La vieja soledad
-?Ha visto usted la televisi¨®n, el Gran Hermano? ?Ha o¨ªdo usted lo de Roci¨ªto? Se prepocupan m¨¢s de esas cosas que de haber encontrado, cuatro meses despu¨¦s, a un viejecito muerto en su casa.Manuel Manzano juega con sus gafas. Mira a su alrededor. Suspira. Manuel Manzano tiene 71 a?os. Le produce horror que este Madrid no hable de esos viejecitos que un d¨ªa aparecen muertos. De esos hombres, de esas mujeres que entre dos, tres millones, est¨¢n y mueren solos. Es una de las aproximadamente 700.000 personas de m¨¢s de 65 a?os que viven en Madrid, uno m¨¢s de esos casi 120.000 que viven solos.
-Hemos perdido todo. Hemos perdido sentimientos. Antes, ?sabe usted?, antes Madrid era como un pueblo. Un pueblo grande. Y nos conoc¨ªamos todos. Pero ahora... Ahora no conocemos al vecino de al lado.
Manuel Manzano, Manzanito para sus amigos, fue profesor de Artes y Oficios Art¨ªsticos, profesor de Vaciado y Moldeado. Nos miran, desde la escayola, una Venus de Milo, la cabeza del David de Miguel ?ngel, una caballo enfurecido, cristos y v¨ªrgenes, manos que sujetan pa?os, mujeres yacentes de cuerpos angelicales, querubines con alas en el cuello. Todo en perfecto orden, todo limpio y ordenado. Recuerdos de una profesi¨®n que todav¨ªa vive en sus manos.
Manuel Manzano, Manzanito, estuvo casado.
-Con una mujer estupenda. Pero la vida... En fin, la vida. Me divorci¨¦ hace muchos a?os. Pero yo con mis hijos me llevo muy bien. Y ahora vivo solo.
Dicen que cuando uno va haci¨¦ndose mayor va recordando m¨¢s cosas. Recuerda hasta las cosas de ni?o.
-Recuerdo, ya ve, el hambre de la posguerra... Y, ?sabe?, me acuerdo mucho de mis padres.
Bendita generaci¨®n ¨¦sta que tuvo su juventud en el hambre, en el olor a zotal, en las canciones de Concha Piquer. Y han sobrevivido. Se sienten fuertes. A veces solos. Sienten ahora otra juventud y se agarran a ella; una juventud distinta. Ni mejor ni peor. Lo asegura Luc¨ªa Morate, por ejemplo.
Luc¨ªa Morate tiene -nadie lo dir¨ªa- 87 a?os. Vive desde hace tres con una estudiante de periodismo, Mar¨ªa Jos¨¦. Se la mand¨® Solidarios para el Desarrollo. Luc¨ªa es una de esas 110 personas que conviven con un o una joven. Juventud que, seg¨²n Luc¨ªa Morate, es incluso mejor que la de entonces.
-S¨ª, hijo, s¨ª. Son mejores. Ahora dicen que hay drogadictos, pero en mis tiempos hab¨ªa borrachos. Dicen que si el sida... Entonces hab¨ªa s¨ªfilis y enfermedades. ?T¨² tienes hijos? ?T¨², qu¨¦ opinas? ?Verdad que s¨ª? ?A que son mejores?
-S¨ª, se?ora, s¨ª.
-Yo no quer¨ªa irme a una residencia. Ten¨ªa miedo a lo que me pudieran mandar. Ahora estoy muy contenta. Yo, a mis amigas, les digo que hagan como yo. Y me dicen: "?Pero no tienes miedo a que te robe?". Y yo les digo: "?Qu¨¦ me va a robar, el aceite?". ?Por Dios! A esa gente se le ha parado el reloj.
No. Luc¨ªa no quiso ir a una de esas 10.663 plazas que hay en los 91 centros de la Comunidad de Madrid. Ni siquiera ha sido una de las casi 100.000 personas que pasaron temporalmente por lo que se llama acogimiento temporal. No. Luc¨ªa ha querido vivir en su casa con Mar¨ªa Jos¨¦. Prefiere estar en su casa y contarle cosas de su pasado. Hablar de cuando ella era modista -"y muy buena, por cierto"-, de lo que dice el peri¨®dico, de sus libros, de Unamuno.
-Es que Unamuno era de mi tierra. Yo soy vasca. ?A ti te gusta leer? ?Y qu¨¦ vas a contar?
Luc¨ªa no ha perdido la curiosidad. Y tampoco se siente sola. O siente una soledad distinta a la de la mujer que todos los d¨ªas llama al Tel¨¦fono Dorado. Todos los d¨ªas. Dice:
-Hola, buenos d¨ªas. Que estoy bien. Que hace un d¨ªa muy bonito.
Llama desde Lugo. Y no tiene a nadie a quien cont¨¢rselo. Pedro G¨®mez, del Tel¨¦fono Dorado, dice que desde que se puso en marcha esta iniciativa, desde hace cinco a?os, se llevan atendidas cuatro millones de llamadas.
