La 'tercera v¨ªa', mitos y realidades Un acierto publicitario
Una de las se?ales del final, ya visible, del ultraliberalismo es el ¨¦xito obtenido por la idea de la tercera v¨ªa, elaborada por el soci¨®logo Anthony Giddens, retomada por Tony Blair y adoptada por numerosos l¨ªderes, como el canciller Schr?der, el ex primer ministro italiano D'Alema y Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil, entre otros.No hay que ver en ello un programa pol¨ªtico, sino una se?al emitida por unos dirigentes con la que indican claramente la prioridad que dan a las exigencias del mercado internacional, aunque, al mismo tiempo, quieren hacer notar su preocupaci¨®n por resolver los problemas sociales, que llevan agrav¨¢ndose desde hace 20 a?os.
Pero esta se?al precursora de una evoluci¨®n de las mentes no abre una v¨ªa nueva. Lo que no sorprende, puesto que es una iniciativa brit¨¢nica, procedente, por lo tanto, de uno de los dos pa¨ªses en donde el capitalismo financiero tiene mayor influencia y donde la clase dirigente frena la integraci¨®n europea. En los textos que se han publicado nada permite definir esa v¨ªa, que se situar¨ªa entre la "sociedad de mercado" y la socialdemocracia, que, desde hace 50 a?os, se ha convertido en el Estado providencia. Habr¨ªa que hablar m¨¢s bien de una variante de la pol¨ªtica neoliberal que no afecta ni a la distribuci¨®n de los beneficios ni a los mecanismos de decisi¨®n. Adem¨¢s, las sociedades de donde parti¨® la idea de la tercera v¨ªa no han lanzado debates pol¨ªticos sobre este tema, que ata?e, casi exclusivamente, a las ¨¦lites pol¨ªticas y que puede servir como ¨²til indicador de la evoluci¨®n de las ideas en las altas esferas. La iniciativa de los pol¨ªticos es paralela a la de los l¨ªderes financieros internacionales: Wolfensshon, presidente del Banco Mundial; Camdessus, director ejecutivo del FMI hasta hace muy poco, y de Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. Estos altos dirigentes han recordado, con frecuencia e incluso yendo en contra de las pr¨¢cticas de las instituciones que dirigen, la necesidad de reforzar el Estado nacional y defender las culturas regionales para resistir a la descomposici¨®n social y a las crisis econ¨®micas que azotan a tantos pa¨ªses. Por su parte, el canciller Schr?der s¨®lo ha hablado de un nuevo centro y ha suprimido cualquier referencia a los discursos de Lafontaine. Dicho de forma m¨¢s sencilla, ?qui¨¦n percibe en Europa una fuerte oposici¨®n entre la postura del primer ministro Blair y la del presidente Aznar?
Por lo tanto, no hay que dar a este acierto publicitario m¨¢s influencia de la que merece. Pero debemos ver en ello el anuncio de un cambio que s¨®lo ser¨¢ real cuando la opini¨®n p¨²blica, los partidos y dem¨¢s organizaciones hayan hecho suya esta expresi¨®n y la hayan dotado de contenido social. Porque, si bien una pol¨ªtica de derechas puede ser definida por el encuentro entre una concepci¨®n liberal de la econom¨ªa y un cierto nacionalismo (v¨¦ase Margaret Thatcher), no existe una pol¨ªtica de izquierdas posible sin la intervenci¨®n activa de los representantes de los intereses populares. Pero esta intervenci¨®n no se da en ning¨²n sitio, ya que los sindicatos est¨¢n especialmente debilitados. Europa, que se halla en dificultades frente a un Estados Unidos con un fuerte crecimiento, piensa m¨¢s en su propia competitividad que en la justicia social.
Para poder hablar de tercera v¨ªa habr¨ªa que dotar a esta f¨®rmula pol¨ªtica al menos de unos elementos de contenido concretos. Tal vez lo m¨¢s importante sea limitar lo que se denomina flexibilidad del empleo y que significa su precarizaci¨®n. Lo que supone tanto una nueva pol¨ªtica educativa como unas garant¨ªas laborales. Un segundo objetivo debe ser restablecer la parte que corresponde al trabajo en el producto nacional, parte que ha disminuido fuertemente en muchos pa¨ªses. Lo que significa que hay que situar la econom¨ªa de mercado en una sociedad de producci¨®n y, al mismo tiempo, de redistribuci¨®n. El tercer gran objetivo que, sin embargo, puede alcanzarse m¨¢s f¨¢cilmente, es respetar mejor a todas las minor¨ªas, sea cual sea su definici¨®n: nacional, ¨¦tnica, regional, religiosa, sexual...
Los objetivos que acabo de formular son mucho menos ambiciosos que los del Estado de bienestar. Ante todo, requieren que la econom¨ªa real vuelva a ganar la partida a la econom¨ªa financiera y que la alianza entre la producci¨®n y las finanzas sea sustituida por otra entre la producci¨®n y el trabajo.
En cuanto a la propuesta de Tony Blair de sustituir el subsidio de desempleo por la ayuda para encontrar un trabajo, se puede f¨¢cilmente estar a favor de ella, a condici¨®n de que nos digan qu¨¦ se hace con aquellos que no son aptos para el trabajo. En efecto, en el ¨¢mbito del empleo, el aumento del crecimiento tiene unos efectos mucho m¨¢s positivos para el empleo que la ret¨®rica de la tercera v¨ªa, que se queda en unas propuestas generales cuyos efectos pueden ser tan negativos como positivos.
Hay dos formas de evaluar la tercera v¨ªa. O es un anuncio de la reaparici¨®n de los temas propios de la izquierda en un mundo dominado por pol¨ªticas de derecha, o, lo que me parece m¨¢s propio, el modo que tienen los pol¨ªticos de centro izquierda de hacer una pol¨ªtica de centro derecha.
Alain Touraine es soci¨®logo, director del Instituto de Estudios Superiores de Par¨ªs.
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