M¨¢s caca
JUVENAL SOTO
Como no frecuento las salas de cine porque tengo una notable facilidad para irme de vejiga -cuando la pel¨ªcula es mala incluso pretendo orinarme en los progenitores del director- y no miro la televisi¨®n porque me provoca ese tipo de prurito que suelen achacarle a las lombrices, dedico mis ratos de ocio a entrever v¨ªdeos y a contemplar el mar. Los v¨ªdeos aportan la infinita ventaja de que los paras, meas y vuelves a retomar la historia por donde la dejaste. El mar es el mejor de los espect¨¢culos y el m¨¢s divertido, si as¨ª lo quieres; siempre cambiante, resulta que es el mismo, como si todos los d¨ªas estrenasen Casablanca en un continuo pase incesante y exclusivo.
Este a?o, por lo tanto, contemplo el mar para ver lo de siempre, que es distinto a lo del a?o pasado. As¨ª, observo c¨®mo los ba?istas malague?os de la temporada 2000 est¨¢n dispuestos para protagonizar el argumento escatol¨®gico que ha comenzado a desbordar las playas de M¨¢laga, disposici¨®n que se extiende a los numerosos visitantes -ser¨ªa mejor escribir afectados- que pasar¨¢n sus vacaciones de verano en esta pel¨ªcula de cochambre m¨¢s conocida como Costra del Sol. Con junio se iniciar¨¢ la temporada del chapoteo y, como todos los a?os, la mierda ya est¨¢ aqu¨ª, flotando alegre entre las olas. Es decir, siempre la misma pel¨ªcula, que es diferente siempre y que es ¨¦sta: la que yo contemplo desde la terraza de mi casa junto a otros espectadores, acomodados cada uno en la terraza de su casa y ¨¢vidos todos de sensaciones muy fuertes.
A las majadas procedentes de Torremolinos y Fuengirola, hoga?o se ha unido una dicharachera tropa de bucaneros indogerm¨¢nicos mendicantes. Por las ma?anas construyen terribles dinosaurios con la arena de la playa y, ya al mediod¨ªa, pasan el plato, la cachucha y la bacineta entre los ba?istas, por ver si cae alg¨²n tarugo de mortadela y alg¨²n lingotazo de Cruzcampo. Las tatas, que transportan hasta la orilla a sus pupilos recolgados de las tetas, ven con ojos de misericordia a estos piratas puercos pero rubios y se sabe, o puede adivinarse, que alguna de ellas estar¨ªa dispuesta incluso a perder su tercer ojo, el m¨¢s misericordioso, en brazos de uno de estos caballeros templarios y albinos reci¨¦n llegados de Francfort.
Al atardecer, la cosa va de Garganta profunda: parejas de novios llegadas de Alfarnate y Moclinejo se pierden por las dunas que forman los desperdicios y las latas de Coca-Cola amontonados en el rebalaje, y un r¨ªtmico meneo de fauces acompa?ado con m¨²sica de sorbetones anuncia la noche inminente, m¨¢s procelosa si cabe a¨²n que aquella escena en la que Marlon Brando descubr¨ªa que Par¨ªs es un tango al que se llega por la pr¨®stata.
Entonces, grupos de ancianas de ambos sexos hacen un llamamiento a la castidad -"?Qu¨¦ no somos de piedraaa!"- desde las aceras colindantes con la playa, y los loteros anuncian el 69 como pr¨®xima terminaci¨®n ganadora. A esa altura de la org¨ªa, varios cad¨¢veres de submarinistas flotan panza arriba en la mierda que es el Mediterr¨¢neo, y otros espectadores m¨¢s avezados que yo en el ojeo sexual me juran que de madrugada un propagandista de la fe se ahorc¨® por los test¨ªculos. Descanse en pez.
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