Son tel¨¦fonos atendidos por 200 voluntarios. Cien de ellos en Madrid. Gente que pasa sus horas escuchabdo c¨®mo grita la soledad. Ancianos que en la madrugada, incapaces de conciliar el sue?o, cogen el auricular y hablan. Y alguien les escucha. D¨ªa y noche. Sin asombrarse de nada. Oyendo palabras y lamentos. Amenazas de suicidio. Llamadas de desesperaci¨®n.
Para algunos son ya el ¨²ltimo recurso. Y entonces se pasan a otras instituciones. A Solidarios para el Desarrollo, al Ayuntamiento, a la Comunidad o a la Cruz Roja, por ejemplo. La Cruz Roja tiene instalados cerca de 2.000 botones que, en caso de necesidad, el anciano oprime y recibe inmediata asistencia. Solidarios tiene 220 voluntarios que lo mismo acompa?an al m¨¦dico que ayudan a hacer la compra o se acercan a echar alguna parrafada en ratos perdidos. Desde enero se llevan realizadas casi cuatrocientas atenciones a mayores, como les gusta decir.
Hay como cierto pudor, cierto miedo a decir la palabra anciano, la palabra viejo.
Dice Manzano que antes se dec¨ªa "los viejos", "los ancianos", nunca los mayores, y que siempre hab¨ªa un respeto, una consideraci¨®n. Pero Madrid ya corre muy deprisa. Ya no es para nadie. A ¨¦l lo de mayores no le gusta. Es como si se quisiera negar lo evidente.
-Son tonter¨ªas. La vejez es algo digno. No tiene por qu¨¦ avergonzar a nadie.
Cree que todo es una actitud. Que sentirse vivo, con ganas de vivir, es muy importante. Y que en esto los amigos, la capacidad de hacer y dar amistad, dar afecto, es fundamental. Es lo mismo que piensa ?lvaro Cuetos, de 74 a?os, maestro, invidente desde ni?o. Vive solo.
-Tengo amigos. Y los amigos son un consuelo. Llenan el vac¨ªo de la soledad.
?lvaro Cuetos es asturiano, pero siente por Madrid y por Asturias afectos distintos y complementarios.
-Es el amor por la esposa y por la amante.
Y r¨ªe ?lvaro Cuetos.
-Bueno. Hablo en sentido literario, claro.
?lvaro es poeta. Pero siente cierto pudor al decirlo. Porque admira demasiado a los grandes autores para compararse con ellos. Y eso que alguien le llam¨® "poeta del sur". Porque ¨¦l vivi¨® largos a?os en C¨¢diz. Su biograf¨ªa est¨¢ llena de tes¨®n, ese tes¨®n que le ha hecho plantar cara a la soledad desde su propia casa.
-La soledad es un vac¨ªo. Una tristeza por ausencia, por no poder compartir ni siquiera las l¨¢grimas o las amarguras.
Nunca quiso ir a ninguna residencia. Ni va tampoco a alguno de los centros de mayores. En Madrid hay 69 centros a los que est¨¢n apuntadas 169.000 personas.
-No he querido, ?sabe? Prefiero mi casa, mi gente.
La pol¨ªtica de la Comunidad de Madrid tampoco va por que los ancianos rompan sus v¨ªnculos familiares, los lazos con su barrio. Las ayudas a domicilio de unas y otras instituciones ha pasado de 9.729 en 1996 a 12.429 en 1999. Pero nada llena nada. Hay gente que tiene difilcultades para poder acceder a alguno de los 96 centros -concertados o no- que hay en la regi¨®n.
-Estar solo, se diga lo que se diga, es una desgracia. Y eso que que yo me he librado de ir a una residencia. Dicen que son muy buenas. Pero yo prefiero estar en mi casa. Estar con mi gente.
?lvaro Cuetos calla unos momentos. Luego dice:
-?No le suena a usted mi apellido? Mi hermana es una mujer extraordinaria. Muy inteligente, muy guapa. Mi hermana es Concha Cuetos. ?La conoce usted?
Baile, risas e Internet
Pablo, Pablito le llaman, tiene 74 a?os. Pablo va siempre muy pulido. Muy elegante. Pablo es amigo de Manzano. Y Manzano, el amigo Manolo Manzano, acompa?a m¨¢s de un d¨ªa a su amigo al baile. A Pablo, a Pablito como le llaman todos, le gusta bailar. Ha encontrado en el baile una compa?era con la que comparte risas y m¨¢s cosas. Con la que espanta la soledad. Pablo, el hombre, ha estado muy nervioso, lo ha pasado muy mal estos d¨ªas. Cuenta Manuel Manzano que ella, la compa?era de bailes y de risas y de afectos de Pablito, ha estado algo malilla. Y que Pablo, el hombre, ha estado estos d¨ªas en un ay. Pero ya, gracias a Dios, todo va bien. Va todo bien. Y ella est¨¢ much¨ªsimo mejor.
Cuenta Manuel Manzano, el amigo Manzanito, que la risa y el baile son muy buenos, que es una gran terapia la risa. Y cuenta tambi¨¦n que el ocuparse de algo es muy importante. Por eso ¨¦l trabaja todos los d¨ªas en sus cosas; en sus vaciados, en su barro o en su escayola. No pierde ni un solo d¨ªa.
