El toro serio
Esta vez no fue un tost¨®n, Esta vez la corrida transcurri¨® interesante y supo a poco. No es que se hubiese producido un milagro. Es que sali¨® el toro ¨ªntegro -toro serio lo llama la afici¨®n- y hubo tres lidiadores pundonorosos y valientes.Tres lidiadores que quiz¨¢ no sacaron todo el partido que ten¨ªan sus toros; pero los tres ofrecieron lo mejor de s¨ª mismos y dejaron en alto el pabell¨®n de su indudable torer¨ªa.
Ah¨ª es nada: torer¨ªa y toros serios.
Seguramente una cosa trae la otra. Si el toro serio saliera cada tarde se producir¨ªa en el escalaf¨®n una barrida de esc¨¢ndalo. Unos por incapacidad para dominarlo, otros porque no lo quieren ni ver, entre los que se cortar¨ªan la coleta y los que bajar¨ªan a segunda, al escalaf¨®n no habr¨ªa quien lo reconociera.
Olea / S¨¢nchez, V¨¢zquez, D¨¢vila Tres primeros toros de Mar¨ªa Olea, con trap¨ªo, cornalones, fuertes -2? derrib¨®-, bravucones; tres del Conde de la Corte, con trap¨ªo y aparatosas arboladuras -4? derrib¨®, 5? impresionante veleto-, mansos
Todos dieron juego, aunque con problemas. Manolo S¨¢nchez: pinchazo y estocada corta ladeada (silencio); pinchazo, estocada corta atravesada, rueda de peones y descabello (palmas y algunos pitos). Javier V¨¢zquez: pinchazo y otro hondo atravesado (silencio); bajonazo perdiendo la muleta -aviso- y rueda de peones (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). D¨¢vila Miura: estocada trasera (escasa petici¨®n y vuelta); estocada corta perdiendo la muleta y rueda de peones (palmas). Plaza de Las Ventas, 28 de mayo. 19? corrida de abono. Lleno.
El toro serio, hierros Conde de la Corte y Mar¨ªa Olea, tres y tres. Dicen que tanto monta pero en la plaza no parec¨ªan hijos de los mismos padres. Los de Mar¨ªa Olea sacaron una casta que tiraba a la bravura; los del Conde de la Corte, una casta que tiraba a la mansedumbre.
Casta en cualquier caso. Los taurinos sostienen que si el toro no es bravo no tiene casta y, de paso, llaman bravo al borrego que se deja pegar pases. La Tauromaquia, sin embargo, niega la mayor. La casta es la raza del toro de lidia, que puede manifestarse mediante m¨²ltiples matices, en cuyos extremos est¨¢n la bravura y la mansedumbre.
Hay una zona intermedia que se define por la bravuconer¨ªa, y de este cariz resultaron los toros de Mar¨ªa Olea. Algunos a los bravucones los califican bravos, pues les confunden sus arrancadas tremendas sobre los caballos. Ahora bien, esos toros, que probablemente derriben -as¨ª el segundo-, se espantan del escozor del hierro y del estruendo, y galopan sueltos, como sucedi¨®.
Son toros m¨¢s pr¨®ximos a la mansedumbre aunque no llega a la del manso declarado, de cuya catadura dio todo un curso el toro condeso que hac¨ªa cuarto. Ese animal, que hu¨ªa de los capotes, en plena estampida descubri¨® al picador y le meti¨® tal testarazo que del brutal encuentro parti¨® la vara y mand¨® a la unidad acorazada a tomar vientos, castore?o incluido.
Las gamas de la bravura y la mansedumbre son infinitas; y pudo apreciarse en el tercio de banderillas que el mansazo aquel en realidad embest¨ªa con nobleza. Manolo S¨¢nchez lo vio de inmediato y se dispuso a hacer faena. Con mayor fuste por el pit¨®n derecho pues por el izquierdo el manso carec¨ªa de fijeza, y logr¨® varios muletazos de irreprochable recorrido. Le falt¨®, no obstante, ligaz¨®n, porque toreaba con la suerte descargada y el dichoso pico, y estas formas son las que se usan cuando no se quiere ligar.
De cualquier manera, todo es relativo y estos planteamientos t¨¦cnicos se podr¨ªan discutir. Lo mismo los de su faena al primero, que se quedaba corto. Claro que cit¨¢ndolo encimista le ahogaba la embestida; y ya no se pod¨ªa saber si esto tra¨ªa aquello o al rev¨¦s.
Javier V¨¢zquez tuvo un primer toro querencioso a chiqueros, y ese fue un problema permanente que le impidi¨® redondear su voluntariosa faena. El quinto -un veleto de impresionante arboladura- tra¨ªa bueno el pit¨®n derecho y Javier V¨¢zquez, desbordado en su ansia de triunfo, le aplic¨® una largu¨ªsima faena por naturales. La verdad es que no siempre los instrument¨® de acabada factura, mas tampoco era tan bueno el toro pues humillaba poco y en tales circunstancias es dif¨ªcil interpretar, seg¨²n los c¨¢nones, el toreo puro.
Pasaba por bravo el tercero, aunque el picador impidi¨® comprobarlo con su carnicera carioca; se arrancaba pronto y sin duda era noble, mas le faltaba recorrido y D¨¢vila Miura dio r¨¦plica a estas complicaciones aplic¨¢ndole una faena acaso falta de recursos lidiadores, pero valiente y meritoria. Al cuajado, flojo y berre¨®n sexto lo tore¨® en la modalidad del unipase, que es una versi¨®n menor del arte de torear, aunque tampoco el toro estaba para florituras ya que le faltaba recorrido.
Se acab¨® la corrida y a la afici¨®n le supo a poco. Hab¨ªa presenciado la lidia en toda su intensidad, toros serios, toreros aut¨¦nticos. Y esa es la fiesta. A ver si se enteran.
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