco recibi¨® el perd¨®n de los aficionados, que le silbaron cuando abandon¨® al final del partido en ¨²ltimo lugar la puerta de vestuarios rumbo al autob¨²s que conducir¨ªa a la expedici¨®n al aeeropuerto de Manises.
Santi sab¨ªa que su acci¨®n perjudic¨® al equipo. Que su brutal entrada sobre Serrano, adem¨¢s de poner en peligro la integridad de su rival, sent¨® como un pu?etazo bajo en las ansias de remontada de su propio equipo. Segundos despu¨¦s de recibir la tarjeta roja, el Espanyol marc¨® el segundo gol. Santi sab¨ªa que no era su primera salida de tono de la temporada, que demasiadas veces ha contestado su indignaci¨®n por la situaci¨®n del equipo, por su propio bajo rendimiento personal, con entradas fuera de tono.
Pero lo que jam¨¢s pod¨ªa sospechar Santi, probablemente uno de los futbolistas a los que m¨¢s profundamente le ha afectado la catastr¨®fica temporada del Atl¨¦tico, el drama del descenso tan indiferente para muchos de sus compa?eros, es que alguna vez iba a ser tratado como un apestado.
Y as¨ª le hicieron sentir ayer un sector de la afici¨®n, Kiko y otros cuantos compa?eros. Santi, que fue capit¨¢n del Atl¨¦tico, era ayer un hombre triste, y adem¨¢s solo.
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