Porque se equivoca quien diga que los viejos no sirven para nada, y que se aburren: eso es mentira. A ver por qu¨¦ si no resulta que una iniciativa de la Comunidad de Madrid para que los mayores estudien en la universidad ha desbordado todas las previsiones. Resulta que se hab¨ªa llegado a un acuerdo con la Universidad Complutense para hacer unos cursos universitarios. Tres a?os de estudios. Bueno. Pues el caso es que se han matriculado 90 personas y siguen llegando peticiones. Tantas, que la Complutense ha pedido que se acuda a otras universidades porque no da abasto.
Y no es que haya "gente pa't¨®". Es que si algo sobra es tiempo. Un d¨ªa se hace muy largo. ?lvaro Cuetos dice que todas las semanas espera a un grupo de amigos; con su afecto pasa los d¨ªas. Otros salen por la ma?ana de la casa y apoyan en las barras las horas y la soledad. Se toman su vinito y esperan la llamada de los hijos que est¨¢n lejos; y cenan, y ven su tele, y escuchan la radio.
"Yo escucho la radio.Me duermo con la radio. A veces, alguna vez, he llamado. He escuchado a otra gente tan sola como yo. Madrid es inh¨®spito".
A la soledad se hace uno si no tiene otra cosa que hacer. Y si no se hace es porque no hay de qu¨¦ ocuparse. Pero no por falta de ganas. Un curso de inform¨¢tica para mayores ha tenido que abrir 22 aulas y ha atra¨ªdo a 580 alumnos. Los ancianos se han lanzado al manejo de Internet como aut¨¦nticos chavales. Dicen que ahora discuten de chateo -nada que ver con el valdepe?as-, de bajar una direcci¨®n, mandar un e-mail o visitar cualquier web.
"Todo parece muy bonito. Pero la verdad es que te acuestas con la sensaci¨®n de que no significas nada para nadie".
Baile, risas e Internet
Pablo, Pablito le llaman, tiene 74 a?os. Pablo va siempre muy pulido. Muy elegante. Pablo es amigo de Manzano. Y Manzano, el amigo Manolo Manzano, acompa?a m¨¢s de un d¨ªa a su amigo al baile. A Pablo, a Pablito como le llaman todos, le gusta bailar. Ha encontrado en el baile una compa?era con la que comparte risas y m¨¢s cosas. Con la que espanta la soledad. Pablo, el hombre, ha estado muy nervioso, lo ha pasado muy mal estos d¨ªas. Cuenta Manuel Manzano que ella, la compa?era de bailes y de risas y de afectos de Pablito, ha estado algo malilla. Y que Pablo, el hombre, ha estado estos d¨ªas en un ay. Pero ya, gracias a Dios, todo va bien. Va todo bien. Y ella est¨¢ much¨ªsimo mejor.
Cuenta Manuel Manzano, el amigo Manzanito, que la risa y el baile son muy buenos, que es una gran terapia la risa. Y cuenta tambi¨¦n que el ocuparse de algo es muy importante. Por eso ¨¦l trabaja todos los d¨ªas en sus cosas; en sus vaciados, en su barro o en su escayola. No pierde ni un solo d¨ªa.
Porque se equivoca quien diga que los viejos no sirven para nada, y que se aburren: eso es mentira. A ver por qu¨¦ si no resulta que una iniciativa de la Comunidad de Madrid para que los mayores estudien en la universidad ha desbordado todas las previsiones. Resulta que se hab¨ªa llegado a un acuerdo con la Universidad Complutense para hacer unos cursos universitarios. Tres a?os de estudios. Bueno. Pues el caso es que se han matriculado 90 personas y siguen llegando peticiones. Tantas, que la Complutense ha pedido que se acuda a otras universidades porque no da abasto.
Y no es que haya "gente pa't¨®". Es que si algo sobra es tiempo. Un d¨ªa se hace muy largo. ?lvaro Cuetos dice que todas las semanas espera a un grupo de amigos; con su afecto pasa los d¨ªas. Otros salen por la ma?ana de la casa y apoyan en las barras las horas y la soledad. Se toman su vinito y esperan la llamada de los hijos que est¨¢n lejos; y cenan, y ven su tele, y escuchan la radio.
"Yo escucho la radio.Me duermo con la radio. A veces, alguna vez, he llamado. He escuchado a otra gente tan sola como yo. Madrid es inh¨®spito".
A la soledad se hace uno si no tiene otra cosa que hacer. Y si no se hace es porque no hay de qu¨¦ ocuparse. Pero no por falta de ganas. Un curso de inform¨¢tica para mayores ha tenido que abrir 22 aulas y ha atra¨ªdo a 580 alumnos. Los ancianos se han lanzado al manejo de Internet como aut¨¦nticos chavales. Dicen que ahora discuten de chateo -nada que ver con el valdepe?as-, de bajar una direcci¨®n, mandar un e-mail o visitar cualquier web.
"Todo parece muy bonito. Pero la verdad es que te acuestas con la sensaci¨®n de que no significas nada para nadie".
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